Ciencias Sociales

El ejercicio de la paternidad en contextos transfronterizos, el caso de los varones guatemaltecos en Chiapas, México

Parenthood practices in cross-border contexts, the case of Guatemalan men in Chiapas, Mexico

Jéssica Natalia Nájera Aguirre
El Colegio de México, México

El ejercicio de la paternidad en contextos transfronterizos, el caso de los varones guatemaltecos en Chiapas, México

NÓESIS. REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES, vol. 25, núm. 50-1, Esp., pp. 39-78, 2016

Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Recepción: 19 Febrero 2016

Aprobación: 29 Septiembre 2016

Resumen: Los estudios sobre paternidad usualmente enfatizan y refieren a la proveeduría como una de las principales dimensiones en las que participan los varones jefes de hogar y a la vez se destaca la poca o nula participación en otras dimensiones como los cuidados o los intercambios lúdicos con los hijos. Este trabajo tiene como propósito analizar la experiencia de paternidad de diversos varones guatemaltecos que trabajan de manera cotidiana en Chiapas, México, sea como trabajadores commuters, temporales-permanentes o estacionales. Se considera que la vida laboral para los varones y sus familiares moldean otras dimensiones de la cotidianidad, como es la vida familiar, y entre ellas la organización y división del trabajo doméstico, de cuidados y remunerado entre sus integrantes, así como las formas de convivencia paterno-filiales y conyugales. El contexto transfronterizo se torna una variable relevante para moldear las diversas experiencias familiares transfronterizas de los varones entrevistados, destacando la situación socioeconómica de las familias, las posibilidades laborales y de movilidad poblacional entre ambos lados de la frontera Guatemala-México.

Palabras clave: trabajadores transfronterizos, Guatemala, México, paternidad, familia.

Abstract: Studies of paternity usually emphasize and refer to be provider as one of the main dimensions that male heads of household participate and while little or no participation in other dimensions such as care or playful exchanges with childrens. This work aims to analyze the experience of fatherhood of some Guatemalan men who work on a daily basis in Chiapas, Mexico, either as commuters, temporary-permanent or seasonal workers. It is considered that working life, for men and their families, configures other dimensions of everyday life, such as family life, including the organization and division of domestic work, care and remunerated work, among its members, as well as ways of life together between parent-child and marital relationship. The transborder context becomes a relevant variable for molding the family transborder experiences of male respondents, highlighting the socio-economic situation of families, employment and population mobility possibilities between the two sides of the Guatemala-Mexico border.

Keywords: commuters, Guatemala, Mexico, parenthood, family.

Introducción

El estudio de las familias y su dinámica cotidiana ha sido estudiado desde diferentes disciplinas; desde la sociodemografía ha privilegiado el interés por el tamaño, la composición y la jefatura de los hogares, la formación y disolución de las familias, y la dinámica familiar. De acuerdo a García y oliveira (2010) en el estudio de la dinámica familiar deben considerarse dos elementos: la división del trabajo y las formas de convivencia; en el caso del primero, es preciso indagar en la familia cuáles son las tareas necesarias para su reproducción cotidiana, quién o quiénes las realizan y cuáles son las razones por las cuales las hacen. De manera general se han considero que las tareas necesarias en la familia son tareas domésticas, trabajo de cuidados de los hijos y trabajo extradoméstico; mientras que en las formas de convivencia familiar resultaría relevante interesarse por quién o quiénes toman las decisiones, qué formas de control se utilizan entre sus integrantes -entre los cónyuges y en la relación paterno-filial. Para comprender las formas en que los miembros de una familia se vinculan en la cotidianidad se ha adoptado una mirada desde los estudios de género, la cual permite visibilizar que las experiencias de los miembros de una familia, respecto a la división del trabajo interno están moldeadas por los referentes sociales transmitidos acerca de qué dimensiones de la vida familiar le corresponden o deberían corresponderle a los varones y las mujeres. Desde esta perspectiva también se ha mostrado la necesidad de adoptar una perspectiva relacional en la que se consideren simultáneamente las experiencias de todos los miembros de una familia, para conocer qué actividades realizan y porqué las hacen con la intención de mediar las presencias y ausencias en determinadas dimensiones de la vida familiar.

En el caso particular de la experiencia de los varones en la dinámica familiar, es posible vincular el aporte sociodemográfico con la paternidad y el ejercicio de la misma. De acuerdo a Figueroa (2014, 2009 y 1998) la paternidad contiene cuatro dimensiones de la vida cotidiana como la proveeduría; el cuidado y la crianza de los hijos; la autoridad y el ser educador; y la afectividad y encuentros lúdicos –que incluye la compañía, los juegos y las relaciones amorosas con los hijos. Es así que la combinación de perspectivas para el estudio de la dinámica familiar permite considerar que el ejercicio de la paternidad está relacionado con las acciones de los otros miembros de la familia, en las diversas esferas de la vida familiar como el cuidado y crianza de los hijos y las prácticas y espacios afectivos entre sus integrantes, y en particular entre padres e hijos. Es así que el propósito de esta investigación es indagar sobre el ejercicio de la paternidad entre padres guatemaltecos que trabajan de manera transfronteriza en Chiapas a partir de evitar la rigidez del modelo clásico de división social del trabajo dentro de las familias, en el que los varones, generalmente identificados como los jefes de hogar, son los responsables de conseguir los recursos para adquirir los bienes y servicios necesarios para la manutención cotidiana de la familia, mientras que las mujeres cónyuges son las responsables del trabajo doméstico y los cuidados de los hijos, lo que se propone es indagar en posibles situaciones en las que des-feminiza el ámbito de lo doméstico y de los cuidados y des-masculiniza la proveeduría.

Esta propuesta de perspectiva se traduce de manera metodológica y analítica en la necesidad de incluir la experiencia de los varones a la experiencia de los otros miembros de la familia, y por lo tanto pasar del análisis del sujeto al de la familia en cuestión. Por otro lado, la experiencia de la paternidad se torna más compleja cuando los padres para ejercer su rol de proveedores se convierten en trabajadores migratorios internacionales; en tanto que es preciso considerar dos elementos, la ausencia del sujeto migrante en el espacio familiar y los cambios en la estructura y recursos familiares para la distribución de tareas y los cambios en las formas de convivencia paterno-filiales y conyugales cotidianos. Para esta investigación resulta relevante identificar las mediaciones existentes en el proceso de asociar la experiencia de la paternidad con la dinámica familiar en el contexto transfronterizo Guatemala-México, para ello se torna relevante partir de cuestionamientos iniciales como ¿en qué tareas de la división del trabajo familiar participan los varones que trabajan de manera transfronteriza en Chiapas? ¿participan o están interesa- dos en participar en los cuidados y la crianza de los hijos? ¿qué se los impide? ¿qué estrategias ponen en práctica? ¿cómo se vinculan las responsabilidades y tareas de los otros miembros de la familia con el ejercicio de la paternidad delos varones? Para finalmente conocer cómo es la dinámica familiar cotidiana de las familias transfronterizas y el ejercicio de la paternidad entre los varones jefes de hogar que trabajan de manera temporal o permanente en chiapas.

1.Varones, paternidad y organización de la dinámica familiar

Las familias y su dinámica cotidiana han sido estudiadas desde diferentes disciplinas, en el caso de la sociodemografía éstas se han enmarcado en la división del trabajo para llevar a cabo la reproducción cotidiana de dicha unidad y en las prácticas y vínculos afectivos entre los integrantes que la conforman. La identificación de quiénes forman parte de la familia, cuál es su papel en ella y cómo se organizan entre ellos para llevar a cabo las tareas necesarias para la vida cotidiana son los ejes rectores del funcionamiento de estos grupos poblacionales.

La familia ha sido definida de diferentes maneras de acuerdo a la disciplina desde la que se parta. En general la familia suele referirse al grupo de personas relacionadas por lazos de parentesco, es decir, estructurados en torno a relaciones de consanguineidad, matrimonio o adopción, y que llevan a cabo funciones básicas vinculadas al consumo, y en ocasiones a la producción, con el propósito de lograr su reproducción cotidiana y social. De acuerdo a Oliveira y Salles (1989) la familia además es un “espacio de interacción instituido por relaciones de parentesco y normado por prácticas y pautas sociales establecidas”, lo que permite incorporar a su definición lo que se espera de cada uno de sus integrantes como miembros de grupo social.

Se ha señalado también que la familia además tiene funciones específicas más allá de las concernientes a las tareas necesarias para su reproducción cotidiana como es: ser un apoyo económico, de refugio social y emocional, y de protección entre sus miembros, especialmente ante situaciones de riesgo como las crisis económicas, desempleo, enfermedades y muerte de alguno de sus integrantes (Arriagada, 2007; Skolnick, 1997). Es así que la familia se ha considerado un recurso estratégico de gran valor para las personas. La familia entonces desde una visión más comprensiva no sólo es un espacio de reproducción económica sino también es un espacio de apoyo y protección emocional para sus integrantes; aunque también es necesario señalar que el espacio familiar puede ser, en ocasiones, un lugar de desencuentros, diferencias e incluso situaciones de violencia (García y Oliveira, 2010).

En contextos de migración, la familia se ve afectada en uno de sus determinismos básicos, la corresidencia, debido a la ausencia de uno o varios de sus integrantes; por lo que los integrantes de una familia no viven de manera cotidiana en el mismo espacio. Las familias en contextos de migración comprueban que la institución familiar puede preservarse incluso aunque sus integrantes residan en espacios distintos ubicados, unos en el origen y otros en el destino; ejemplo de ello son las familias transnacionales o familias. Estas familias son un tipo de familia alejadas de cumplir con el requisito de la convivencia cotidiana bajo el mismo techo, y basan su pertenencia en las relaciones de intercambio recíproco y lazos de solidaridad entre los que están en un país y en otro (Pedone, 2006; Woo, 2006).

De acuerdo a Fauné (1996), estas familias crean en un nuevo espacio residencial que sobrepasa el estricto espacio fijo en el que residen todos los miembros de manera permanente, y es ahí donde emergen nuevos lazos y lealtades. En este contexto, se ha denominado como “hogar móvil”, a aquél que funciona sobre la base de múltiples combinaciones de movimientos espaciales (rural, urbano, de lo local a lo nacional e internacional) y de períodos de residencia de sus miembros (diario, semanal, quincenal, meses o años), en función de variables como edad, sexo y oportunidades de empleo. Otro tipo de familias prefieren mantener un hogar fijo en el país de residencia habitual y únicamente son algunos de sus integrantes los que se mueven; estas familias tienen un punto fijo de referencia.

Respecto de las formas de convivencia y lazos afectivos entre los integrantes de las familias en contextos de migración, Lommitz (1975) con base en familias en situación de migración interna muestra que, el contacto con los familiares que se quedan está condicionado a la cercanía física y a la cercanía del parentesco, de tal forma que el “contacto real” sólo se mantiene entre aquellos parientes separados por distancias cortas o con visitas regulares, son los parientes que viven en la cercanía inmediata los que representan la comunidad afectiva para los individuos.

En el siglo pasado con la incorporación de la perspectiva de género a los estudios de familia y migración se mostró la complejidad de sus vínculos y dinámicas sociales. De acuerdo a Szasz y Lerner (2003), la perspectiva de género, entendida como un sistema de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores que las sociedades construyen en torno a la diferencia biológica entre hombres y mujeres, ha con- figurado las relaciones entre los sujetos y ha creado jerarquías y desigualdades entre hombres y mujeres. Esta perspectiva social ha mostrado la existencia de un sistema simbólico de representaciones como la identidad o los roles sociales considerados “femeninos” y “masculinos”, a partir del cual las personas se organizan y actúan en su cotidianidad y suelen ser la base de la división sexual del trabajo en el interior de cada familia.

En la dinámica familiar, de acuerdo a García y Oliveira (2010), convergen la división intrafamiliar del trabajo y las formas de convivencia familiar. Respecto al primer elemento los relatos, dinámicas y significados que a continuación se presentan deben ser entonces situados y contextualizados en el marco de familias de clase social baja, con formas de producción directas o indirectas campesinas, con referentes socioculturales principalmente “tradicionales” ante la división del trabajo intrafamiliar y que viven en un contexto fronterizo caracterizado por una cercanía geográfica y social entre los lugares de origen y destino, una alta demanda de mano de obra en el soconusco, y posibilidades de movilidad migratoria transfronteriza documentada e indocumentada. Ha considerado que en las familias se requieren llevar a cabo tres tipos de tareas para lograr su reproducción cotidiana y social: el trabajo extradoméstico, el trabajo doméstico y el trabajo de cuidado; y que dichos trabajos se dividen entre los miembros en la familia, a partir de consideraciones socioculturales y diferencias de género –perspectivas desde las que se cuestiona la identificación del sexo como una variable definitoria en la división de las actividades que deben realizar hombres y mujeres (García, 2007).[2] por su parte, las formas de convivencia estarían definidas por quién o quiénes toman las decisiones en la familia y cuáles son las formas de control entre sus integrantes, entre las que se encuentran la violencia doméstica.

De manera específica el “trabajo extradoméstico” refiere a aquellas actividades remuneradas y no remuneradas que contribuyen a producir o adquirir los bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las familias. Las actividades económicas no remuneradas son el trabajo familiar sin pago en la producción agrícola para el autoconsumo o la ayuda familiar en los negocios familiares; este tipo de trabajo se torna relevante en el caso de las familias campesinas, ya que resulta fundamental para la supervivencia alimentaria de dichos grupos sociales (Verduzco, 1986). Por su parte el trabajo extradoméstico remunerado es aquél que se realiza para otros o para sí mismo –como trabajador por cuenta propia, y en el que se recibe un pago, salario o ganancia. En términos generales, las familias pueden combinar trabajo extradoméstico remunerado y no remunerado o realizar exclusivamente uno de ellos.

