Padre Carolus di Spinola, sacerdote jesuita (1564-1622): el primer modelo de vida del padre Eusebio Francisco Kino (1645 -1711)*

Father Carolus di Spinola, SJ (1564- 1622):The First Role Model of father Eusebio Francisco Kino (1645-1711)

Peter Horwath
Universidad del Estado de Arizona, Estados Unidos

Padre Carolus di Spinola, sacerdote jesuita (1564-1622): el primer modelo de vida del padre Eusebio Francisco Kino (1645 -1711)*

Nóesis. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, vol. 25, núm. 49, pp. 226-244, 2016

Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Recepción: 06 Septiembre 2013

Aprobación: 25 Febrero 2015

El 15 de marzo de 1711 el muy amado ropa negra,1 quien se encontraba trabajando en Pimería Alta (Sonora y Sur de Arizona), el Padre Eusebio Francisco Kino, Sacerdote Jesuita (1645-1711), fallece inesperadamente en María Magdalena (hoy: Magdalena de Kino). El aniversario del “Apóstol de Sonora y Arizona” —como lo llamarían las futuras generaciones— se conmemoró en ambos lados de la frontera México-EU (Magdalena de Kino, ĺmuris, Hermosillo y Tucson), de la manera que usualmente se reserva sólo para el más grande entre los grandes, que han partido a su morada eterna. Existe la visión que durante el proceso de beatificación en curso2 será determinada su santidad, y de acuerdo con las creencias Católicas, una persona “bendita” ha entrado ya al Reino de Cristo. El Padre Kino fue un trabajador incansable en “La Viña del Señor” —más no en China o Japón donde fervientemente había anhelado ir— en México: primero en Baja California y después en Pimería Alta. Su carrera fue multifacética. Él fue un aventurero impávido, un defensor indomable de los Nativos, un astrónomo controversial,3 un explorador incansable, un exitoso criador de ganado, un notable jinete, y un gran misionero.

Sus mapas revolucionarios, que mostraron el carácter peninsular de Baja California, todavía eran utilizados décadas después de su muerte.4 Al comienzo de su camino espiritual, se cernía sobre él la misteriosa figura del “bendito Mártir” Carolus di Spinola (1564-1622), quien había trabajado en la Viña del Señor en Japon.5 “En cuanto a mí mismo”, escribió Kino a su “alma materna” María Guadalupe de Lancaster, Duquesa de Aveiro, Arcos y Maqueda, “Confieso que desde mi más temprana juventud y especialmente después de haber leído la vida y martirio de nuestro padre en Cristo, Carolus Spinola, me ha estado consumiendo el gran afán por ir a las Indias Orientales, y con esta visión he dedicado constantemente mi persona al estudio de las matemáticas”.6 La Duquesa había vaticinado para él un glorioso martirio.7 De hecho, Kino estaba consciente de esta posibilidad y estaba preparado para ello. En principio, llega primero el fructífero trabajo en el campo misionero y después, con la voluntad de Dios, el martirio. Haciendo referencia a los jesuitas alemanes, afirmó que estaban ansiosos de trabajar y sufrir y no disfrutar “a la vez de la felicidad en el cielo con los ángeles”.8

La siguiente reseña de la vida de Kino y el trabajo misionero jesuita en China y Japón, expondrá en debida perspectiva, la relación de Kino con su primer modelo a seguir, Padre Carolus di Spinola (1564-1622):

El extraordinario redescubrimiento del Padre Kino en 1959 produjo un entusiasmo hacia él, en México y EU, sin que haya disminuido aún. Nacido en Val di Non/Nonstal Trentino (Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana; desde 1919: Italia) como hijo de un viñador, fue registrado en los Archivos Bautismales como Eusebius Chinus; llamado en la vida diaria Eusebio Chini. Mientras estudiaba en el Jesuitengymnasium (división superior de la escuela secundaria) en el Hall am Inn (Tirol del Norte) en 1668 tomó, como segundo nombre, el de “Franciscus” en gratitud a San Francisco Xavier, sacerdote jesuita (1506-1552), por su intercesión mientras padecía de una enfermedad potencialmente mortal. Ambas instituciones pertenecientes a la Provincia Alemana Superior Jesuita, que se extendía desde el centro de Alemania en el Norte, a la predominantemente italiano-parlante región de Trentino en el Sur del Sacro Imperio Romano. En 1665 se convirtió en un Novicio de Landsberg am Lech (Bavaria) y fue ordenado Sacerdote en Eichstätt9 en 1677. Entre 1667 y 1677 Kino estudió en las universidades de Freiburgim Breisgaue Ingolstadt y cursó su magisterio obligatorio en el Jesuitengymnasium en el Hall am Inn. Fue absuelto de su Terciado en Altöttingen 167810 y se convirtió en “profeso” Jesuita, cuando tomó sus votos definitivos de las manos de Padre Jesuita Juan Bautista Coparten San Bruno, (Baja California Sur) en 1684. Antes de abandonar Cádiz (España) y dirigirse hacia La Nueva España en 1681, cambió su nombre por el de Kino, ya que Chinus/Chini en el mundo de habla hispana era “culi” (de baja casta).11

