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Caracterización de las mujeres en la política hoy: un estudio en la ciudad de México
One characterization women political today: a Mexico city research
Nóesis. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, vol. 25, núm. 49, pp. 46-66, 2016
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez



Recepción: 01 Septiembre 2013

Aprobación: 17 Noviembre 2014

Resumen: Este texto revisa las percepciones y opiniones de la población de la ciudad de México hacia las mujeres candidatas y políticas. Se trata de una mirada desde la ciudadanía a través de una encuesta sobre el tema. Los resultados indican una ruptura o cuestionamiento de algunos estereotipos.

Palabras clave: Percepciones, Opiniones, Candidatas, Políticas, Ciudad De México.

Abstract: This is the perceptions and opinions reviews of the population of Mexico city about women candidates and politicians. It’s a look from the citizenship through a survey on the point. The results indicate a rupture or questioning of some stereotypes.

Keywords: Perceptions, Opinions, Candidates, Women Political, México City.

I.-Para iniciar

¿Es posible hablar de un nuevo sentido común que admite nuevos roles para las mujeres en la arena pública? ¿Qué opina la sociedad de la creciente presencia de mujeres en la política? (Blondet, 1999:5).

En últimas fechas se han incrementado los estudios sobre las mujeres en la política, el en mundo y en México, en especial aquellos que se circunscriben a una revisión cuantitativa de su presencia en la misma, sus características, las legislaciones y políticas afirmativas, esto es, aquello que tiene que ver con el espacio político formal y sus protagonistas. Y esto se realiza desde la óptica de expertas investigadoras o a partir de acercamientos periodísticos.

El presente trabajo constituye una revisión en torno a la caracterización ciudadana de las mujeres en la política —centrándonos en la mirada de la población—, tanto como candidatas, como en el ejercicio de un puesto político. Para ello se emplean los datos de una encuesta realizada en la ciudad de México en la primavera del año 2012 —justo antes del inicio de las campañas electorales— que pretendía entre otras cosas, recabar la visión de las personas, esto es, sus percepciones, opiniones y valoraciones acerca de las mujeres políticas, como candidatas en campaña y en el ejercicio de un cargo —como se dijo—. Es la ciudadanía quien se pronuncia y opina, la que aporta representaciones e imaginarios, ofrece sus ojos y su habla, su comprensión e interpretación, para ilustrar el tema que nos ocupa. Si bien es cierto que no hay que obviar que lo anterior lo hace como respuesta a un requerimiento, motivada por una técnica de investigación aplicada y dirigida a obtener información.

Las percepciones ciudadanas son un acercamiento no muy profundizado en algunos aspectos y que ha dado lugar a especulaciones y generalizaciones en ocasiones, y que aquí juzgamos de significativo para observar la cultura política y la opinión pública ciudadana sobre la percepción de las mujeres políticas en México y en nuestros días, más allá de discursos políticos o reflexiones académicas, o incluso estereotipos1 sobre los cuales todo mundo bebe —políticos/as, periodistas, líderes de opinión, académicas/os, etcétera (Fernández Poncela, 2012). Curioso es cómo las mujeres avanzan como candidatas y como políticas en un cargo, curioso cómo esto tiene lugar con el apoyo de legislaciones electorales y resoluciones judiciales, y curioso también cómo estamos en un momento en el cual escuchamos los discursos de lo políticamente correcto —la igualdad en la participación de hombres y mujeres en la arena política— sobre el tema intercalados con algunas viejas prácticas sobre el mismo —propuestas de candidaturas que no cumplen con la ley u órganos electorales que lo permiten— (Fernández Poncela, 2013). Sin embargo, todo ello está en el espacio político formal, pues aunque la política sea por supuesto toda relación de poder en todo tiempo y espacio, lo anteriormente mencionado se circunscribe a las y los actores e instituciones implicadas en el organigrama de lo que podríamos denominar política formal o institucional.

Sin embargo, lo que aquí queremos observar y ahondar a lo largo de estas páginas es la mirada de la gente, las y los ciudadanos y electores, quienes no están directamente implicados en el ámbito anterior, pero que también participan, tienen sus percepciones y actitudes hacia el mismo, ven y piensan sobre la clase política, sienten y resienten decisiones y acciones, por lo que consideramos oportuno recabar y reflexionar en torno a su visión y concepción hacia la misma. En especial, y como se dijo, en el sujeto de estudio de este texto: las mujeres políticas.

II.-Objetivos y metodología

Aquí nos centraremos en la caracterización de las mujeres candidatas, la adjudicación de rasgos, la consideración de dificultades y obstáculos, así como temáticas y valores que incluyen en sus discursos de campaña, y las críticas de las cuales son objeto. Por otra parte, y ya como actoras de la política en puestos en la misma, la percepción de estilos diferentes de ejercicio político en comparación con los hombres, así como la contrastación en cuanto a liderazgo y los temas que ellas consideran más importantes. Todo ello, como se mencionó a través de los resultados de una encuesta realizada ex profeso.