En contraposición, el “trabajo doméstico” refiere a las labores orientadas a producir bienes y servicios para el consumo privado y colectivo de los integrantes de la familia; es decir, son las labores de aseo y mantenimiento de la casa, como barrer, trapear, lavar ropa y trastes, cocinar, moler maíz, acarrear agua, limpiar el patio, cortar y acarrear leña, hacer las compras, entre otras. El hogar es también el ámbito en el que usualmente se lleva a cabo el “trabajo de cuidados”, el cual considera las tareas de alimentación y cuidados de niños, ancianos y personas enfermas que permanecen en el hogar; incluye labores como las de llevar y traer a los niños de la escuela, de las actividades extraescolares y las consultas al médico, entre otras.

Si bien sistemáticamente se ha reconocido la existencia de un “modelo clásico” de división sexual del trabajo en el hogar, en el cual las mujeres tradicionalmente se dedican a las tareas domésticas y de cuidados, y los varones al trabajo extradoméstico remunerado y no remunerado. Este modelo tiene como sustento, a decir de Lamas (1996), la identificación de que el papel biológico de las mujeres es parir hijos, y por lo tanto su rol de género es cuidar de ellos y ser también las encargadas de las tareas en el hogar; mientras que el papel del varón sería proveer los medios necesarios para preservar la reproducción económica de dicho grupo social. Bajo este sistema de diferencias sexuales se distribuyen entones los roles y tareas en el hogar. La aceptación social de tales distinciones entre hombres y mujeres, señala lamas, es justamente lo que da fuerza y coherencia a la identidad de género, y es a través de dicha aceptación social o no, que sería posible cambiar tales identidades. Sin embargo, en los estudios realizados en américa latina se ha mostrado reiteradamente que las mujeres continúan a cargo de la mayor parte de las tareas domésticas y de cuidados, incluso aunque también realicen trabajo extradoméstico remunerado (Aguirre, 2004; Pedrero, 2003), y que pocas veces se realiza una redistribución las tareas domésticas entre los miembros del hogar (Rojas, 2010; Benería y Roldán, 1992; García y Oliveira, 1994 Y 2006; Oliveira, 1998; entre otros).

Los estudios realizados desde la perspectiva de género han problematizado la “naturalización” de dicha diferenciación de labores entre hombres y mujeres; lo que ha servido para identificar y reconocer la existencia de posibles cambios y reconfiguraciones de la distribución de tareas al interior de los hogares en determinados contextos, circunstancias y épocas específicas, aunque estos en general poco se ha avanzado en la transformación de los roles y tareas tipificadas como femeninas y masculinas. Los cambios observados se concentran primordialmente en el ámbito del trabajo extradoméstico remunerado, a partir de la incorporación de las mujeres al mercado laboral y a ser parte de la proveeduría en el hogar, y pocos cambios en la participación de los varones en el trabajo doméstico y en el de cuidados.

Respecto a las formas de convivencia familiar, los estudios realizados desde la perspectiva de género han permitido problematizar la consideración de que la familia es un espacio armónico e igualitario entre sus integrantes, para ubicarlo como uno en el que también coexisten desigualdades, conflictos y desacuerdos en su interior. Se ha mostrado así que la familia es un espacio social jerarquizado por género y edad, organizado generalmente alrededor de la figura del padre, considerado la mayoría de las veces como el jefe de hogar, y a partir del cual el resto de los integrantes ubican su posición en la familia. En este sentido, la estructura de parentesco ha servido para determinar los roles de género y las relaciones de poder entre los hombres y mujeres que integran una familia. Así, las figuras sociofamiliares, del jefe o la jefa de hogar, la cónyuge, el hijo, entre otras, permiten identificar con mayor claridad sus papeles primordiales en la división y organización del trabajo cotidiano en la familia (García, 1998; Lomnitz, 1975).

De manera específica los estudios de la vida familiar en contextos de migración han destacado diversas temáticas, entre ellas las formas de mantener los vínculos de parentesco, las relaciones conyugales y las paterno-filiales; los reajustes en la reciprocidad, la solidaridad y las nuevas lealtades familiares, así como los particulares mecanismos de ayuda (Pedone, 2006; D’Aubeterre, 2002).[3] por otro lado, también se han estudiado las repercusiones de la migración internacional en la constitución de formas de “maternidad transnacional”, para visibilizar los circuitos de afecto, cuidado y apoyo financiero que transcienden las fronteras de un país (Ariza, 2007; Hondagneu-Sotelo y Avila, 1997); así como la reconfiguración de las tareas domésticas y de cuidados de los hijos en los lugares de origen, y el papel de las “abuelas-madre” (Salazar, 2001).[4] Sin embargo, cabe señalar que el estudio de la familia, su dinámica, organización y formas de convivencia en contextos de migración se han explorado esencialmente desde la experiencia femenina, es decir, ante la ausencia de la madre por razones de migración, y poco se ha indagado desde la experiencia masculina, es decir, desde el papel de padre, hijo o cónyuge. Por ello, autoras como Parella y Cabalcanti (2009) Y Rosas (2013) han destacado la necesidad de comprender a los varones migrantes como “sujetos de género”, para conocer sus subjetividades, necesidades, malestares y sentimientos respecto de la vida familiar.

Los estudios sobre el papel de los varones en la reproducción cotidiana de las familias tomaron mayor auge desde principios del siglo xxi. Los estudios sobre masculinidad y paternidad se han ocupado de visibilizar a los varones, especialmente padres y jefes de familia, no sólo son proveedores económicos sino también como sujetos interesados y partícipes de los cuidados de sus hijos y, en menor medida, en las tareas domésticas en el hogar. En el ejercicio de la paternidad pueden entonces identificarse ventajas y desventajas, así como dilemas y cambios generacionales respecto a la forma de ponerla en la práctica.

Los temas más relevantes son la proveeduría relacionada con la estabilidad/inestabilidad del trabajo y de los ingresos laborales; el cuidado de los hijos y la presencia o ausencia del padre; el ser referente de la autoridad en el hogar por designación familiar y aprendizaje de género, así como tomador de decisiones, por mencionar algunas. Entre las preocupaciones y tensiones de los varones derivadas de la función de proveedor, reconocen sentimientos de cansancio, presión y angustia, vinculadas al trabajo en sí mismo, especialmente en condiciones laborales no saludables, irregulares o humillantes para evitar una situación de desempleo (Tena y Jiménez, 2014). Los estudios al respecto han destacado que para algunos varones jefes de hogar la responsabilidad de la manutención económica de la familia ha significado una “carga”, tanto física como emocional, y que ésta se agudiza en condiciones laborales precarias y vulnerables. Cuando los varones son los únicos proveedores económicos en el hogar se han identificado condiciones de salud negativas, problemas físicos y psicológicos, situaciones de estrés, cansancio extremo y depresión, e incluso en casos extremos, experiencias de homicidios, todas ellas resultado del esfuerzo realizado por obtener los mayores recursos económicos posibles para la manutención del hogar (Tena, 2014; Figueroa, 2009; Olavarría, 2008; Jiménez y Tena, 2007; Burin, Jiménez y Meler, 2007; Kaztman, 1993).

Con base en este recorrido en el avance teórico y analítico en el estudio de la dinámica familiar y el papel de los varones en ella, el trabajo tienen como interés abordar la experiencia de paternidad y la participación en la organización familiar cotidiana de los varones guatemaltecos que trabajan de manera transfronteriza en México. Se parte de las condiciones de trabajo como una dimensión relevante para comprender la participación de dichos varones en toras áreas de la organización y dinámica cotidiana de sus familias. De manera específica, interesa indagar sobre la participación de otros miembros de la familia en el trabajo remunerado para “ponderar la proveeduría” como una responsabilidad exclusiva de los varones jefes de hogar y los vínculos afectivos, conyugales y paterno-filiales transfronterizos, los tiempos de convivencia familiar, así como la dimensión lúdica de la compañía entre padres e hijos. Considerando el interés por reflejar también aquellas situaciones familiares que no son armónicas interesa identificar los vicios y abusos derivados del papel de jefe de familia, como podrían ser la violencia, el autoritarismo, las formas de control conyugal y de padres a hijos.

Para lograr estos objetivos se recurrió al análisis cualitativo que se basó en 24 entrevistas realizadas a varones jefes de hogar, de origen guatemalteco, que trabajan de manera cotidiana “del otro lado de la frontera”, es decir, en Chiapas, México, para reconstruir su dinámica familiar. Con el fin de contextualizar y dimensionar dichas prácticas de “paternidad transfronterizas” se realizó también observación participante en los lugares de residencia habitual en Guatemala, en los trayectos transfronterizos de Guatemala a México y en los lugares de trabajo en Chiapas. Para ello a continuación se presenta un panorama general de la actual dinámica de movilidad y migración laboral transfronteriza en la región chiapaneca del Soconusco y la región del Sur-occidente de Guatemala, espacio al que se refiere esta investigación y en el que viven los varones y sus familiares entrevistados.

Finalmente, resta señalar que este trabajo toma como base el aporte de los estudios sobre migración internacional en el que se reconoce la pertinencia de considerar una visión más amplia de movilidad poblacional entre países (Castillo, 2004), y no restringirse a migraciones internacionales, definidas como aquellas en las que la persona cambia de lugar de residencia habitual de manera temporal. La dinámica de movilidad poblacional entre países vecinos, como es el caso de Guatemala y México, está compuesta por una diversidad de movilidades entre las cuales las migraciones internacionales son sólo una de ellas, y es posible incorporar otras como las de tipo commuting, es decir, aquellas en las que se moviliza cada día de un país a otro, sin cambiar de lugar de residencia habitual. La unión de ambos aportes teóricos y metodológicos de la dinámica y organización familiar, paternidad y migración, permite considerar que la movilidad laboral transfronteriza de cualquier miembro de la familia, como estrategia económica para asegurar un trabajo remunerado que permita la reproducción social y cotidiana de dichas familias, configuraría formas particulares de división intrafamiliar del trabajo y de formas de convivencia transfronteriza. Si bien, como señala Pries (2004), a pesar de que cada experiencia familiar migratoria depende de las decisiones y estrategias adoptadas en cada hogar, sean individuales o grupales, y se obtengan resultados diversos, es posible identificar formas típicas de procesos migratorios; lo que se configura como uno de los propósitos de esta investigación en el caso de las experiencias de familias transfronterizas.

2. Movilidad laboral transfronteriza Guatemala-México y el trabajo de los varones guatemaltecos

La movilidad poblacional por razones laborales ha sido una práctica recurrente de las personas cuando en sus lugares de origen no es posible sostener la reproducción cotidiana de sus familias o de sí mismos; el trabajo migratorio y transfronterizo entre países vecinos, como es el caso de México y Guatemala, es un ejemplo de dicha situación. En la frontera Guatemala-México, el flujo de trabajadores transfronterizos es, en su mayoría, de tipo unidireccional de sur a norte, es decir, de población guatemalteca que se traslada a Chiapas a trabajar de manera “diaria”, temporal o casi permanente. Para comprender la dinámica cotidiana de este espacio transfronterizo a continuación se presenta de manera sintética el contexto histórico, económico y laboral de esta región fronteriza, particularmente por considerar que el contexto socioeconómico y político es una variable que moldea la posibilidad de la migración laboral y la dinámica familiar transfronteriza de los varones objeto de estudio en este trabajo.

2.1. La frontera sur de México y los trabajadores guatemaltecos: una relación histórica y dinámica

La línea fronteriza que separa a México de Guatemala tiene una extensión de 956 kilómetros; sin embargo, el mayor flujo poblacional transfronteriza se concentra en la zona enmarcada por la región del Soconusco[5] en Chiapas y el departamento de San Marcos ubicado en la región del Suroccidente[6] de Guatemala (ver mapa 1). San Marcos es el departamento guatemalteco de mayor población en la región fronteriza con México (995,700 habitantes), tiene seis municipios fronterizos con Chiapas (Ocós, Ayutla, Malacatán, Tajumulco, Sibinal y Tacaná) y cuenta con una de las principales vías de comunicación terrestre desde Centroamérica hasta el sur de México por lo que es una ruta “natural” de tránsito poblacional hacia el norte. En San Marcos el 75% de la población reside en áreas rurales, 27% es población indígena de origen “mam” y 66% vive en condiciones de pobreza (PNUD, 2011). Estos datos permiten mostrar que, en general, la población guatemalteca que se encuentra “del otro lado de la frontera” sur de México vive en condiciones socioeconómicas precarias y por lo tanto su vida y dinámica cotidiana está enmarcada en experiencias provenientes de familias pobres –e incluso en situaciones de sobrevivencia-, campesinas y de clase trabajadora

Históricamente, la población guatemalteca del departamento de San Marcos se ha trasladado a los municipios chiapanecos fronterizos de Suchiate, Frontera Hidalgo, Metapa, Tuxtla Chico, Cacahoatán, Unión Juárez y Tapachula, lugares en los que se ubican las principales y más grandes fincas cafetaleras y bananeras de la región del Soconusco, así como las ciudades y localidades de mayor actividad comercial en la zona fronteriza mexicana. La región del Soconusco, por su parte, es un espacio fronterizo de contrastes socioeconómicos, en el que el 70.1% de la población mexicana vive en condiciones de pobreza y marginación (Coneval, 2012); y ha sido, a la misma vez, una de las regiones de mayor productividad agrícola en el estado de chiapas. El Soconusco es el escenario de las relaciones de vecindad más intensas a lo largo de toda la frontera sur; por lo tanto, como señala Castillo (2004), es un espacio en el que se establecen, a la vez, límites y puntos de encuentro entre México y Centroamérica.

En términos económico-laborales, en el Soconusco pueden identificarse dos espacios de trabajo, tanto para la población local como para los trabajadores migratorios, el trabajo urbano y el trabajo rural. El primero estaría representado principalmente por la ciudad de Tapachula, cabecera de esta región y polo de atracción poblacional tanto de nacionales como de centroamericanos. Si bien, esta ciudad es el área más urbanizada de la región del soconusco, está conectada con otras de menor tamaño e importancia comercial y residencial como Ciudad Hidalgo en el municipio de Suchiate o la cabecera municipal de Tuxtla Chico, que también se ubican como destinos laborales alternativos.