Kino era un Welschtiroler (Tirolo Ladino o Tirolo Italiano), pero por el deseo de su padre, por su educación, afiliación provincial jesuita, y por sentimiento, así como por la “ciudadanía”, él era alemán. Es así como también fue visto por sus cofrades en México. Su raza parecía no jugar papel alguno en lo que respecta a su propia persona: Tridentinus Tirolensis sum (Soy un Tirolés de Trentino), informó a la Duquesa de Aveiro.12 Nuestro Padre Kino podía presumir de un antepasado prominente: Dr. Simone Giovanni Chini, que había sido honrado en Speyer/Espira (Alemania), en 1529 por el Sacro Emperador Romano de la Nación Alemana Carlos V (1500-1585), concediéndole el derecho a tener y mostrar un escudo de armas (Wappenbrief), no obstante, sin que fuese ennoblecido.13 Tuvo un “pariente” destacado, Martinus Martini, Sacerdote Jesuita (1614-1661), de la Provincia Jesuita Austriaca que había obtenido fama internacional como geógrafo y que fue elevado al rango de Mandarín por el Emperador de China.14 De hecho, en su ferviente deseo por ser enviado a China, Kino no dejó piedra sin voltear para ser reasignado a ese país. Pero como se ha indicado, terminó en Pimería Alta, encontrando paz y felicidad en ese lugar, y llegó a ser venerado por su sacrificio y valerosa devoción al bienestar físico y espiritual de los Indios. Ahí, el incansable “Padre a Caballo” pronto se transformó en el “Apóstol de Sonora y Arizona”.

Y fue allí, que su magnífico entrenamiento como geógrafo y cartógrafo jugó un papel muy importante, si no es el que más de lo que hubiese llegado a ser en el Lejano Oriente (Indias Orientales). El 3 de mayo de 1681 él había llegado a Veracruz, en donde trabajó sin éxito como cosmógrafo Real en Baja California (La Paz; San Bruno), y fue reasignado a Pimería Alta (y Papaguería) donde arribó en marzo de 1687. Su experiencia en materia agrícola y la crianza de animales lo convirtieron en el misionero ideal para la región. El martirio no era su destino, sin embargo, vivía dentro de la posibilidad de ello, como lo demuestra el asesinato del joven Padre Francisco Xavier Saeta en Caborca (Sonora), durante la Primera Gran Sublevación en 1695.15 En vez de compartir la suerte de los Padres Saeta y Spínola, la vida de Kino llegó a reflejar un tanto la vida de su patrono San Francisco Xavier, Sacerdote Jesuita (1506-1552), quien murió en los umbrales de China y quien había bautizado a cientos de hombres, mujeres y niños japoneses.

En Pimería Alta, Kino emprendió unas 50 expediciones y viajes; fundó 17 misiones y visitas. Recorrió unas 20 000 millas a caballo, cubrió cerca de 50 000 metros cuadrados y trazó mapas en un área de 200 x 250 millas. Los 40 000 o más nativos (Pimas, Papagos, Opatas, Seris, Yumas, Maricopas, Sumas y otros) que había bautizado, veneraban al Ropa Negra como un padre. Él era un pacifista, mantuvo en jaque tanto a la milicia española, como a la turba de buscadores de tesoros. Pero tenía enemigos: propietarios de las minas de plata, curanderos (hechiceros), y algunos misioneros españoles. Como geógrafo demostró que Baja California era una península y no una isla, sus mapas eran tan exactos que se utilizaron por cien años más. Había estudiado cartografía, matemáticas y astronomía en la Universidad de Ingolstadt (Alemania), porque estas materias eran la llave mágica que le abriría las puertas para misionar en China y Japón. Sin embargo, con gran pena Kino llegó a darse cuenta gradualmente que Dios le había enviado en dirección opuesta, anulando sus propios planes y firmes intenciones. Pero se sometió a la voluntad de Dios.

Hoy día, son tres las estatuas ecuestres del Padre Kino no sólo en Segno, la aldea donde nació, sino también en Phoenix y Tucson (Arizona), en Magdalena de Kino, Hermosillo e ĺmuris (Sonora). También existen estatuas y placas de él en otras localidades estadounidenses y mexicanas. Sin embargo, el mayor honor póstumo que se le otorgó, a 248 años de su muerte, fue la colocación solemne de un busto del “Apóstol de Sonora y Arizona” en el Salón de El Capitolio, en Washington, D.C. Kino había alcanzado la condición de un modelo de vida para los americanos modernos.

Magdalena de Kino, por otro lado, está evolucionando lentamente como un centro regional de cultura y peregrinación. La ciudad italiana de Trentino está apoyando activamente el Kino-culto.

San Francisco Xavier, Sacerdote Jesuita (1506-1552), se dice que logró convertir a tantos como 700 japoneses.16 Alrededor de 1587-1598 ya había más de 3’000 000 de cristianos en Japón, y en 1614 tantos como 4’000 000. Pero, en 1616 el cristianismo fue prohibido bajo pena de muerte. Lo que aparentó ser un repentino cambio en la benevolencia japonesa y política religiosa; en realidad, tardó en llegar y fue un cúmulo de factores más o menos agrupados: las enseñanzas cristianas rechazaban un número de prácticas japonesas (el suicidio, el aborto, la homosexualidad, etcétera). Esto condujo a malos entendidos y malas interpretaciones de las doctrinas católicas. La ola de conversiones de ambos, herederos señores feudales (daimyo) y los humildes campesinos, originó una gran disminución de asistencia al templo concomitante de la pérdida de prestigio e ingresos. Esto produjo el resentimiento y la mala voluntad por parte del sacerdocio dudista y sintoísta. Una vez convertidos, los misioneros tendían a presionar a los señores feudales de aplicar el principio europeo de cujus regio, ejus religio (“Quien gobierne, su religión”) a una conversión completa de la región feudal. Si bien este principio de “O convertirse, o emigrar” se había aplicado en Japón a varias sectas y comunidades religiosas antes de la llegada de los europeos, condujo al resentimiento, especialmente en combinación con la quema de templos, estatuas y escritos budistas y sintoístas.

Las tensiones domésticas salieron a la luz debido a que los Señores Católicos mostraban políticamente una unidad que no se veía entre sus contrapartes no-cristianas. Los Daimyo eran vistos por algunos como serviles a la voluntad de los misioneros con un alto nivel de educación (jesuitas, dominicos y franciscanos). En realidad había bases para temer una alianza entre los Señores Cristianos y la Iglesia en Japón: Gaspar Coelho (murió en 1590), el primer ViceProvincial de Japón, imprudentemente había desarrollado un plan militar, tal vez sólo para la protección de la posición cristiana. Coelho carecía de la visión y astucia de Alessandro Valignano, Provincial Jesuita de la India, quien resueltamente rechazó el plan de acción de Coelho además de su petición de soldados españoles y municiones desde Manila. Un enfrentamiento con dos daimios cristianos hicieron empeorar las cosas.

La expansión global española, como visualmente se representa en globos y mapas, conduce a un mayor temor de ser invadidos y golpeados hasta la sumisión. En 1596, las cosas no podrían ir peor: el capitán de la nave San Felipe, intentando salvar la embarcación, quiso atemorizar a los oficiales japoneses declarando que de perseguir misioneros, su Rey enviaría soldados y conquistarían país por país. La respuesta inmediata fue la condena a muerte de los franciscanos de Tosa (quienes sólo habían querido salvar el buque). La cuestión de saber la confiabilidad y lealtad de los católicos recibió atención adicional por el alarde de Sebastián Vizcaíno, el famoso explorador de la costa californiana (él descubrió y nombró la Bahía de Monterey), a su Rey de que había explorado e inspeccionado la costa noreste de Japón (1611-1612). De hecho, él tenía el permiso de los japoneses para hacerlo, pero el temor permanecía latente y el daño causado fue irreversible.