Por su parte, el espacio rural puede también subdividirse en dos regiones, la primera es la ubicada en la zona norte de la región del Soconusco identificada como la región cafetalera, en la que se encuentran tanto los más reconocidos productores de café, a nivel nacional e internacional, como fincas y ejidos de menor tamaño. La otra región es la costera en la que se producen los cultivos de clima cálido, como banano, papaya, limón, mango y caña; en ella destacan municipios como Suchiate, fronterizo con Guatemala, en el cual se encuentran las principales fincas y ejidos de banano y plátano del Soconusco, y Huixtla por sus ingenios azucareros. La zona del Soconusco históricamente ha destacado por ser una región productora y exportadora de sus productos agrícolas, y ser uno de los principales corredores comerciales de conexión entre México y Centroamérica, motivo por el cual es un espacio de continua redefinición laboral, comercial y sociocultural. El Soconusco comparte similitudes económicas y productivas con su contraparte fronteriza, el suroccidente de Guatemala; ya que en el que también se encuentran fincas y ejidos cafetaleros y bananeras vecinos dedicados a la misma producción agrícola.[7] Se tal manera, que la población guatemalteca que reside en los departamentos fronterizos con México, como San Marcos, suele compartir similitudes sociolaborales y continuidades productivas con la región del Soconusco (Castillo, 1999).

Región transfronteriza entre el Soconusco (Chiapas, México) y San Marcos (Guatemala)
Mapa 1
Región transfronteriza entre el Soconusco (Chiapas, México) y San Marcos (Guatemala)

Como cualquier otra zona fronteriza entre países vecinos, las movilidades transfronterizas de tipo laboral se originan del país con menores oportunidades laborales al de mayores oportunidades. La movilidad de trabajadores guatemaltecos al Soconusco inició en el siglo XIX con la instalación de las primeras fincas cafetaleras en la región y al consecuente inicio de demanda de mano de obra para las diversas labores agrícolas, especialmente corte de café. Es así que desde hace más de un siglo, cada año entre los meses de noviembre a febrero existe un gran flujo de trabajadores estacionales contratados en las fincas cafetaleras para el corte del grano, al que acuden familias y trabajadores individuales; estas movilidades laborales son estacionales y por lo tanto temporales (Ordóñez, 1985; Zebadúa, 1999; y Castillo y Vázquez, 2010). Por su historicidad, el estudio de los trabajadores guatemaltecos en el soconusco son bastas y se han se enfocado en las condiciones laborales, socioculturales y, más recientemente, de derechos humanos de los jornaleros agrícolas cafetaleros. Recientemente se han realizado estudios acerca de trabajadores guatemaltecos en la producción de banano (Santacruz et al., 1998), de caña (Wilson, 2014) y de mango (Fletes, 2008), enfocados en describir la dinámica del proceso productivo y de exportación, las condiciones laborales.

Con el desarrollo de la economía urbana y algunos episodios de crisis agrícolas -como la caída internacional del precio de café en 1999, los desastres provocados por el huracán Stan en 2005, entre otros-, la participación laboral de los guatemaltecos en la región del soconusco se diversificó a casi todos los sectores de la economía chiapaneca. En la actualidad, los estudios dan cuenta de la diversificación laboral de los trabajadores guatemaltecos en el Soconusco, desempeñando actividades tales como trabajadores en la construcción, la venta ambulante, los servicios, el trabajo doméstico y el comercio informal, además del tradicional trabajo agrícola; en particular se han destacado las diversas formas de inserción laboral de los trabajadores según la temporalidad y condición de compañía durante su estancia en Chiapas (Nájera, 2011 y 2009). Es así que en la región del Soconusco, los guatemaltecos han sido históricamente la principal mano de obra en el sector agrícola y más recientemente en sector urbano; por lo que, como señala Castillo (1992), las migraciones laborales en la región fronteriza del sur de México son un fenómeno en paulatino cambio.

Sin embargo, a pesar de la presencia histórica de los trabajadores guatemaltecos en el Soconusco, aún no existen datos precisos sobre el número de trabajadores guatemaltecos que laboran en Chiapas. La dificultad de detectar, registrar y cuantificar a esta población flotante, que cruza, transita y permanece en territorio mexicano por días, meses o años, tiene su origen en el tipo de frontera que existe entre México y Guatemala. A diferencia de la frontera norte de México, entre méxico y Guatemala la delimitación fronteriza está “señalada” por una frontera “natural”, como son los márgenes del río Suchiate, e “indicada” por montículos de cemento color blanco de no más de 80 centímetros de alto dispuestos entre la abundante vegetación que existe en los límites fronterizos de ambos países. Es así que la delimitación fronteriza entre el Soconusco y San Marcos más que ser una “frontera barrera” que impide el paso de población de un lado a otro, es una “frontera señalamiento” que muestra o alerta que se está en un país o en el otro.

En este escenario fronterizo, como ocurre en otros contextos globales, la migración laboral transfronteriza cumple por un lado la función fundamental de suministrar la fuerza de trabajo necesaria en los mercados laborales de los países de destino (Artola, 2008); pero por otro, representa la posibilidad de acceder a un trabajo para la población que busca un empleo, que al tener que cruzar una línea fronteriza los convierte en trabajadores migratorios. En el contexto transfronterizo Guatemala-México, el trabajo realizado “del otro lado de la línea” se ha convertido en una estrategia familiar e individual para la manutención cotidiana de los guatemaltecos. En esta migración laboral interactúan entonces diversos elementos al unísono: las condiciones, funcionamiento y estructura de oportunidades del mercado laboral chiapaneco y guatemalteco, la regulación y control fronterizo desde la política migratoria de México, las redes sociolaborales transfronterizas, y finalmente, las necesidades particulares de los individuos y las familias guatemaltecas (Nájera, 2014).

2.2. Características del flujo de varones trabajadores guatemaltecos al Soconusco: los jefes de hogar

En el espacio transfronterizo comprendido por la región del Soconusco y el departamento de San Marcos en Guatemala se concentra casi el 60% de la movilidad poblacional y migratoria de la frontera México-Guatemala (Dardón, 2002; y Palma, 2003). El mayor flujo poblacional de guatemaltecos al Soconusco cruza por las localidades fronterizas guatemaltecas de Tecún Umán y El Carmen (departamento de San Marcos) al Soconusco.. De acuerdo a la encuesta sobre migración en la Frontera sur de México (Emif Sur)[8] que se aplica en dichos puntos fronterizos, el flujo anual de trabajadores guatemaltecos a Chiapas es 296 mil cruces al año en promedio, en el período de 2004 al 2014.

Una de las principales características de este flujo de trabajadores guatemaltecos a Chiapas es que casi la mitad de dichos cruces laborales se realizan con estancias laborales de 4 a 10 horas, dependiendo del oficio que desempeñan. A la población que vive de un lado de la frontera y se desplaza cada día a trabajar al país vecino, pero mantienen su lugar de residencia habitual en el país de origen, se les denomina commuters(Colef et al., 2009; ONU, 1990).[9] es así que el 45% de los cruces anuales de trabajadores guatemaltecos al Soconusco refieren a trabajadores commuters o trabajadores “diarios”. Por su parte, el 55% del resto de los cruces refieren a movilidades laborales de “más de un día”, es decir, estancias semanales (13%), de quince días (6%), de un mes (30%) y más de un mes pero menor a un año (6%).

En el año 2014, en el flujo anual de trabajadores guatemaltecos al Soconusco, los cruces de varones constituían el 77% , lo que muestra un flujo laboral transfronterizo esencialmente masculino. . En el que, además, el 49% de los cruces fueron realizados específicamente por varones que eran jefes de hogar casados o unidos; situación que sería un indicio de que la mayor presencia de hombres casados o unidos podría estar relacionada con su su papel como proveedores económicos y la búsqueda de un trabajo remunerado en cualquier lado de la frontera Guatemala-México.

Sin embargo, cabe destacar que la otra mitad del flujo de trabajadores transfronterizos guatemaltecos a Chiapas está compuesta por mujeres cónyuges casadas o unidas, hijos e hijas solteras (13, 24 y 7% respectivamente);[10] lo que implica que otros miembros de las familias guatemaltecas también generan ingresos para ellos o para la familia, lo que muestra situaciones de proveeduría compartida en las familias –situación que se confirma con el hecho de que el promedio de perceptores de ingresos en dichos hogares es de 2.1 (83%). Más relevante aún es que el 99% de los trabajadores jefes de hogar declararon ser el principal proveedor económico en sus hogares.

De acuerdo a los datos de la Emif Sur, los jefes de hogar se concentran en las edades de 20 a 49 años (80%), en su mayoría sólo completaron la educación primaria (67%), y provienen de hogares compuestos por seis personas en promedio. La mayoría de los trabajadores proceden del departamento fronterizo de San Marcos (85%), especialmente de municipios fronterizos como Malacatán, Catarina, Pajapita y Coatepeque. Dichos trabajadores se dirigieron a trabajar a los municipios mexicanos de Tapachula, Suchiate, Tuxtla Chico y Cacahoatán (50, 21, 9 y 9% respectivamente); donde el 30% trabajó en una finca, ejido o rancho; 30% en alguna localidad rural y 40% en localidades urbanas, entre la que destaca la ciudad de Tapachula. La mayoría de los trabajadores transfronterizos señaló haber ocupado una hora, en promedio, para trasladarse de la línea fronteriza Guatemala-México a su lugar de trabajo (85%); tiempo de traslado transfronterizo al que sería necesario agregar el tiempo que les toma llegar de sus casas a la línea fronteriza.

Respecto a las condiciones de trabajo, el 45% de los cruces de jefes de hogar se desempeñaron como trabajadores agrícolas y el 55% en alguna actividad no agropecuaria, como la construcción (22%), vendedor ambulante (9%), comerciante (4%), trabajador en diversos servicios (11%) y otros. En promedio los varones laboran 8 horas al día en Chiapas (77%), aunque el tiempo depende de si trabajan para un patrón o son trabajadores cuenta propia y qué tipo de oficio desempeñen. En términos de remuneración al trabajo y beneficios laborales, en promedio un jefe de hogar gana 120 pesos mexicanos al día; pero al igual que en otros indicadores, éste valor varía dependiendo del tipo de oficio desempeñado, ya que mientras un trabajador agrícola en el café gana $80 al día, un trabajador en una empacadora de plátano puede ganar hasta $240 pesos -si la producción del día fue buena. En algunos trabajos, además de la remuneración salarial se reciben apoyos en especie como alimentación y hospedaje, que de acuerdo a la Emif en el 39% de los cruces laborales se recibe dichos apoyos; y únicamente un 5% recibe vacaciones, servicio médico o aguinaldo.

Como puede observarse de acuerdo a los datos de la Emif Sur 2014, el flujo de trabajadores guatemaltecos a Chiapas tiene un perfil sociodemográfico y laboral heterogéneo. Sin embargo, interesa destacar que las movilidades de los varones jefes de hogar son la de mayor preponderancia familiar y que dichos cruces se realizan en diversas temporalidades: 46% son movilidades “diarias” o de commuting; 24% son movilidades “semanales”, es decir, regresan a Guatemala cada fin de semana; y 30% son movilidades con estancias de entre 15 días y un mes, tiempo que permanecen ausentes de su casa y es hasta el regreso a Guatemala que visitan a la familia.

Con base en este panorama contextual de las formas de movilidad laboral transfronteriza el siguiente objetivo es indagar ¿Cómo organizan la vida cotidiana éstos varones y sus familias? ¿En qué forma participan o no los varones en labores como el trabajo doméstico o los cuidados de los hijos? ¿Qué tipo de prácticas afectivas paterno-filiales y conyugales se llevan a cabo ante la movilidad laboral transfronteriza? Para abordar dichos vínculos entre la vida laboral y familiar se recurrió al trabajo cualitativo, a partir de diversas entrevistas a varones trabajadores guatemaltecos cuya característica homogénea entre ellos era que trabajaban de manera remunerada “del otro lado de la frontera”; se procuró también buscar la misma diversidad de formas de movilidad laboral transfronteriza que la encontrada en el contexto cuantitativo respecto a las diferencias por tiempo de estancia y oficio desempeñado.

3. Familias transfronterizas y la participación de los varones proveedores en la organización y dinámica intrafamiliar

El análisis que a continuación se presenta parte de la idea de que las familias reestructuran la vida familiar como consecuencia del desplazamiento de uno o varios miembros de la familia; por tal motivo la vida familiar puede reorganizarse, fracturarse o desvincularse debido a la distancia territorial, temporal y emocional que crea la migración de alguno de sus integrantes. El objetivo en este apartado es entonces indagar acerca de la forma en que las familias de los trabajadores guatemaltecos jefes de hogar entrevistados, organizan la división del trabajo en el hogar, a partir de los roles y tareas asignadas a cada uno de ellos, así como las prácticas cotidianas que llevan a cabo o no para mantener el vínculo familiar. Con base en el análisis previo realizado con la Emif Sur acerca del flujo de trabajadores guatemaltecos a Chiapas se consideraron dos hipótesis de trabajo, la primera es que la mayor representación de varones jefes de hogar en el flujo de trabajadores guatemaltecos a Chiapas es un reflejo del rol que dichos varones tienen asignados en el ámbito familiar de la proveeduría económica, labor que puede ser de tipo exclusiva o compartida –ya que al menos la mitad del flujo de trabajadores está compuesto por cónyuges, hijas e hijos guatemaltecos que laboran del otro lado de la frontera.

La segunda hipótesis de trabajo es que la forma temporal en la que los jefes de hogar se movilizan a trabajar a Chiapas –diaria, semanal y mensual- moldearía y tendría efectos diferenciados en la participación de estos varones en las otras tareas necesarias para la reproducción cotidiana de sus familias, como son el trabajo doméstico, el trabajo de cuidados de los hijos y el trabajo extradoméstico no remunerado. A continuación se destaca el rol social de los varones jefes de hogar en sus familias, la relevancia del trabajo remunerado transfronterizo para ellos y para sus familiares, así como la forma en que los varones participan o no en la vida doméstica familiar mientras se encuentran en situaciones de movilidad laboral transfronteriza, así como se pone énfasis en los posibles cambios, arreglos o gestiones que permitirían incorporar la dimensión afectiva y de cuidados a los hijos en su cotidianidad; o por el contrario, los elementos que impiden la participación en dichas dimensiones de la paternidad.