Los europeos mismos ofrecieron un espectáculo vergonzoso de su propia desunión. Los españoles y los portugueses fueron más o menos en desacuerdo entre sí, aun trabajando a expensas uno del otro. Para empeorar las cosas, también estaban los Komozin “pelirrojos” (holandeses e ingleses), que demostraban poco amor por los católicos mediterráneos (y viceversa). Uno de los grandes aborrecedores de los misioneros católicos fue William Adams, un capitán inglés, que llegó a influir sobre el gobernador de Nagasaki. Más aceite fue vertido en la herida supurante por la escandalosa conducta de los cristianos japoneses, además de los desenfrenados escándalos entre los mercaderes europeos y por sus infracciones a la justicia japonesa. Las autoridades japonesas vieron en esto el fruto de las enseñanzas cristianas. En poco tiempo las persecuciones que coronaban con el martirio estaban a la orden del día. Por 1651, la Iglesia Católica fue casi arrasada. Los oficiales japoneses procedieron incrementando la brutalidad contra aquellos que no quisieron abjurar de su fe, que la practicaban en secreto, y a quien diera apoyo clandestinamente a los misioneros que continuaban viviendo en Japón. Se creía que el aumento de la brutalidad incrementaría también el número de apóstatas, previniendo de ese modo la despoblación de regiones enteras.

El 10 de septiembre de 1622, Nagasaki fue testigo del “Gran Martirio” de 52 católicos europeos y japoneses. De estos, 23 fueron quemados vivos y 29 decapitados. Con todo, el martirologio católico enlista a 26 “Mártires Santos” y 205 “Beatos Mártires”. Se desconoce el número real de muertos. Una fuente japonesa menciona 230 000 víctimas. La persecución entre 1616-1651 destruyó casi por completo la Iglesia Católica. En 1655 la secta Zen Budista Obaku fue importada de China. El Padre Eusebio Francisco Kino, Sacerdote Jesuita (1645-1711, tenía diez años de edad en 1655.

En lo referente a China, el futuro de la floreciente Misión-China se encontraba en 1724 al filo de la navaja: dominicos y franciscanos habían cuestionado el trabajo misionero de los jesuitas como un todo; fue un reto que contribuyó significativamente al colapso de la Misión-China comenzando en 1707. El crecimiento de los sentimientos antiextranjeros, intrigas políticas y los celos, por ejemplo, de los antiguos astrónomos chinos, fueron factores adicionales.

Las primeras misiones en China habían comenzado desde 1300 por diversas órdenes mendicantes. Pero sólo después de que los portugueses reabrieron el acceso a China siglos más tarde, en 1582, fue que el proceso misionero comenzó de nuevo, en esta ocasión, en 1583, por los jesuitas (Matteo Ricci, 1552-1610; Johann Adam Schall von Bell, 1591-1666), quienes ganaron acceso a la Corte Imperial en 1609. Los jesuitas se volvieron transmisores de la astronomía superior occidental, geografía y matemáticas. Ellos sobresalieron como cartógrafos y astrónomos. Siendo tecnológicamente versátiles, incluso diseñaron los cánones para los emperadores chinos.

China tenía una clase feudal intelectualmente aterrizada que era orientada tanto de manera inquisitiva como hacia la práctica. Los chinos, considerándose a sí mismos superiores a cualquier otro pueblo de la tierra, tuvieron que aceptar que las ciencias europeas eran superiores a las de ellos. Los jesuitas vieron esto como una puerta de acceso al mundo chino, por la cual esperaban entrar a la mente china y salvar almas para Cristo. El dominio de las ciencias se convirtió casi en el único prerrequisito para ser asignado a China. En 1692, un Edicto de Tolerancia fue promulgado por el Emperador K’angsi que permitía la libertad de culto y pretendía proteger las estructuras eclesiales existentes. Los chinos de la época agradecieron plenamente los regalos que los jesuitas les otorgaron. Eran, a los ojos del converso Paul Xu Guangqui (“Dr. Paulus”), los medios de bienestar para el Imperio, así como los medios para poner en práctica los diversos mandamientos de amor.17 La Iglesia floreció. Pero una vez que los privilegios a los “Ritos Chinos” de 1707 fueron revocados por Roma, un enojado emperador retiró el Edicto Imperial de Tolerancia en 1692 y ordenó la deportación de los misioneros que rechazaron la inculturación de asuntos católicos no-dogmáticos en las tradiciones y costumbres chinas. La némesis de los jesuitas fue como se indicó, en parte los agustinos, dominicos y franciscanos, acompañados de la Paris Foreign Mission Society (Sociedad de Misiones Extranjeras de París) (fundada en 1663). El fallo catastrófico de Roma fue en su mayor parte debido al Obispo Charles Maigrot, quien ya en 1704 había prohibido los “Ritos Chinos” en su Vicaria de Fujian.