El análisis que a continuación se presenta proviene de los relatos de 24 trabajadores guatemaltecos varones que laboran en el Soconusco y cuyo lugar de residencia habitual es Guatemala, aunque puede permanecer largos períodos de tiempo trabajando y residiendo en Chiapas (ver cuadro 1).[11] Entre las principales características sociodemográficas y económicas de los trabajadores y sus familias se encuentran ser identificados mayormente como los jefes de hogar, pertenecer a diferentes generaciones –aunque con pocas diferencias en el discurso sociocultural respecto a la división de trabajo intrafamiliar; las familias de referencia son nucleares y ampliadas en las que hay al menos un hijo, en su mayoría son familias que viven en condiciones de pobreza e incluso en situaciones de sobrevivencia alimentaria como las familias indígenas, por lo que en todas ellas el trabajo remunerado (en Guatemala o en Chiapas) representa una actividad de alta relevancia para sostener, mantener o mejorar el nivel de vida. Los relatos, dinámicas y significados que a continuación se presentan deben ser entonces situados y contextualizados en el marco de familias de clase social baja, con formas de producción directas o indirectas campesinas, con referentes socioculturales principalmente “tradicionales” ante la división del trabajo intrafamiliar y que viven en un contexto fronterizo caracterizado por una cercanía geográfica y social entre los lugares de origen y destino, una alta demanda de mano de obra en el soconusco, y posibilidades de movilidad migratoria transfronteriza documentada e indocumentada.

Una primera reflexión considerada para iniciar el análisis es que para los varones entrevistados un “buen padre” es aquel que atiende las necesidades materiales de su familia; y dicha tarea de proveeduría le corresponde en primer lugar a los varones, y en segundo lugar a las cónyuges, especialmente cuando el ingreso monetario del jefe no es suficiente para abastecer las necesidades de la familia. En el grupo de entrevistados, tener hijos es una etapa familiar esperada; los hijos se viven como una buena y preocupante experiencia de vida, ya que por un lado son una compañía y “traen alegría a la casa”, aunque también se reconoce, especialmente por los jefes de hogar y las cónyuges jóvenes, que incrementan la responsabilidad económica y las tareas de cuidado.

En términos generales, entre las familias guatemaltecas transfronterizas la división del trabajo intrafamiliar suele ser de la siguiente manera: cuando hay hijos en etapa de crianza, es común que se privilegie la dedicación exclusiva de las cónyuges a las tareas de cuidados y de trabajo doméstico, especialmente si el ingreso monetario del jefe de hogar alcanza para satisfacer las necesidades básicas de la familia. Sin embargo, cuando el aporte económico del jefe de hogar no alcanza, la participación de las cónyuges se hace indispensable, y los padres tienen que modificar la “usual” responsabilidad de la tarea de crianza y cuidados de los menores asociada a las madres a través de dos rutas: la transmisión de la tarea a las hijas u otras mujeres de la familia o incrementar la jornada de trabajo “diaria” para cumplir con las tres responsabilidades (las domésticas, las de cuidados y el trabajo remunerado).

De acuerdo a las experiencias de los varones guatemaltecos entrevistados, el rol de proveedor se “lleva consigo”, a cualquier lado de la frontera Guatemala-México; proveer es “su principal responsabilidad”, aunque ésta pueda ser compartida con la cónyuge u otros miembros de la familiar; por ello contar con un trabajo se torna indispensable sea “aquí o allá, dónde haya”, y esta necesidad se intensifica cuando son los únicos proveedores. La necesidad de movilidad laboral transfronteriza del jefe de hogar significa en términos familiares ausentarse del hogar familiar en Guatemala, así sea por algunas horas, días o meses. De tal manera que el tiempo dedicado al trabajo transfronterizo define su participación en otros trabajos necesarios para la reproducción cotidiana de dichas familias, como el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos, y afecta el ejercicio de la paternidad en otras dimensiones como los encuentros lúdicos con los hijos y el tiempo para la afectividad paterno-filial y en la relación conyugal.

3.1. La participación doméstica y de cuidados de los jefes de hogar y las prácticas familiares transfronterizas

La salida temporal de un miembro de la familia del hogar, por cualquier razón, provoca indudablemente cambios en la organización y división del trabajo. Las tareas a las que se refiere este apartado son la participación en el trabajo extradoméstico no remunerado –como la producción para el autoconsumo, las tareas domésticas, los cuidados de otros miembros -como niños y adultos mayores, y finalmente el trabajo fuera de la unidad doméstica, el remunerado. En los hogares las personas adoptan estrategias de organización de la vida doméstica y estrategias para mantener o la convivencia familiar, aunque sea en contextos transfronterizos, en función de quién es el miembro de la familia que se ausenta y por cuánto tiempo se ausenta. En 13 de las 24 familias guatemaltecas de referencia mostradas en el cuadro 1, existen familias con modelos de proveeduría compartida. Este primer referente implica que en dichas familias existen inicialmente tres distintas formas de organización intrafamiliar y de formas de convivencia transfronteriza.

Cuadro 1
Trabajadores guatemaltecos transfronterizos entrevistados en Chiapas según tipo de proveeduria y movilidad temporal
Trabajadores guatemaltecos transfronterizos entrevistados en Chiapas según tipo de proveeduria y movilidad temporal
Fuente: Elaboración propia con base en las entrevistas realizadas a trabajadores guatemaltecos que laboran en Chiapas, 2012; Nájera (2016).

La primera es cuando únicamente se moviliza el jefe de hogar a trabajar a Chiapas, sea como trabajador diario, una temporada o casi de manera permanente, los integrantes de la familia se quedan en Guatemala y ahí mantienen su cotidianidad familiar. La segunda forma es cuando el jefe de hogar junto con la cónyuge trabajan en Chiapas, de manera diaria o una temporada o casi de manera permanente; y por lo tanto una parte de la familia y algunas tareas para la reproducción cotidiana se lleva a cabo de manera simultánea en los dos lados de la frontera Guatemala-México; en este esquema es común que los hijos en edad escolar permanezcan en Guatemala. Finalmente, la terca forma de organización intrafamiliar es cuando el jefe de hogar y todos o casi todos los miembros de la familia se trasladan por una temporada específica a trabajar a Chiapas, la dinámica familiar se traslada temporalmente a México, y posteriormente todos vuelven a Guatemala.

En cada uno de estas tres formas distintas de dinámica laboral transfronteriza se presenta la necesidad de reorganizar el trabajo doméstico y de cuidados en Guatemala, así como las formas de convivencia familiar. Un hecho real es que en todas las familias hay niños -sean hijos o nietos, adolescentes y jóvenes, y existe la necesidad de que alguien se encargue de sus cuidados. La premisa común entre las familias es que los hijos permanecen en el mejor lugar posible, es decir, en el que “no pasen pena”, y éste es Guatemala. Los únicos hijos que se desplazan con los padres a Chiapas son los más pequeños, generalmente menores de cinco años, porque requieren aún de cuidado materno más cercano o no tienen aún edad para asistir a la escuela. El trabajo de cuidados de los hijos es una responsabilidad de las cónyuges, por lo que sea en Guatemala o en Chiapas y mientras ellas trabajan, estos hijos permanecen con la madre.

En las familias guatemaltecas entrevistadas, la madre es la “principal” responsable del trabajo doméstico y de cuidados, independientemente de si desempeña otras actividades como el trabajo remunerado. La madre es la encargada de repartir y asignar tareas entre los integrantes de la familia para desempeñar tal actividad. Sin embargo, no todos los miembros de la familia están disponibles para participar en el trabajo de la casa, los cónyuges generalmente no figuran en el listado de personas “disponibles” para el trabajo doméstico o de cuidados, porque ellos tienen su “propia responsabilidad” –como señalan las cónyuges, de tal manera que el apoyo proviene únicamente de las hijas y los hijos. Las tareas n el hogar se realizan en forma diferenciada entre hombres y mujeres, así hay “tareas de mujeres” y “tareas de hombres”. Los varones se ocupan de las tareas de “hombres”, como recolectar leña y acarrear agua, y a petición de la madre pueden realizar tareas “extras” como barrer o limpiar el patio y “hacer mandados”; mientras que las “tareas de mujeres” incluyen cocinar, tortear,[12] lavar ropa y trastes, barrer y trapear el interior de la casa y tender camas; sin embargo, cuando los varones no están, las tareas consideradas “de hombres” y las “extras” las realizan las mujeres.[13] En la repartición de labores domésticas, las hijas -sean niñas, adolescentes o adultas- son las “segundas responsables” después de la madre del trabajo doméstico y del cuidado de los hermanos. Un elemento común entre las cónyuges entrevistadas es que la mayoría reconoce que el trabajo de la mujer “nunca termina”, a diferencia del trabajo remunerado que realizan los hombres el cual termina cuando llegan a casa.

La organización cotidiana de las familias transfronterizas no necesariamente se lleva a cabo en un marco de acuerdos y arreglos favorables entre los miembros de la familia, existen desacuerdos, conflictos y tensiones al interior de las familias (Olavarría, 2002), y en especial, el señalamiento de lo desigual que es el trabajo entre hombres y mujeres. La convivencia familiar, entendida como la interacción cotidiana entre los miembros de una familia, se configura a través de la diada presencia-ausencia física del hogar. Cuando la estancia en Chiapas es temporal o casi permanente, la presencia física se cambia por una presencia simbólica. En la convivencia familiar transfronteriza se presentan dos características, la primera es el contacto familiar, a través de visitas constantes, llamadas o mensajes telefónicos, recados y regalos enviados con otros familiares o amigos; dichas acciones permiten “sentir” y “hacer saber” a los que se quedan en Guatemala que “se es parte de la familia”.

La segunda característica son las formas de control paterno-filial y conyugales que “aseguran” la pertenencia a la familia, que se tiene responsabilidades en ella y que “se sabe de los otros” aunque no se vean cotidianamente. Las redes sociales, familiares, de amistad y de paisanaje vinculan a los ausentes con los presentes en Guatemala y en Chiapas. A continuación, se relata la experiencia del ejercicio de la paternidad a través de la dimensión de la proveeduría, los cuidados y formas de vinculación paterno-filial transfronteriza. Para ello se construyeron cuatro modelos de familia transfronteriza en función de dos elementos: el tipo de proveeduría (única o compartida) y la temporalidad de la movilidad transfronteriza (diaria, temporal o casi permanente y de temporada). En estos cuatro modelos el varón jefe del hogar es el sujeto de referencia y es a partir de él que se construye la vida familiar cotidiana transfronteriza.

  1. 1. El jefe de hogar como único proveedor económico en movilidades laborales transfronterizas de commuting
    1. Este tipo de familia se organiza de manera “tradicional”, ya que el varón jefe de hogar es el principal y único proveedor económico en la familia y la cónyuge se dedica de manera exclusiva al trabajo doméstico y el trabajo de cuidados. De acuerdo al relato de jerónimo, arturo, manuel, rolando y miguel quienes diariamente se desplazan a trabajar a chiapas, su principal responsabilidad es la de ser el proveedor de la familia y dada la falta de trabajo permanente en guatemala ha sido una necesidad tener que desplazarse al otro lado de la frontera donde se desempeñan como albañil, estibador de tráiler, vendedor ambulante de ropa, peluquero y empacador de banano respectivamente. El ingreso monetario que perciben estos jefes de hogar suele ser suficiente para solventar los gastos de la unidad familiar, por lo que prefieren que la cónyuge se dedique de manera exclusiva a las actividades en el hogar, es decir, al trabajo doméstico y de cuidados de los hijos.

      La movilidad transfronteriza diaria del jefe de hogar modifica la rutina doméstica de las esposas, quienes ajustan sus actividades al horario laboral y de movilidad transfronteriza del esposo; algunas de ellas inician su día a las cuatro de la mañana para preparar el desayuno y el almuerzo que se lleva el cónyuge a chiapas. Aquellos jefes de hogar que regresan “temprano”, alrededor de las cinco de la tarde, por lo que prefieren comer hasta esa hora y así no gastar en comida mientras están en chiapas, y mientras que aquellos que tienen una jornada laboral que termina después de las seis de la tarde, llegan a guatemala a cenar. Durante el día, las cónyuges se ocupan de los quehaceres domésticos y de los cuidados de los hijos, como llevarlos a la escuela y acompañarlos en la tarde; los varones se incorporan a la actividad de la casa en la tarde o las noches.

      En estas movilidades laborales diarias, el tiempo se vuelve un elemento relevante en la dinámica de las familias; se deben considerar dos tiempos, el tiempo de traslado transfronterizo que incluye el tiempo ocupado desde la casa a la línea fronteriza y de ahí al lugar de trabajo; y el tiempo ocupado en la realización del trabajo, es decir, la jornada laboral. Es así que el tiempo “total” por los varones jefes de hogar repercute en el tiempo disponible para participar en el hogar y convivir con la familia cada día; por lo tanto, entre menor es el tiempo total ocupado en la movilidad laboral transfronteriza mayor es el tiempo que el jefe de hogar tiene para convivir con la cónyuge y los hijos, y viceversa. En la experiencia de manuel, que trabaja como vendedor ambulante de ropa en chiapas, su día comienza saliendo de casa a las ocho de la mañana, requiere de una hora para llegar al paso fronterizo de el carmen/talismán y de otra hora para llegar a tuxtla chico o cacahoatán, como es trabajador por cuenta propia ha definido su horario de venta de 10 de la mañana a dos de la tarde. Manuel platica que prefiere ser comerciante porque él mismo define su horario de trabajo, “puedo regresar ‘temprano’ a casa para estar ‘algo de tiempo’ con mis tres hijos”, los cuales tienen 4, 7 y 9 años. En las tardes manuel juega con sus hijos, ayuda en las labores de la casa y pasa tiempo con su esposa.

      Sin embargo, una experiencia opuesta de la relación trabajo-familia es la de miguel, quien trabaja como empacador de banano en una finca cercana al río suchiate y cuya jornada laboral es de seis de la mañana a seis de la tarde. Él sale de su casa cada día a las cinco de la mañana y regresa entre siete y ocho de la noche –si no hay “trabajo urgente” y debe quedarse más tiempo. Él platica que buscó trabajar en una finca que se encontrara cerca de la línea fronteriza para acortar la distancia y el tiempo que toma salir de su casa y llegar al lugar de trabajo, cada día el propósito es llegar lo más temprano posible a su casa y tener tiempo para descansar y convivir con su familia. En general, en las fincas bananeras la jornada de trabajo termina casi al anochecer, y el “tiempo que queda es poco” para convivir con sus hijas de 2 y 5 años y su esposa. Manuel, que permanece más de doce horas fuera del hogar, señala que todos los días se siente cansado, tanto por el trabajo que desempeña como por la rutina de movilidad transfronteriza, por lo que al llegar a casa a veces lo único que busca es comer y descansar, para estar listo para el otro día. Sin embargo, platica que a pesar de sentirse siempre cansado le interesa “estar al pendiente” de lo que pasó durante el día: “cuando yo llego [a guatemala] veo a los niños, le pregunto a ella [su cónyuge] qué le dijo la maestra, le pregunto si le dieron coraje los niños; entonces es una relación de ‘no nada más de llegar, bueno ya vine y ya me voy a la cama’, me gusta estar al pendiente.” En su experiencia como padre es posible identificar sentimientos de tristeza porque muchos días no ve a sus hijasa pesar de que siempre llega a su casa, “a la hora que salgo ellas están dormidas, y a veces a la hora que llego ya están dormidas, sólo dormidas las veo”.

      Un referente generalizado entre los jefes de hogar que se movilizan diario a trabajar a chiapas es la ventaja de estar en tu casa, de volver cada tarde, aunque lleguen cansados por la dinámica de movilidad transfronteriza más la jornada de trabajo; valoran y buscan, dentro de su margen de posibilidades, mantener un contacto familiar cotidiano. El tiempo es un elemento muy importante en estas experiencias de vida familiar; ya que el “tiempo total para cumplir con su rol de proveedor” incluye el tiempo desde que salen de la casa, cruzan la frontera, llegan a su lugar de trabajo en chiapas, trabajan y regresan a guatemala; si bien hay casos en los que el tiempo total puede ser de 8 horas, otros puede necesitar 14 horas, lo que se traduce en ausencia, cansancio general, baja o nula participación en las tareas domésticas y de cuidados de sus hijos; simplemente porque no queda tiempo para ello. Es de destacar, que todos varones entrevistados señalaron que en la división de tareas, como a ellos les corresponde trabajar por ser el papá, en consecuencia las labores domésticas y el cuidado de los hijos son responsabilidad de la cónyuge. Las tareas domésticas que le corresponden a los varones, como traer leña o agua y hacer reparaciones en la casa, se realizan durante las tardes o los fines de semana.

      En estas familias además, el jefe del hogar es la principal figura de autoridad en el hogar, por lo que es quien otorga cualquier tipo de permiso a la cónyuge y a los hijos, es también quien controla y distribuye los gastos del hogar. En general, debido a las condiciones de pobreza en que viven la mayoría de las familias guatemaltecas de referencia, uno de los propósitos siempre es ahorrar el dinero lo más posible y gastar lo menos posible, para poder satisfacer las necesidades más básicas. Miguel lo relata de la siguiente manera: “pues es un beneficio que haya trabajo [en chiapas] por si uno quiere comprarse algo, pero como [el dinero] es para comida, pues eso ya es un beneficio!... Y no es de desperdiciar [el dinero]. No es de que gané tanto y me gasto tanto o me gasto más de lo que gané. La gente me dice luego ́ése es tacaño, no se toma el agua para no tirar la lata’, está bien digo yo. Por eso cuando llego del trabajo si vamos a tomar una gaseosa o algo es para toda la familia, sí, vale quince quetzales ¡quince! Pero toman todos. Aquí no sé cuánto vale una gaseosa porque nunca me he tomado una”. Es de rescatar que en todas estas experiencias de proveeduría los varones privilegian el ahorro de dinero durante su estancia en chiapas, por ello llevar alimentos y bebida desde guatemala para no gastar en chiapas o esperar hasta llegar a guatemala, suelen desplazarse caminando o en bicicleta para ahorrar en transporte. El dinero del que se dispone es para llevarles a la familia, “mis hijas siempre me dicen ‘¿qué me trajiste papá?’ y pues yo les llevo su pan”.

  2. 2. El jefe de hogar como único proveedor económico en movilidades laborales transfronterizas temporales
    1. Importar lista

      En estas familias la movilidad laboral transfronteriza es también realizada únicamente por el jefe del hogar con estancias de más un día en chiapas que implica dos consecuencias, por un lado, tener un espacio de residencia temporal en territorio mexicano y por otro, estar ausente de su hogar en guatemala por más tiempo que los trabajadores diarios. El tiempo que trabajan del otro lado de la frontera es casi-permanente, con regresos constantes a guatemala para visitar a la familia. En este modelo de organización de la vida familiar transfronteriza se encuentran las experiencias de festo, rufino y oswaldo quienes se desempeñan como albañiles y vuelven cada fin de semana a guatemala; y las de auribio, juan y gabriel quienes se desempeñan como vendedor ambulante de dulces, trabajador agrícola en una finca de café y en una finca de banano respectivamente, y vuelven a su casa, al menos, cada mes. Es relevante señalar que todos estos jefes de hogar trabajan de manera casi-permanente en chiapas, por lo que el trabajo que realizan es su principal, y en ocasiones la única, fuente de generación de ingresos para su familia.

      En el caso de los jefes de hogar que trabajan en el sector de la construcción, éstos suelen organizar la estancia laboral del otro lado dela frontera por semanas, es decir, se trasladan cada lunes por la mañana a chiapas y regresan a guatemala el sábado a mediodía para pasar el fin de semana con la familia. En cambio aquellos trabajadores que trabajan en labores agrícolas cafetaleras suelen ser contratados por períodos de 30 o 45 días, y dada la alejada ubicación de las fincas suelen volver a guatemala cuando termina dicho período laboral; con la posibilidad de poder regresar a trabajar a chiapas después de haber descansado una o dos semanas. En el caso de los varones que laboran sin un contrato laboral, es decir, que son trabajadores cuenta propia, suelen estar en chiapas la mayor parte del tiempo desempeñando actividades de varios servicios y venta ambulante de dulces; en estos casos los regresos a guatemala suelen programarse cada mes o dos meses, “hasta que se junta suficiente dinero” para llevar a su familia. En general, todos los varones vuelven a guatemala en días especiales como cumpleaños, festejos de la comunidad o ante cualquier emergencia familiar. Los jefes de hogar tienen que resolver dónde vivir y cómo satisfacer las necesidades de su vida cotidiana mientras permanecen en chiapas; las opciones son dormir en el lugar de trabajo cuando es posible y así ahorrar dinero, esta estrategia es común entre los trabajadores de la construcción y los agrícolas cafetaleros; o suelen rentar un cuarto con otras personas, sean familiares, amigos o paisanos, para compartir y disminuir gastos. De acuerdo a los relatos de estos jefes de hogar los trabajadores, la vida cotidiana en territorio mexicano transcurre trabajando, se aprovecha todas las oportunidades laborales posibles, agregando horas de trabajo o teniendo dos empleos: el propósito es siempre juntar el mayor dinero posible. Los momentos de descanso son usualmente sólo por la noche y los domingos medio día, espacios que aprovechan para ver televisión, lavar ropa y dormir; la vida cotidiana de estos jefes de hogar transcurre, a decir de ellos, en la soledad y el trabajo, ansiando regresar a casa, pero a la vez respetando las fechas acordadas para ello.

      Cabe señalar que a pesar del “plan de regresos” a casa, los jefes de hogar que permanecen solos en chiapas casi todo el año son trabajadores con un empleo que se realiza durante todo el año o son trabajadores cuenta propia, son los únicos que regresan a guatemala cuando se extraña mucho a la familia. Auribio, vendedor ambulante de dulces, durante mes y medio cada mañana llegaba a su lugar de trabajo, afuera de un hospital; su plan era volver a guatemala en una fecha determinada para la cual todavía faltaba un par de semanas. Si bien intentó “aguantar lo más posible” para respetar la fecha de regreso, un día ya no llegó a vender. El vendedor ambulante que lo sustituyó platicó que auribio se había ido a guatemala porque ya se había aburrido de estar solo en chiapas y tenía ganas de ver a su familia; dijo también que ya había ahorrado “un dinerito” y que con eso iba a comprar cosas para vender en guatemala, así que no volvería pronto.[14]

      En estas dinámicas laborales casi-permanentes en chiapas, los jefes del hogar suelen no estar físicamente con la familia, la relación y vínculo con los hijos y la cónyuge depende de “los regresos” a casa que confirman la pertenencia a la familia. Los vínculos afectivos de los jefes de hogar que vuelven cada fin de semana a guatemala son más cercanos que los vínculos de los jefes de hogar que vuelven cada mes o época en especial. Sin embargo, en ninguna de las dos experiencias se rompe el vínculo familiar por estar ausentes, porque “se trabaja para la familia”. Juan, trabajador en una finca de café, pasa casi todo el año en chiapas mientras su esposa y cuatro hijos permanecen en guatemala; a continuación, el relato sobre su familia y el trabajo en chiapas:

      1. “cuando la familia ya es grande ya no da, ya no alcanza, y ahí es donde nosotros nos salimos y aunque no quiera uno dejar a la familia, la tiene que dejar. Cuando yo me vine esta vez [a chiapas] me dijeron ‘¿a qué te vas a ir si acabas de venir?’. Como me fui a pasar la navidad allá [a guatemala], ya pasando año nuevo [me vine] otra vez. Pero uno se acostumbra también luego, ... Los extraña bastante, porque es triste ahorita para ellos no tener su padre ahí, y no es igual a estar solo que estar con la familia (para él). Se siente uno separado por un tiempo, pero ya, al volver, es la normalidad. Cuando llego [a guatemala] mi esposa se pone contenta, pero ya cuando yo me vengo [a chiapas] se enoja, se pone triste, porque no es igual, hace falta uno en la casa, ya no es igual”.

      Al igual que entre las experiencias de los jefes de hogar que cruzan a trabajar a chiapas de manera diaria, las cónyuges de los trabajadores temporales se ocupan de manera exclusiva del trabajo doméstico y del cuidados de los hijos. La ausencia “temporal” del jefe del hogar en la casa significa cambios en la vida cotidiana de la familia, como que la cónyuge además de “sus responsabilidades”, en las labores domésticas y de cuidado de los hijos, también se ocupa del trabajo agrícola en la parcela familiar -cuando se tienen,[15] y es la encargada de tomar las decisiones de la familia “hasta que regrese” el jefe de hogar; es así, que se convierte de manera temporal en la principal responsable y representante del hogar son la figura de autoridad, otorgan permisos y designan castigos o sanciones a los hijos cuando es necesario, toman decisiones sobre cómo distribuir el dinero para las necesidades cotidianas; e indican qué decisiones pueden esperar hasta que llegue el padre. Por lo tanto, las cónyuges asumen el rol del “jefe de hogar” hasta que llega el esposo, una vez que éste regresa el varón la jefatura del hogar. Por estas razones, algunos varones, como rufino y oswaldo, identificaron a la cónyuge como la “jefa del hogar”, porque “ella es la que está ‘allá”.

      Uno de los principales costos familiares para los jefes de hogar entrevistados es no poder ver a la familia continuamente. La ausencia de los varones en guatemala es entendida y justificada por la necesidad de generar recursos monetarios para mantener a la familia, el jefe de hogar es el que realiza “el sacrificio” para que “la familia esté mejor y esté allá”, en el lugar al que pertenecen, donde se encuentra la casa, el terreno, las amistades y la familia, las redes de apoyo institucional para el acceso a la educación y el servicio médico. En estas circunstancias, el deseo de mantener, económica y espacialmente, a la familia en guatemala se torna más importante que el deseo de estar todos juntos en el lugar donde hay trabajo.

      En términos del vínculo conyugal, la relación entre el jefe de hogar en chiapas y la cónyuge en guatemala se basa en la “confianza” del uno en el otro; la cual se ejerce en ambas direcciones, tanto de la cónyuge hacia él y como de él hacia ella. La mejor situación conyugal es cuando ambos se tienen confianza; sin embargo, en las historias de éstos trabajadores que pasan casi todo el año en chiapas es común encontrarse experiencias sobre infidelidades, tanto de los varones como de las mujeres que se quedan en guatemala. Aunque la mayoría de los jefes de hogar se refieren al tema de la confianza y fidelidad como sentimientos muy valorados por la pareja, algunos de ellos relataron haber tenido alguna relación amorosa temporal porque se sentían solos, pero señalaron que nunca dejaron de mantener a su familia, un trabajador señaló, con más confianza durante la entrevista, que él ya había formado “otra familia” en chiapas; lo que permite mostrar que hay experiencias conyugales en las que el vínculo y compromiso económico, emocional y amoroso con la familia se rompe. Otra experiencia similar es la que señala un trabajador refiriéndose a otro: “él [su amigo] dice que es ‘soltero geográfico’, porque tiene esposa en guatemala pero acá [en chiapas] es soltero”, lo que muestra las diversas formas que toman las relaciones y vínculos conyugales transfronterizos.

      La confianza no sólo abarca el compromiso conyugal sino también el “compromiso hacia la familia”, el cual se expresa en los regresos a casa y en que se velará por las necesidades de la familia. Es por ello que los jefes de hogar procuran regresar a casa en las fechas establecidas y llevar el dinero que han ganado durante su trabajo en chiapas, acciones que representan la existencia de un lazo de lealtad del jefe de hogar hacia la familia. Festo, es un jefe de hogar que regresa cada fin de semana a guatemala, platica “yo la conocí [a mi esposa], [vi] cómo era ella, no desconfío, si yo la hubiera conocido en la calle o algo así, sería diferente. [....] Del dinero que gano sólo me dejo lo necesario, [porque] si no le dejo lo suficiente, allá se encuentra otro [marido]”.