Los jesuitas habían fraguado un plan para la inculturación del catolicismo (tanto como la doctrina Católica permitía absorber la tradición y cultura China). Atrayendo chinos cultos e influyentes esperaban facilitar la conversión masiva, por ejemplo, la población agrícola. Desde el aprendizaje del latín, que resultó ser un gran problema en cuanto a la ordenación sacerdotal, ellos creían que utilizando el chino, borraría las dificultades existentes. Había también que considerar cuestiones puramente teológicas: la validez de los términos chinos para Dios, los ángeles y los conceptos teológicos, y la permisibilidad de los ancestrales “Ritos Chinos”. Surgió la pregunta de si las ideas confucianas violaban las enseñanzas cristianas o no. Los jesuitas fueron acusados, por ejemplo, de no insistir en los preceptos como se aplicaron a los nativos de la Nueva España y las Filipinas. Surgieron preguntas en cuanto a los ayunos obligatorios, abstenciones de trabajo en días santos, y el uso adecuado de los formularios bautismales. Un mandato negativo del Papa en 1645 tomó a los jesuitas por sorpresa. El gran geógrafo (y “pariente” del futuro Padre Eusebio Kino, 1645-1771), Padre Martino Martini, llegó a Roma en 1656 del “Gran Imperio y Monarquía de la Gran China”,18 y elocuentemente defendió la validez del trabajo de los misioneros-chinos jesuitas. Los jesuitas parecían haber ganado ese día. El término chino de Dios (divinidad) se mantuvo y se concedió una prórroga temporal a los conversos para conservar su profundamente arraigado culto ancestral. La acusación de que los jesuitas habían fallado al proclamar la eterna condenación de Confucio, fue contrarrestada con éxito al señalar que los gentiles como Confucio podían ser salvos por la misericordia de Dios, siempre y cuando siguieran cuidadosamente la luz que Dios les había conferido.

La Iglesia Católica había prosperado en China desde la obra del Padre Matteo Ricci (1552-1610) en 1583. Sin embargo, en 1724 los cristianos fueron puestos bajo prohibición por el Imperio y entre 1746 y 1784 fueron brutalmente perseguidos. Para ese tiempo el Padre Eusebio Kino, Sacerdote Jesuita (1645-1711), ya no se encontraba entre los vivos. La esperanza de San Francisco Xavier de que la conversión de China impactara de gran manera a Japón, fue en vano.

Uno de los “Beatos Mártires” es Carolus di Spinola, Sacerdote Jesuita (nacido en Génova en 1564), quien había arribado a Japón en 1602. Doce años más tarde pasó a la clandestinidad en Nagasaki, y el 10 de septiembre de 1622 obtuvo la Corona del Martirio. Había sido arrestado junto con su hermano laico, Ambrosio Hernández, quien, sin embargo, murió en prisión antes de llegar a ser ejecutado. El Padre Eusebio Francisco Kino (1645-1711) se conmovió profundamente al leer en su juventud sobre el martirio del Padre Spinola. De hecho, fue el libro Vita del Padre Carlo Spinola (1625; 1641), escrito por un homónimo del martirizado jesuita, Padre A. Spinola, que probablemente leyó. Como ya se ha mencionado, mientras se encontraba en España, el alma gemela de Kino, María Guadalupe, Duquesa de Aveiro, conocida como Madre de las Misiones, había visto ya en él un futuro mártir, y el propio Kino aceptó con humor su predicción.