      En estas experiencias de ausencias temporales o casi permanentes, el jefe de hogar se mantiene en contacto con sus hijos y la cónyuge a través de llamadas o mensajes telefónicos, recados y envíos de regalos o dinero con familiares y vecinos que van a la comunidad de origen. Estas formas de vínculo familiar transfronterizo se caracterizan por su austeridad, al igual que los regresos a casa, se suelen restringir las llamadas telefónicas al mínimo y sólo son para emergencias por el alto costo que ello implica. Sin embargo, es importante señalar que todos indicaron que a pesar de que no se comunican muy seguido, su familia sabe dónde encontrarlo en caso de que se necesite. Finalmente, un elemento relevante en los vínculos familiares transfronterizos son las redes sociales creadas con familiares, amigos y vecinos, éstas permiten saber “aquí y allá” acerca de la vida cotidiana de las los miembros de la familia, por lo que siempre se sabe qué hacen y cómo están las personas de los dos lados de la línea fronteriza guatemala-méxico.

  3. 3. El jefe de hogar y la cónyuge comparten la proveeduría económica en movilidades laborales transfronterizas de commuting
    1. En este modelo de familia las cónyuges también participan en la manutención del hogar, aunque su aporte es considerado un complemento al ingreso económico generado por el jefe del hogar, quién es el principal responsable de la proveeduría en la familia. La movilidad transfronteriza a chiapas se realiza en pareja y ambos se dirigen a un mismo espacio laboral, aunque desempeñen labores distintas, por ejemplo, jorge y martha trabajan en una finca de banano -él trabaja en el campo y ella en la empacadora- y pablo y adali son comerciantes de ropa “de paca”[16] en un mercado local de tapachula. En otras experiencias como la de pedro y audelina y ramón y mary es la cónyuge la que labora en chiapas, ambas como comerciantes de comestibles, mientras que los jefes de hogar laboran en la línea fronteriza como cargador de mercancía y como cambista de moneda, respectivamente. Una de las principales características de estos trabajadores, es que se movilizan a trabajar a chiapas sin hijos “porque es difícil andarlos en tanto movimiento”, así que éstos se quedan en guatemala. En estas familias, al igual que en aquéllas en las que únicamente se moviliza el jefe de hogar, se mantiene el ámbito familiar en un solo espacio, en guatemala, y son únicamente los padres los que cada mañana se desplazan a chiapas y vuelven por las tardes a la casa. El jefe de hogar, como figura de autoridad, es quien otorga los permisos a todos los miembros de la familia y define el uso del dinero generado por la pareja. Los varones otorgan también el permiso a las cónyuges para salir a trabajar, para cambiar su horario de trabajo o de trabajo y para ir a visitar familiares, el jefe determina si su cónyuge puede ir sola a trabajar del otro lado de la frontera o si es mejor que trabajen juntos; la decisión se basa en la confianza entre los cónyuges. Si bien el trabajo remunerado de las cónyuges es valorado como positivo por los jefes de hogar porque mejora el bienestar de la familia, su participación laboral se determinada por la necesidad económica, la confianza y los celos entre la pareja. El acompañamiento laboral o la movilidad en pareja puede entonces ser una expresión de la forma de control conyugal, como lo explica martha “me dice que lo acompañe que para que no ande yo sola, pero la verdad es que solo quiere que esté ahí, quiere estarme vigilando”. Sin embargo, adali relata una experiencia laboral transfronteriza distinta, ya que el hecho de que su esposo “la acompañe” a trabajar es positiva, porque entre los dos “mantienen el negocio familiar”, él transporta la mercancía de guatemala a méxico y ella vende, por eso es ella la que trabaja y él quién la acompaña.

      La organización de las tareas en el hogar se reajusta no por la ausencia del jefe de hogar, sino principalmente por la ausencia de la cónyuge, quién es la principal responsable del trabajo doméstico y de cuidados en la familia. Si bien, la ausencia de la madre es únicamente durante algunas horas del día, las cónyuges tienen que adoptar diversas estrategias para cumplir con el rol principal. La forma en que las cónyuges organizan la vida doméstica diaria depende del horario del trabajo en chiapas; adali que es comerciante de ropa puede regular su horario de trabajo porque es trabajadora por cuenta propia, pero martha tiene que ajustarse al horario establecido por la empresa bananera. El tiempo en el que se realizan el trabajo doméstico se define y subordina al tiempo dedicado al trabajo transfronterizo de la cónyuge; de tal manera que las tareas domésticas se asumen antes y después de la jornada de trabajo, por lo que pueden iniciar antes de las cuatro de la mañana y terminar hasta las 12 de la noche. El cuidado de los hijos se sobrelleva con el apoyo de otros familiares y el tiempo escolar. Entre las estrategias relatadas por las cónyuges destacan desde la mañana dejar “remojando” la ropa que lavarán por la tarde-noche, levantarse muy temprano para “procurar” dejar la casa aseada, llevar a los hijos a la escuela antes de cruzar a chiapas pedirle a algún familiar que los lleve a la casa y dejarles preparado el almuerzo para cuando ellos lleguen de la escuela. En general, el “tiempo total” de trabajo de las cónyuges trabajadoras commuters es la suma de las horas dedicadas al trabajo remunerado del otro lado de la frontera, más el tiempo que ocupan para el desplazamiento transfronterizo de la casa a la frontera y de ahí al lugar de trabajo, al trabajo doméstico y al cuidado de los hijos.

      Los varones jefes de hogar, que trabajan acompañados ayudan únicamente en las tareas consideradas de “hombres” como acarrear agua y leña o barrer el patio. Es así que la participación laboral de las cónyuges, incluso en el mismo horario de trabajo que el de los jefes de hogar, no las exime ni es una razón para compartir las responsabilidades del hogar con los padres. Una de las principales tensiones en estas familias es la “carga” de trabajo desigual entre el jefe de hogar y la cónyuge, como lo platica martha “ellos terminan su trabajo cuando llegan a la casa, pero el de uno ¡nunca acaba!”. Es de destacar que el jefe de hogar en estas familias es el principal proveedor económico, independientemente de si su contribución monetaria es mayor o no a la de su cónyuge, éste siempre es “complementario” y se considera una actividad “extra” para las mujeres, por lo que se suma a su responsabilidad principal que es el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados.

      En el tema particular del cuidado de los hijos, las discusiones más comunes entre los cónyuges se refieren a la forma en que las cónyuges educan y sancionan a los hijos, a los accidentes en que los hijos se ven involucrados, a las peleas que se suscitan entre ellos, entre otras, porque se considera que la madre es la encargada de lo que ocurre en la casa, en presencia o en ausencia. La falta de atención de las cónyuges sobre el cuidado de los hijos como consecuencia de su ausencia por razones laborales transfronterizas, es sancionada por los varones, ya que a decir ellos “esa es su única responsabilidad” y en ocasiones la descuidan. En estas experiencias de movilidad laboral transfronteriza los jefes de hogar conviven poco tiempo con los hijos, pero es el mismo poco tiempo que las madres tienen disponible. Al igual que las otras experiencias de trabajadores commuters, en estos movimientos no se experimentan sentimientos de separación familiar o largas ausencias, como ocurre en las movilidades temporales; y se ha privilegiado el regreso diario a casa y la convivencia cotidiana con la familia.

  4. 4. El jefe de hogar y la cónyuge comparten la proveeduría económica en movilidades laborales transfronterizas temporales
    1. En las movilidades laborales a chiapas del jefe del hogar y la cónyuge por estancias de más de un día es común que éstas sean en compañía de algunos miembros de la familia, por lo que pueden considerarse como “movilidades familiares”. Las historias de eliseo y miriam y alfredo y lety son parejas que regresan a guatemala cada fin de semana; hurizel y flor, y juventino y vicky permanecen con sus hijos pequeños en chiapas casi de manera permanente y se dedican a la venta de dulces ambulante; kilder y noemí y alvaro y guadalupe también permanecen con sus hijos pequeños en chiapas casi de manera permanente pero laboran en una finca de café; y finalmente armando y maritza, pedro y sara, y david y angélica representan la experiencia de familias que se trasladan a chiapas únicamente durante la temporada de corte de café, por lo que representan movilidades estacionales. Todas éstas familias llevan cotidianamente una vida familiar transfronteriza porque sus integrantes permanecen separados casi de manera permanente y realizan tareas domésticas, de cuidados y de trabajo remunerado en los dos lados de la línea fronteriza guatemala-méxico. Se identificaron dos tipos de movilidades familiares transfronterizas, las de “temporada” o “estacionales” y las “temporales-permanentes”. Las primeras refieren a familias, completas e incompletas, que se trasladan a trabajar a chiapas únicamente una temporada específica del año, la cual está definida por el ciclo agrícola del producto -como es la época de cosecha de café; por dicha razón, son nombradas como migraciones estacionales.

      Por su parte, las familias que se movilizan a trabajar sin una temporalidad específica, suelen permanecer trabajando en chiapas “el tiempo que sea necesario”, por lo que puede volverse un tiempo indefinido y permanente, esencialmente porque siempre necesitan de un trabajo remunerado que les permita generar los recursos económicos necesarios para la manutención de la familia; es así que fueron identificadas como “casi permanentes”. Estas familias no tienen interés en establecerse de manera permanente en chiapas, es decir, cambiar su lugar de residencia habitual a territorio mexicano; sin embargo, en la vida cotidiana permanecen la mayor parte del año o incluso varios años de ese lado de la frontera. Una tercera característica es que mantienen una dinámica de regresos constantes y sistemáticos a guatemala, cada semana, mes o cada dos meses, porque “allá” se encuentran y viven de manera permanente los hijos, se encuentra la casa y el terrero –cuando se tiene.

      La característica más relevante de estas familias es que la organización de la vida familiar se lleva a cabo simultáneamente en ambos lados de la frontera. Al igual que los modelos anteriores, el jefe de hogar es el principal responsable del trabajo extradoméstico remunerado, mientras que la cónyuge además de trabajar de manera remunerada, es la principal encargada del trabajo doméstico y de cuidados de los hijos, sea en chiapas o en guatemala. Entre las familias de “temporada” los hijos pueden y suelen viajar con los padres que trabajar en chiapas porque en guatemala es época de vacaciones escolares; pero en el caso de las familias que permanecen la mayor parte del año trabajando en chiapas, los hijos que los acompañan son usualmente aquéllos que aún no asisten a la escuela. Los padres privilegian que los hijos vivan donde pueden tener una “vida estable”, que es donde tengan acceso a servicios escolares y de salud y que permanezcan en su” casa, es decir, donde “pasen menos pena” -como ellos señalan. Es así que es común que los padres sólo se reúnan con todos sus hijos cuando es época de vacaciones escolares y se trasladan a chiapas, ya que los padres no pueden dejar de trabajar.

      Cuando la pareja deja hijos en guatemala, las labores para su cuidado se trasladan a los hermanos mayores, a otros familiares o incluso a la vigilancia de los vecinos –cuando los hijos ya son adolescentes; la sustitución de la madre en las tareas domésticas y de cuidados se realiza hasta que la madre vuelve a guatemala y es la madre la que organiza, pacta y es la responsable, aunque sea “en la distancia”, de los cuidados de los hijos. En guatemala también ocurren cambios en la vida cotidiana de los hijos, una primera decisión es definir dónde vivirán los hijos mientras los padres permanecen en chiapas; dos opciones son usuales, el cambio “temporal” a la casa de los abuelos u otros familiares, o que algún familiar se traslade a la casa de los padres a cuidar a los hijos. Cuando los hijos son adolescentes o jóvenes y pueden “cuidarse solos”, permanecen en la casa de los padres y los abuelos sólo cumplen la función de “estar al pendiente” de ellos. Una segunda decisión es quién realizará las tareas domésticas y de cuidados mientras no está la madre, a lo cual las sustitutas suelen ser las abuelas, hermanas, cuñadas o sobrinas de la madre. Es así que las familias guatemaltecas que participan en el flujo laboral a chiapas no son unidades aisladas ni autosuficientes, sino que modifican su vida cotidiana con el apoyo primordial de la red familiar durante la ausencia laboral del padre y la madre. Un sentimiento común entre las cónyuges que dejan a sus hijos en guatemala es la preocupación de si sus hijos “estarán bien” y el pesar de “no poder estar en la cotidianidad” de sus hijos, es decir, no poder verlos ni atenderlos.

      La división del trabajo intrafamiliar en las familias guatemaltecas que permanecen laborando en chiapas es similar a la división en guatemala, las madres se ocupan de los hijos y las tareas domésticas, además de trabajar de manera remunerada, y los padres únicamente del trabajo remunerado. Las madres antes, durante y después de la jornada de trabajo cuidan a los hijos, y se ocupan de las labores domésticas antes y después del trabajo. En el caso de las familias en espacios urbanos es común que las madres preparen antes de salir de casa el almuerzo para comer mientras están en la calle, otra opción es comprar comida. Las tareas domésticas como la limpieza del cuarto, lavar trastes y ropa se realizan en las noches y los fines de semana, tradicionalmente los domingos que suele ser el día de descanso. Flori, vendedora ambulante de dulces en tapachula, platica: “la que lava la ropa soy yo, cocino, de todo. Mi esposo, él nada más se dedica a arreglar su venta, cualquier cosa y así. Él arregla todas las cosas [del negocio] y yo lo de la casa. Del bebé yo me ocupo ¿quién más?”.

      En la dinámica en las familias que trabajan en áreas urbanas los hijos tienen que acompañar a sus madres al lugar donde ella trabaja, porque no hay con quién dejarlos en la casa; así mujeres como flori y vicky, ambas vendedoras ambulantes de dulces, prefieren permanecer en un lugar establecido durante la venta para no andar caminando con los hijos; y el lugar de trabajo se vuelve entonces el espacio de la vida doméstica y de cuidados, “aquí [a las afueras de una universidad] estamos todo el día, aquí comemos, baño a las niñas, tienen su camita, y ya en la noche nos volvemos a la casa, pero aquí hacemos todo” (vicky, vendedora ambulante de dulces en tapachula, tiene dos hijas de un año y un hijo de 10). La tarea del cuidado de los hijos en chiapas es una razón por la que las cónyuges buscan empleos en los que puedan tener a los hijos con ellas.