Al ser miembro de la familia Spinola,19 quizá no es de extrañar que Carolus Spinola brillara como un héroe entre los héroes: la historia de la familia (originalmente: Spinula) se extiende por mil años de escrutinio público. La familia se remonta a la época Carolingia (o quizá incluso a la invasión Lombarda del Valle del Po en el 568 después de Cristo), y termina durante los días de la revuelta de Guiseppe Mazzini (1805-1872) y su movimiento Giovine-Italia en 1848. En el 744 después de Cristo, el futuro Emperador del Imperio Franco-Alemán, Carlomagno (742-814 después de Cristo), había cruzado los Alpes, viniendo desde tierras alemanas. Sus guerreros y séquito consistía en su mayoría de francos, alemanes y en cierta medida de bávaros. De sus filas salieron los fundadores de muchas familias nobles italianas como los Spinola y los descendientes de los Oberdinghi/Obertenghi: los Malaspina, Massa, Pallavicini, y otros. La familia Spinola pertenecía al partido proimperial. Produjeron tres arzobispos, trece cardenales, un almirante imperial, un dux/líder, y un famoso general; Ambrogio di Spinola (1569-1630), quien fue inmortalizado por Diego Velásquez (1599-1660) en La Rendición de Breda/Las Lanzas (1635). Los Spinola expulsaron a los árabes de Córcega y Cerdeña. Alessandro Spinola participó en la expedición del Emperador Carlos V (1500-1558) a Túnez (1535); Quirino Spinola luchó contra los turcos, Federico Spinola (murió en 1603) vio batallas en Flandes e, irónicamente, el Arzobispo Antonio Spinola de Sevilla amenazó con excomulgar a Kino y sus compañeros jesuitas. Dicho esto, parece ser Carolus di Spinola el miembro estelar de esta familia: él rindió su máximo sacrificio ante Dios y los hombres, por Cristo y su prójimo.

En cuanto a los últimos años, sobre todo, las últimas horas del Padre Carolus Spinola, Ludwig Koch, Sacerdote Jesuita, ofrece un resumen conciso:

Después de enseñar asignaturas de secundaria por dos años, y matemáticas por tres, fue enviado a Japón en 1596 (junto al Beato de Angelis). Sin embargo solo después de peligrosas aventuras pudo llegar el séptimo año a la misión. Emboscado camino de Lisboa a Brasil, cayó en manos de los piratas ingleses, fue trasladado a Inglaterra. Después, extraditado de nuevo a Lisboa, se arriesgó a un segundo recorrido en 1599 el cual, afortunadamente, lo llevó a Nagasaki. El beato Spinola trabajó con gran éxito durante veinte años. El 14 de diciembre de 1618, fue encarcelado en Omura con otros ocho jesuitas. Allí sufrieron increíbles penurias durante cuatro años, calor y frío, hambre y sed, desnudez y maltrato. Finalmente, fueron llevados a Nagasaki y entregados a la muerte en la llamada Montaña Sagrada, donde ya en 1597 veintiséis mártires (entre ellos Paul Miki, Johannes von Goto, y Jakob Kisai) habían sido asesinados. Entre los 19 miembros de la orden que en ese tiempo (10 de septiembre de 1622) padecieron la muerte, junto con 36 cristianos, fueron, además de Spinola, 8 jesuitas adicionales (7 escolásticos y el Sacerdote Kimura, sobrino de los primeros japoneses que San Francisco Xavier [1506-1552] había bautizado. Su martirio ofreció un espectáculo conmovedor: Spinola comenzó a cantar el Salmo Laudate Dominum, y sus compañeros se le unieron. Él realizó un ardiente discurso final a la multitud de curiosos quienes, además de los paganos, enumeraban alrededor de 30,000 cristianos; y el verdugo inició su trabajo de cortar cabezas. Entre los condenados había también una mujer (Isabella Fernández) con su pequeño hijo Ignacio de cuatro años. Spinola que había bautizado al niño no logró localizarlo y acto seguido llamó a la madre como inquiriendo en dónde estaba su Ignacio, ella levantó al niño diciéndole “¡He aquí el Padre que por el bautismo te hizo un hijo de Dios! ¡Pídele su bendición!”. Poco después, la cabeza de la madre rodó frente a los ojos de su hijo, quien en turno, habiendo cruzado sus brazos e inclinado su cabeza, recibió el golpe de muerte a la vista del Beato Spinola. Él mismo, tuvo que morir de una lenta agonía por el fuego, junto a una mujer cristiana de 80 años que alguna vez le había brindado su hospitalidad. Tras hora y media de tortura, y después de que las cuerdas que lo ataban y sus ropas se habían quemado, cayó de rodillas y murió con una oración en sus labios.20

La espantosa muerte del Padre Spinola puede situarse por encima de todo como un paradigma de la falta de humanidad del hombre hacia el hombre, pero ciertamente no queda descartado un trato judicial europeo compasivo contra la brutalidad japonesa. El sistema legal francés, español y portugués, así como el inglés, ciertamente no eran conocidos en ese tiempo por rechazar la crueldad extrema.21 Cualesquiera que sean los antecedentes sociales, políticos o ideológicos, la vida y muerte del Padre Carolus di Spinola, muestra cómo vivir y morir por algo que trasciende al individuo y se considere que sea eterno. El martirio del Padre Spinola seguramente despertó el interés del joven Eusebio Chini de consagrarse a la vida de una persona religiosa. Los jóvenes tienden a fomentar ideas románticas acerca de ofrendar el último sacrificio. Pero una vez, con poco más de treinta años, Kino había desarrollado una visión mucho más amplia del trabajo religioso.22 Él no rechazó ni descartó la posibilidad de convertirse en un mártir, pero tampoco tenía la necesidad ni la urgencia para ello. Suspendido entre el Padre Spinola y el Padre Martini, él estaba destinado a trabajar fructíferamente, como su “pariente” el Padre Martini, hasta que a su debido tiempo partió a disfrutar “de la felicidad en el cielo con los ángeles”.