      Entre las familias “de temporada” en las fincas de café los miembros de la familia que trabajan (el jefe, la cónyuge y los hijos mayores de 15 años) reciben dos comidas al día (desayuno y almuerzo) por parte del empleador, por lo que las madres cocinan en las tardes para el resto de los hijos y realizan las labores de limpieza como lavar ropa y cuidar a los hijos. En estas familias es común también que las madres mientras trabajan en el corte o preservación de las plantaciones de café lleven a sus hijos con ellas, especialmente si son aún pequeños y requieren de alimentarlos. Cuando hay hijos mayores, 8 años o más, ellos son el principal apoyo de las madres para el cuidado de bebés e hijos pequeños, incluso es posible dejar a los hijos con los hermanos mayores en los dormitorios de la finca hasta que los padres regresan del campo.

      En el caso de los varones jefes de hogar, sea que trabajen en áreas urbanas o rurales, suelen ocupar la mayor parte de su tiempo en el trabajo, trabajan “solos”, es decir, sin los hijos, los cuales se quedan con las cónyuges. Una vez que terminan su jornada laboral llegan a la casa principalmente a descansar y hay poca o nula participación en las actividades domésticas y en el caso del cuidado de los hijos suelen pasar “algo” de tiempo con ellos. El ejercicio de la paternidad entre estos varones suele restringirse a la proveeduría porque es su principal responsabilidad, con poco interés y énfasis en el cuidado de los hijos y encuentros lúdicos, porque generalmente adjudican dichas tareas y vínculos a la madre. Sin embargo, el sentir cambia con los hijos que están ausentes, es decir, aquéllos que se quedan en guatemala, ya que al igual que las madres suele expresarse un mayor afecto y preocupación porque “no están al tanto” de ellos; y ello les genera sentimientos de tristeza y “pena” por no poder estar con ellos porque hay que trabajar.

      Una vez expuestas las cuatro experiencias de los varones jefes de hogar entrevistados respecto al ejercicio de la paternidad y la organización de la vida cotidiana de sus familias, resta señalar que las formas en éstas familias guatemaltecas enfrentan o dan respuesta a la vida familiar está determinada por la estructura familiar y las oportunidades o restricciones que impone la vida laboral y la dinámica de movilidad transfronteriza. La posibilidad de movilizarse de guatemala a méxico, es decir, entre países fronterizos, se torna en un elemento relevante para sentirse “cerca y lejos” de la familia, posibilita la realización de tareas domésticas, de cuidados y remuneradas de un lado y otro de la línea fronteriza, así como volver a casa cuando se desee, cuando sea necesario o cuando se acaba el trabajo. Las cortas distancias entre las comunidades de origen en guatemala y las de destino laboral en chiapas, el acceso a la documentación migratoria para poblaciones fronterizas, la demanda de trabajadores en diversos sectores de la economía del soconusco, así como el costo del traslado transfronterizo posibilitan la afluente y continua movilidad laboral transfronteriza de los jefes de hogar y otros familiares.

      De manera resumida la forma en que organizan la vida familiar los jefes de hogar trabajadores transfronterizos es distinta si se movilizan ellos solos, con la cónyuge o con la familia; y en las movilidades tipo commuting en las que sólo participa el jefe de hogar son las experiencias transfronterizas en las que se experimentan los menores cambios posibles, aunque con alteraciones de horarios de vida familiar. La división de responsabilidades en las familias guatemaltecas estudiadas suele ser una decisión esencialmente de los varones, con base en los modelos de género aprendidos y la posibilidad de proveer él solo. Sin embargo, en todas las experiencias familiares relatadas ante la división y organización del trabajo intrafamiliar se imponen las necesidades económicas de la familia, por lo que el trabajo remunerado es el eje rector de la vida familiar. En el proceso de repartición de tareas primero se define cuál es el trabajo más indispensable para la reproducción cotidiana de las familias, destacando el trabajo remunerado como el principal; posteriormente, quién es el responsable de dicho trabajo, razón por la cual el varón jefe de hogar es el miembro de la familia responsable, y en ciertas situaciones el apoyo de la cónyuge en la proveeduría es también esencial; y se continua con el determinante de dónde se realiza dicho trabajo remunerado, ante lo cual se presenta la necesidad de desplazarse hacia donde haya trabajo, en este caso chiapas. Una vez elaborado dicho proceso de definición de tareas, el resto de los trabajos se reparten, es decir, el trabajo doméstico y de cuidados son tareas de segundo orden de importancia y son repartidas entre los miembros de la familia que quedan, esencialmente entre la cónyuge y los hijos.

      En el ámbito familiar es relevante considerar en la participación del jefe de hogar en tareas como el cuidado de los hijos o las labores domésticas, así como las formas en que se llevan a cabo las relaciones paterno-filiales y conyugales en contextos de movilidad laboral transfronteriza intervienen dos elementos. El primero refiere a que existen necesidades más apremiantes que otras, la necesidad de satisfacer los requerimientos materiales en la familia para garantizar su reproducción y sobrevivencia alimentaria, en algunos subsume otras necesidades o dimensiones de la vida familiar, como el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados, así como los vínculos amorosos o las actividades lúdicas, y en especial para los varones porque son los principales encargados de dicha responsabilidad, incluso aunque comparta la proveeduría con la cónyuge u otros familiares. El segundo elemento refiere al significado de la ausencia, temporal o casi permanente, del jefe de hogar del hogar en guatemala, lo cual se comprende tanto por el varón como por los familiares como una “necesidad ineludible” ante la falta de posibilidades de desempeñar dicha tarea en su lugar de residencia habitual. En este contexto de necesidad, la ausencia de los varones es aceptada es aceptada e incluso valorada como un sacrificio para mantener económicamente a la familia y para mantenerla sin cambios como sostenerla en el lugar de origen. La falta de participación de los varones en las tareas domésticas, de cuidados y en actividades lúdicas con los hijos; sin embargo, varios varones expresaron su interés e incluso realizaron diversas acciones para privilegiar el contacto con los hijos.

      Finalmente, cabe señalar que en el contexto de austeridad económica de estas familias, el jefe de hogar y la cónyuge privilegian hacer el menor gasto posible en todos los aspectos de la vida cotidiana mientras se permanece en chiapas, para ahorrar el mayor dinero posible para la familia, como el número de viajes a guatemala, el pago de alquiler y alimentación en chiapas. En algunos casos éstos suelen llevarse al límite y expresarse en condiciones de vida realmente precarias, así como en efectos físicos y emocionales negativos, como enfermedades, desapegos y abandono familiar. En otras experiencias de paternidad, cuando se extraña mucho a la familia, se regresa a guatemala inmediatamente, con el dinero que se tenga ahorrado y sin importar abandonar el trabajo y la casa provisional en chiapas.

Conclusión

En la actualidad la participación laboral de los trabajadores guatemaltecos en la frontera sur de méxico, y en la región del soconusco en chiapas, tiene tres caracterizas: se realiza en casi todos los sectores de la economía chiapaneca, se movilizan en diversas temporalidades –como trabajadores commuters o “diarios”, temporales-permanentes con regresos semanales y mensuales, y los temporales-estacionales; y se participa en forma individual o colectiva -en familias incompletas o completas. Cada forma de movilidad laboral a chiapas define un tipo de experiencia de vida laboral y familiar transfronteriza. Aunque sea uno o varios miembros del hogar los actores migratorios, el resto de los familiares también participan de manera activa o pasiva en la reconfiguración de la vida familiar cotidiana, lo que convierte a dichos grupos sociales en “familias en contextos de movilidad o migración laboral transfronteriza”.

Las familias transfronterizas entonces son aquellas en las que al menos una de sus tareas necesarias para la reproducción cotidiana se realiza de manera temporal o permanente “del otro lado de la frontera”, en este caso en particular es el trabajo remunerado. En consecuencia, éstas familias reacomodan tareas, roles y formas de convivencia de tipo transfronteriza. Estas familias privilegian un lado de la frontera como lugar de residencia “habitual”, a pesar de la ausencia constante del o de los sujetos migrantes; el cual suele ser el lugar de origen, donde se encuentra la familia, la casa, el terreno, los amigos, la familia y el acceso a servicios básicos como salud y educación. La unión de dichos elementos suele considerarse, por los trabajadores entrevistados, que permanecer en guatemala siempre es la mejor opción y por ello los esfuerzos se dirigen a lograr que la familia permanezca en el país de origen y sólo salgan del hogar los que trabajan de manera remunerada, es decir, los responsables la proveeduría en la familia. De acuerdo a los relatos de los trabajadores guatemaltecos entrevistados el lugar ideal para vivir es aquel donde “hay trabajo, está la familia completa, hay oportunidades sociales y se vive tranquilo”; sin embargo, dicha situación no es posible tenerla en un solo espacio y por ello se recurre a una vida transfronteriza entre guatemala y méxico.

Estas familias a pesar de la ubicación multisituada mantienen a sus integrantes vinculados a través de la relación de parentesco, que crea vínculos afectivos entre sus integrantes y las responsabilidades asignadas a cada uno de ellos respecto a las necesidades de proveeduría, cuidados y tareas domésticas. En esta investigación se destaca la relevancia de las relaciones de parentesco como el mecanismo para comprender las acciones de los trabajadores transfronterizos vinculadas con su ámbito familiar en el que su posición de jefe de hogar, cónyuge o hijo representa las responsabilidades en la familia, las cuales suelen llevarse a donde se vaya, es decir, incluso cuando no hay corresidencia cotidiana.

Los relatos, dinámicas y significados de la vida familiar construidos a partir de los trabajadores guatemaltecos jefes de hogar entrevistados deben ser situados y contextualizados en el marco de familias de clase social baja, con formas de producción directas o indirectas campesinas, con referentes socioculturales principalmente “tradicionales” ante la división del trabajo intrafamiliar y que viven en un contexto fronterizo caracterizado por una cercanía geográfica y social entre los lugares de origen y destino, una alta demanda de mano de obra en el soconusco, y posibilidades de movilidad migratoria transfronteriza documentada e indocumentada. Es así que se encontró que las familias guatemaltecas transfronterizas de referencia organizan la vida cotidiana a partir del trabajo remunerado. El contexto de pobreza en que viven estas familias promueve que el principal objetivo familiar sea la manutención económica, que incluso puede ser la sobrevivencia alimentaria. Este objetivo es además de largo plazo, y convierte al trabajo transfronterizo de tipo temporal en permanente. Las estrategias económicas transfronterizas emprendidas por estas familias llevan a estrategias sociales para la organización del trabajo en los espacios de residencia habitual de los miembros de la familia, así como a estrategias para la convivencia familiar en contextos de movilidad fronteriza, como son el contacto físico, los regresos continuos y los vínculos emocionales, para el cumplimiento de compromisos conyugales, paterno-filiares y familiares en su conjunto.

El ejercicio cualitativo realizado en este trabajo permite señalar que a pesar de que existen diferentes modelos de organización y convivencia familiar transfronteriza permea un modelo de división del trabajo intrafamiliar “tradicional” en el que el varón jefe de hogar es el principal proveedor económico y la cónyuge la encargada del trabajo doméstico y del trabajo de cuidados. Dicha división sexual del trabajo intrafamiliar legitima las responsabilidades entre hombres y mujeres, tanto de manera positiva como negativa; como es la participación exclusiva o la posibilidad de compartir una responsabilidad con otros miembros de la familia, o la promoción de formas desiguales de repartición de tareas entre los integrantes. Las variantes de formas de organización de la vida laboral o familiar se despliegan al incorporar el tiempo que se permanece laborando en chiapas y la participación laboral de las cónyuges. Con base en ello se encontraron cuatro formas de organización de la vida laboral y familiar transfronteriza cuando: 1) el jefe de hogar como único proveedor económico en movilidades laborales transfronterizas de commuting; 2) el jefe de hogar como único proveedor económico en movilidades laborales transfronterizas temporales; 3) el jefe de hogar y la cónyuge comparten la proveeduría económica en movilidades laborales transfronterizas de commuting; y 4) el jefe de hogar y la cónyuge comparten la proveeduría económica en movilidades laborales transfronterizas temporales.

Las movilidades laborales a chiapas “diarias” o de commuting se realizan cada día durante todo el año, en las “temporales-permanentes” se mantienen casi todo el año en chiapas con regresos a guatemala cada semana, cada mes, dos meses, en ocasiones especiales o cuando se requiera. En las familias con hijos pequeños o en edad escolar se privilegia el trabajo exclusivo de las cónyuges en la casa y en el cuidado de los hijos, especialmente cuando el ingreso económico del jefe del hogar alcanza para las necesidades de la familia. La participación de los varones en las tareas del hogar se limita a determinadas labores domésticas consideradas “trabajos de los hombres” como acarrear y recolectar leña, acarrear agua y atender los desperfectos de la casa, que se asumen al regreso del trabajo. La escasa participación de los varones en el trabajo doméstico y en el de cuidados puede explicarse por dos hechos: en el caso de los trabajadores commuterses por falta de tiempo, ya que la mayor parte del día lo ocupan en el trabajo extradoméstico remunerado en chiapas, el cual no sólo comprende la jornada laboral sino también el tiempo necesario para desplazarse cada día entre guatemala y chiapas; en estas experiencias el tiempo “que queda” suele ocuparse en descansar, realizar las tareas domésticas que le corresponden y pasar tiempo con los hijos.

En el caso de los trabajadores temporales o casi permanentes, la escasa o más bien nula participación doméstica se debe a la ausencia en el hogar y es únicamente en los tiempos que se regresa a guatemala para visitar a la familia cuando se participa en las labores domésticas, se pasa tiempo con los hijos y con la cónyuge. En general, una característica relevante entre todos los varones jefes de hogar es que su par- ticipación en la dimensión de cuidados y apoyo en las labores domésticas está ubicada en segundo nivel de actividades a realizar, dada la importancia del trabajo remunerado en la familia y la consideración de que su principal responsabilidad es la proveeduría.