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Notas

1 En contraste con los Pimas que llamaban a los jesuitas “Ropas Negras,” los Papagos (O’odham) utilizaban la frase “Padres fajados” para distinguirlos de los franciscanos de bata gris. El presente estudio fue producto de una representación corta y no publicada en la XXI Reunión Internacional de Investigadores de la Frontera, (RRI Frontera) Zacatecas, 2012.
2 La fuerza impulsora detrás de la beatificación del Padre Kino son los Obispos de Tucson (Arizona) y los de Hermosillo (Sonora). Ellos gozan del fuerte apoyo del Arzobispo de Trento (Trentino), del Estado de Arizona y del Estado de Sonora, así como de la Kino Heritage Society (Tucson). Un gran segmento de la sociedad hispana y nativo-americanos se encuentran muy entusiasmada por ver la beatificación de su amado misionero. Así también la gente de Sonora y Baja California. El Kino-erudito Padre Domenico Calarco, S.X.; (Roma) es por derecho propio el Vice postulador de la causa de beatificación del Padre Kino.
3 John Kessel (Mission of Sorrows/Página19) insinúa que todos los jesuitas suscritos al pre-cristianismo tienen la creencia medieval que los cometas eran presagio de calamidades y agentes del “castigo divino”. Esto no es así: por ejemplo, el Padre Philipp Miller, Sacerdote Jesuita, confesor de Leopoldo I (1640-1705), Emperador del Sacro Imperio Romano, atacó duramente a los que propagaban la creencia del “castigo divino” (Gabriel Gómez Padilla. Una Ventana al Oriente. Página 69).
4 Paso por Tierra a la California, trazado por Kino en 1701 es su primer mapa revolucionario. Claramente delimita a Baja California como una península (y no una isla como anteriormente se pensaba por muchos). El segundo mapa revolucionario de Kino, Tabula Californiae, Anno 1702, es reimpreso en la Enciclopedia Italiana. Volumen 10 [1949]: 122.
5 Los estudiosos de Kino incluyendo a Bolton, Burrus, y Polzer, no mostraron interés en la vida de este misionero genovés a Japón. Incluso la Enciclopedia Italiana (“Spinola,” Volumen 32 [1949]: 378-380) lo menciona secamente con una sola frase.
6 Kino a la Duquesa. Cádiz. 15 de septiembre de 1680 (Como citó Bolton. Rim of Christendom, 1936. Página 57).
7 Kino a la Duquesa. Cádiz. 6 de diciembre de 1680 (Como citó Bolton. Rim of Christendom, 1936. Página 58).
8 Kino a la Duquesa. Cádiz. 15 de septiembre de1680 (Como citó Bolton. Rim of Christendom, 1936. Página 59).
9 Kino fue ordenado Sacerdote el 12 junio de 1677 en Eichstätt (Alemania). El Padre Ch. W. Polzer (Kino: A Legacy. 1998. Página 3), le da el castellanizado topónimo de “Eistady”, el cual él erróneamente ubica en Austria (Austria, Baviera, Tirol, Trentino, Sajonia, etcétera), que en tiempos de Kino, eran estados o regiones situados dentro del Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana.
10 Ernest J. Burrus, Sacerdote Jesuita (Kino and Cartography [1956]. Página 3) confundió Oettingen im Ried por el famoso lugar de peregrinaje Altötting, Baviera.
11 Ernest J. Burrus (Kino and Cartography, Página 10, nota 15) afirma que el nombre de Eusebio Chini de 33 o 34 años de edad fue castellanizado a “Eusebio de Chaves,” y que había nacido en Córdoba, de 21 años de edad, constitución robusta, tez obscura y cabello negro y ondulado. El Padre Bonifacio Bolognani, de la Orden de los Frailes Menores, repite esta afirmación (“Un Padre y Pionero: Un perfil biográfico de Eusebio Francisco Kino, Sacerdote Jesuita (1645-1711”, en: Padre Kino: L’Avventura, 1988. Página 153). El renombrado erudito del suroeste W. Michael Mathes (murió en 2012) consideró esta afirmación, (en una carta dirigida a mí el 1ro. de octubre del 2009), como “absolutamente falsa”.
12 Kino a la Duquesa de Cádiz. 16 de diciembre de 1680 (Bolton. Página 30).
13 El ser galardonado con un Wappenbrief no conlleva al ennoblecimiento, como J. L. Kessel, (Missions of Sorrows, 1970. Página 18) y otros eruditos creen.
14 La relación exacta, (si la hay), entre Kino y el Padre Martino Martini (1614-1661), aún no se ha establecido satisfactoriamente. ¿Podría ser que “familiar” simplemente significara “compatriota”, (por ejemplo de Trentino)? El Padre Ch. W. Polzer, utiliza el cuestionable término de “primo” (Kino: A Legacy. Página 2).
15 De acuerdo con Thomas J. Campbell (Eusebio Kino. Página 368), Kino “tranquilamente esperaba ser asesinado en Dolores. Él había ocultado los vasos sagrados en una cueva y arrodillado en oración, esperaba la llegada del hacha guerrera o una flecha envenenada, pero ninguna llegó”.
16 Los siguientes pasajes sobre Japón y China se basan principalmente en la información obtenida de los estudios de Anton Huonder, Andrew Ross, y diversas entradas en la New Catholic Encyclopedia.
17 Véase Gianni Valente, “Xu Guangqi: El Evangelio y el bienestar del Imperio: La aventura de los altos funcionarios imperiales en la corte de Ming quien se convirtió en discípulo de Matteo Ricci”, en: 30 Days in the Church and in the World, 6/7 (2010): 44-49.
18 Kino a la Duquesa de Cádiz. 14 de diciembre de 1680 (Bolton. Páginas 37-38, nota 2).
19 Respecto a la familia Spinola, véase, “Spinola”, en la Enciclopedia Italiana. 32 [1949]: 378-380.
20 Ludwig Koch. Jesuiten-Lexikon. 2 vols. Paderborn: Bonifacius Druckerei, 1934. Volumen 2. Página 1680. Mi traducción (al inglés).
21 Uno de los potentados europeos más brutales fue Enrique VIII (1491-1547). La diabólica tortura y matanza de los capuchinos ingleses, que fueron ejecutados bajo sus órdenes en los años 1530, se encuentran entre los actos de brutalidad más atroces registrados en los anales de la crueldad del hombre para con los hombres. No menos atroz fue la tortura y ejecución del Padre Edward Campbell, Sacerdote Jesuita (1540-1581), quien fue torturado, colgado, después lo bajaron antes de su asfixia, y finalmente eviscerado; sus órganos vitales arrancados y quemados frente a sus ojos. Francia, del mismo modo, tenía su parte de torturas horripilantes y ejecuciones, como lo ejemplifica el destino del cura de Pierre-du-Marche (1590-1634), quien tuvo que pagar un precio exorbitantemente alto al haber ofendido en sus años de juventud al Cardenal Richelieu (1585-1642): fue sometido a torturas espantosas antes de ser quemado vivo, por vileza moral y la excusa de “brujería”. La obra española Auto-da-Fé, tan cruel como fue, no logra del todo alcanzar el nivel de dolor de las torturas y ejecuciones inglesas bajo Enrique VIII.
22 Véase Bolton. Rim of Christianity, página 75.
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