En modelos de proveeduría compartida con la cónyuge se permite incrementar los ingresos del hogar al complementar el del jefe y disminuir la “presión” de la proveeduría sobre el jefe de hogar. Sin embargo, la participación de las cónyuges, así como la de los jefes de hogar en el trabajo doméstico y de cuidados puede no tenerse, la tarea recae en el principal responsable. De igual manera en las experiencias de proveeduría compartida, las cónyuges que trabajan pueden poner en marcha estrategias de apoyo doméstico y de cuidados para que la sustituyan temporal, parcial o totalmente mientras permanece en chiapas; sin embargo, esto no las exime de ser las responsables del ámbito doméstico y de los hijos, aunque salgan a trabajar por algunas horas cada día, una “temporada” o de manera casi permanente. Es así que la división del trabajo y la organización de la vida familiar transfronteriza se definen principalmente por las relaciones de género. Ante todas las experiencias laborales transfronterizas sean “diarias” o de commuting, temporales o permanentes, los jefes de hogar y sus familiares “se acostumbran” con el tiempo, se acostumbran a las ausencias, al exceso de trabajo, a extrañar a los suyos, a vivir en austeridad en chiapas, a siempre hacer el mayor esfuerzo y sacrificio posible para la familia.

Si bien la mayoría de las experiencias de movilidad laboral ttransfronteriza de los varones y la participación en la crianza, cuidados y encuentros lúdicos con los hijos es baja o nula por el tiempo que permanecen ausentes del hogar, siempre se “está al pendiente” de los hijos, añoran la convivencia cotidiana, permanecen preocupados por saber si los hijos están bien y les gustaría ver y estar con ellos; todas estas expresiones constituyen para ellos la forma de interactuar y participar en los cuidados de los hijos. La mayor expresión de afectividad paterno-filial y conyugal, y por lo tanto familiar, es trabajar para ellos, es decir, cumplir el rol de proveedor en la familia.

Es de destacar las expresiones de paternidad más afectivas entre los trabajadores commuters o diarios ya que fueron los varones que además de señalar su preocupación e interés por los hijos, también tomaron acciones para participar en los cuidados, la crianza y tener espacios de encuentros lúdicos con los hijos. Entre estos varones fue altamente valorado el interés por ver a los hijos y a la cónyuge todos los días, el deseo por elegir un trabajo transfronterizo en el que ellos determinaran la jornada de trabajo, como vendedores y comerciantes ambulantes, y el intento de llegar a casa cada día “lo menos tarde posible” para ver a los hijos, aunque sea un momento. En este sentido cabe resaltar la posibilidad de algunos varones padres de “diseñar” su propia dinámica laboral, a partir de la elección de movilidades transfronterizas “diarias” que les permiten volver a casa cada día, trabajar pocas horas y tener tiempo para la vida familiar. Es así que este tipo de movilidades si bien permiten ciertos beneficios familiares, que le permiten participar en varias dimensiones de la paternidad; el costo se traduce en cansancio crónico por la continua movilidad laboral transfronteriza de guatemala-méxico.

Este trabajo permite dimensionar la importancia de las condiciones de trabajo como una variable interviniente en la participación de los varones en diversas dimensiones de la vida doméstica y en el ejercicio de la paternidad a través del cuidado de los hijos, las labores domésticas, los encuentros lúdicos con ellos y el tiempo de vida conyugal. La flexibilidad del trabajo remunerado y la cercanía geográfica entre el lugar de residencia habitual el lugar de trabajo son variables que dan forma a la dinámica familiar. En general, a pesar de la distancia y las ausencias, los padres no lamentan ni se cuestionan la decisión de vivir de manera transfronteriza, porque solo así se puede mantener económicamente a la familia. Es así que, si bien los varones suelen estar distantes por no atender lo más cotidiano, el estar ausente no es sinónimo de ser irresponsable; por el contrario, de acuerdo a los relatos de los varones jefes de hogar, están ausentes es asumir y responder a su tarea de proveedores económicos.

Resulta relevante señalar una particularidad de esta ausencia laboral transfronteriza de los jefes de hogar entrevistados, la vida cotidiana mientras permanecen en chiapas se caracteriza por la austeridad. Los padres “gastan lo menos posible” en alimentos y condiciones de la vivienda, y trabajan y “ahorran lo más posible” para “llevar lo más posible” a su familia. En cuestión laboral, los jefes de hogar siempre están dispuestos a trabajar más y descansar sólo el tiempo necesario, esencialmente porque siempre suelen estar en alguna de las siguientes situaciones de inestabilidad laboral: falta de empleo, tener un empleo temporal o uno escasamente remunerado; de tal manera que aceptar trabajar más horas, trabajar los días de descanso o durante el período vacacional siempre es una opción aceptable porque no se sabe si después tendrán alguna forma de generar ingresos económicos.

Si bien es cierto que la proveeduría es la principal o única actividad de los varones jefes de hogar entre las tareas necesarias para la reproducción cotidiana de las familias, este trabajo tuvo como interés indagar acerca de la participación de los varones en otras dimensiones de vida familiar que suelen descuidarse, como son la afectividad y los encuentros lúdicos con los hijos y el vínculo conyugal –que aunque no es una práctica relativa a la experiencia de la paternidad ésta es parte de la vida familiar; e incluso se sostiene a partir de ello. También se indagó, aunque no se trató de manera sustantiva en este trabajo, prácticas y formas del control entre los cónyuges respecto a la movilidad y migración laboral transfronteriza, como son el cumplimiento a la planeación de llamadas telefónicas y regresos a casa continuos y la observación del comportamiento a través de familiares, amigos y vecinos en las redes sociales transfronterizas origen-destino. En cuanto a la relación conyugal las experiencias de los varones entrevistados refieren a la confianza como el vínculo afectivo más importante en la pareja; así como el apoyo mutuo y sustitución de la jefatura de hogar para la toma de decisiones y la organización de la vida cotidiana.

El varón se ubica de manera unánime como la figura de autoridad en la familia, la cual es más latente entre los trabajadores transfronterizos commuters, porque el varón mantiene en el ámbito doméstico de diaria, y menos en aquellos trabajadores de estancias en chiapas casi permanentes, en las que es comúnmente transferida a las cónyuges “hasta que el jefe regresa”. Aunque de manera inicial este trabajo se interesó por indagar sobre las relaciones específicas entre el jefe de hogar y los hijos y el jefe de hogar y la cónyuge, se encontró una dimensión no buscada que fue la familiar, especialmente al encontrar la relevancia de la participación y solidaridad de cada uno de los integrantes de la familia para llevar a cabo todas las tareas necesarias para la reproducción cotidiana de dichos grupos sociales. Es así que destacó el “tiempo familiar”, como el espacio en el que se dan los intercambios y encuentros lúdicos con los hijos y la cónyuge, y en el que no se diferencian los tiempos entre ellos sino más bien se traslapan para conformar lo familiar.

En este mismo sentido se encontró siempre latente la posibilidad de una ruptura conyugal, y en consecuencia una factura familiar, por la constante ausencia, pérdida de compromiso y vínculos amorosos con los hijos. Ante dicha posibilidad se configuran otras expresiones de familia, como las fragmentadas por separaciones y divorcios entre los cónyuges y situaciones de inestabilidad familiar, esencialmente en la proveeduría.

Finalmente cabe destacar que las familias y sus integrantes son entes dinámicos, que cambian, se reacomodan y ajustan sus formas de organización al interior para lograr “acoplarse” a sus necesidades, recursos y contexto social, económico, laboral, migratorio y fronterizo en el que se ubica su cotidianidad para mantener su reproducción cotidiana y generacional. Es así que las familias en contextos fronterizos pueden transitar como grupo social entre ser familias transfronterizas por una determinada época del año, serlo solamente por una vez durante su ciclo de vida familiar, serlo de manera permanente o dejar de serlo si se logra satisfacer todas sus necesidades de un solo lado de la frontera.

Desde la perspectiva relacional adoptada en este trabajo resta señalar que las acciones que hace o deja de hacer un miembro de la familia, así como sus ausencias y presencias, afecta la división intrafamiliar del trabajo y la forma de convivencia entre sus integrantes. Pero además, que las “responsabilidades familiares”, esencialmente de los jefes de hogar y las cónyuges, las llevan consigo al lado de la frontera en el que estén; que siempre se necesita que alguien trabaje para conseguir los recursos indispensables para adquirir bienes y pagar por los servicios que se requieren en la familia, que alguien realice las tareas domésticas en el hogar, por lo tanto ambas tareas se convierten en responsabilidades permanentes. Finalmente, se espera que este trabajo permita adoptar una mirada más social con respecto a los varones guatemaltecos que laboran en chiapas, ya que no sólo son “trabajadores”, sino también son padres, esposos y jefes de hogar.

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Notas

2 Para tener una visión más general acerca de los cambios en la división del trabajo familiar en el caso mexicano consultar García (2007).
3 Al respecto es el énfasis, desde la sociología de las emociones, en los elementos subjetivos que dan sentido a la experiencia migratoria de alguno o varios de los miembros de la familia, como son la soledad, la distancia emocional y la nostalgia sentimientos que emergen en la migración.
4 No obstante, dichas formas de vinculación familiar habían sido ya abordadas en los estudios de migración de finales del siglo XX, con trabajos como los de Pachano (1986) y Lomnitz (1975), que daban cuenta de las redes de apoyo al interior de los núcleos familiares, especialmente en situaciones extremas, difíciles o negativas, y que permiten mirar y enfrentar un evento de manera colectiva.
5 La región del Soconusco es una de las nueve regiones administrativas en las que está dividido el estado de Chipas y está integrada por los siguientes 16 municipios: Tapachula, Suchiate, Frontera Hidalgo, Metapa, Tuxtla Chico, Unión Juárez, Cacahoatán, Mazatán, Huehuetán, Tuzantán, Huixtla, Villa Comaltitlán, Escuintla, Acapetahua, Acacoyagua y Mapastepec.
6 La región Suroccidente de Guatemala es fronteriza con el estado de Chiapas y está conformada por los departamentos de San Marcos, Quetzaltenango, Retalhuleu, Suchitepéquez, Totonicapán y Sololá.
7 La zona cafetalera guatemalteca se ubica en la Sierra Madre y el territorio del volcán del Tacaná, lugar de los municipios Tacaná, Sibinal y Concepción Tutuapa pertenecientes al departamento de San Marcos; y la zona bananera en la costa del Océano Pacífico, en el departamento de Retalhuleu donde destaca el municipio de Ocós.
8 La Emif sur inició en el año 2004 y se ha aplicado desde entonces hasta la actualidad de manera continua. La encuesta refiere principalmente a dos flujos de migrantes, a los trabajadores transfronterizos y a los migrantes en tránsito por México con rumbo a Estados Unidos. En el caso de los primeros, los datos que a continuación se presentan refieren al Flujo Migratorio procedente de México a Guatemala, cuya población captada son los “individuos de 15 años o más, no nacidos en Estados Unidos o México, procedentes de México o Estados Unidos, y cuyo desplazamiento tuvo como motivo trabajar o buscar trabajo en México o Estados Unidos, o permanecer en alguno de esos países por un período mayor a un mes” (Colef et al., 2011: 48); de los cuales se eligió a aquéllos de 15 años o más, que nacieron en Guatemala, proceden de México y cuyo desplazamiento tuvo como motivo trabajar en México; población que refiere al 99% de los registros de la base de datos.
9 De acuerdo a la definición de la ONU (1990), los trabajadores commuters “cruzan cada día o por períodos de hasta una semana a trabajar del otro lado de la frontera y mantienen su lugar de residencia en su país de origen” (Artículo 2 (1)). En esta investigación sólo se nombra como commuters a aquéllos trabajadores que cruzan cada día “diario”, con la intención de diferenciarlos de los que tienen un lugar para dormir y vivir temporalmente del otro lado de la frontera, sea éste por una noche o una semana.
10 Los cuatro grupos familiares conformados representan el 92% de los cruces totales, por lo que un 8% refiere a otras construcciones familiares.
11 Se entrevistaron en total a 24 trabajadores guatemaltecos, de los cuales se obtuvo su historia familiar a partir del relato del jefe de hogar o de la cónyuge. Se entrevistaron a 9 eran trabajadores jefes de hogar commuters o “diarios”, de los cuales 5 se movilizaban solos y 4 con su cónyuge; 12 jefes de hogar en movilidades “temporales-casi permanentes”, de los cuales 6 se movilizaban solos, 2 sólo con su cónyuge, y 4 con la pareja y algunos hijos; y 3 eran movilidades familias temporales-estacionales a la cosecha de café. Las entrevistas se realizaron primordialmente en su espacio de trabajo, y en segunda instancia en su lugar de residencia habitual en Guatemala. La entrevista semiestructurada incluía los siguientes apartados: información sociodemográfica individual y familiar, matrimonio, hijos, maternidad y paternidad, división y organización de la vida familiar, y vida laboral y familiar en la frontera Guatemala-México. Para mantener la confidencialidad de los entrevistados sus nombres fueron cambiados.
12 Es hacer tortillas a mano.
13 Noemí, trabajadora doméstica en una finca de café en Chiapas, platica: “a mí mi papá nos decía ‘ahora vas a ir a tirar leña’, a las dos de la mañana ‘prepárate porque nos vamos’, ‘¡Ay diosito!’ decía, yo me hacía que me dolía la cabeza, pero mi papá no me creía, y yo decía ‘ay no aguanto’. Así las tareas de “hombres” también son realizadas por mujeres.
14 En la entrevista auribio había platicado que a veces cuando regresaba a Guatemala se llevaba ropa, cacahuates, dulces o paletas para vender allá; así tardaba más tiempo en volver a chiapas porque se dedicaba a la venta allá.
15 En las familias campesinas, ante la ausencia temporal del jefe de hogar, el terreno queda a cargo de la esposa y otros parientes como los suegros o padres, y las cónyuges son las que están al pendiente y trabajan la tierra para mantener el autoconsumo.
16 Ropa de paca refiere a ropa usada traída desde estados unidos en grandes volúmenes, de tal manera que se compra por “paca”, la medida en la que se comercia.
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