Entre los principales hallazgos de la misma, además y por supuesto de la información descriptiva que ofrece sobre un tema poco estudiado, es cómo rompe estereotipos que quizás están, por lo menos en este caso de estudio, más en la mente de quien investiga los espacios académicos —y me atrevería a decir que también los ámbitos de la política— que entre la población en general, cuya mirada es más abierta y actualizada.

La encuesta tiene un tamaño de muestra de 600 casos con una confiabilidad de 95% y margen de error +-4. Se trata de una muestra no probabilística y por cuotas establecidas bajo el criterio no de reflejar la población de la ciudad de México perse, sino la posibilidad de realizar comparaciones por sexo y edad y con ello obtener tendencias. Por lo que las inferencias que aquí realizamos son sobre la muestra, no sobre el universo, o sea de la población. Su aplicación tuvo lugar en el mes de abril del 2012 y se realizó en el Zócalo de la ciudad.2 Para obtener una ampliación de la composición concreta de la muestra véase cuadros finales.3 Asimismo, en ocasiones se realiza una comparación con una encuesta de otra ciudad latinoamericana, Buenos Aires, con el único objeto de tener otro caso para contrastar.4

III.-Rasgos de las mujeres candidatas

Una interrogante de la encuesta apunta hacia los rasgos o atributos que se cree favorecen a una mujer candidata en su campaña. Se partía de la consideración de que, según algunas fuentes sobre el tema, hay varios rasgos o características que el electorado percibe más y que también más valora, o puede hacerlo, de forma positiva en una mujer candidata. Se trata de atributos que poseen en alto grado o aspectos de los cuales se considera carecen: más preocupadas por la gente, más honestas y menos corruptas, más comprensivas, humanas y cooperativas, más preparadas en “temas de mujer”, realizando campañas de ayuda, políticas sociales en educación y salud. También son percibidas como más democráticas y liberales, más emocionales, menos agresivas, conflictivas, con falta de carácter, decisión y competitividad, así como menos relacionadas con las luchas de poder y con el triunfo electoral (Viladot, 1999; Martínez y Salcedo, 1999; Fernández Poncela, 2012). De hecho, una encuesta reciente de Parametría (2011) señala que 38% de la población del país todavía piensa que las mujeres no pueden ejercer un cargo público porque son muy emocionales, y 36% porque son influenciables. Otra encuesta en Buenos Aires aporta: 30% piensa que se debería enfatizar la inteligencia de la mujer en campaña, 14% la paciencia, 13% rol de madre, 10% decisión, 9% belleza y buen aspecto físico (D´Adamo et al., 2008).

En este sentido, llama la atención que en general se considera que las y los electores se fijan más en la apariencia física de las mujeres candidatas, en su cuidado y arreglo personal, en su aspecto, maquillaje y vestido; también se dice que las relaciones de parentesco y el estatus familiar, el apoyo de los cónyuges y el abandono o no de sus hijos, son características que el electorado observa (Viladot, 1999; Martínez y Salcedo, 1999).

Ahora, y según nuestro caso de estudio y los resultados de la encuesta, se observan algunas coincidencias y varias discrepancias. Lo interesante es conocer la opinión de primera mano, en voz de la ciudadanía en nuestros días. Así podemos afirmar que las tendencias de la muestra de población consultada en la ciudad de México apunta a que los rasgos que más favorecen a las mujeres candidatas en su campaña son, en primer lugar, su “decisión” (76.5%), y en segundo, su “inteligencia y capacidad” (62.8%). Ya a más distancia se señala su “responsabilidad” (55.5%) y el hecho de “ser trabajadoras” (52.7%) (Cuadro 1).



Cuadro 1

¿Qué rasgos o atributos cree que le favorecen a una mujer candidata en su campaña?

Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012.

Aquí sorprende la cuestión de “inteligencia y capacidad”, pues desde el estereotipo su atribución genérica se asigna a los hombres, no a las mujeres;5 también podríamos afirmar algo similar en cuanto a la “decisión”, pues como se dijo con anterioridad otros estudios de percepción apuntan a la consideración de las mujeres con falta de carácter y decisión (Viladot, 1999). Quizás la opinión pública cambia más rápido que la investigación y las creencias académicas.

También llama la atención —y rompen estereotipos—6 el hecho de que los factores que se piensa que favorecen más a las mujeres candidatas están en los últimos lugares como el “rol de madre” (13.5%), “consideración por la gente y la sensibilidad social” (16.7%) o la “belleza y el buen aspecto físico (16.7%) (Cuadro 1). Esto contrasta con los señalamientos hechos con anterioridad por diversas fuentes (Martínez y Montaño, 1999; Viladot, 1999).

Ante estos datos conviene elaborar explicaciones. En las investigaciones es importante el tiempo y el espacio, en la nuestra se trata de una encuesta actual y en la ciudad de México. Esto es importante tenerlo en cuenta. Pero hay más, en ocasiones sería bueno cuestionar “el estereotipo del estereotipo” o preguntarnos “¿dónde y en quién está el estereotipo?”. Esto es, en algunos espacios y para algunas cuestiones quizás las percepciones hayan cambiado o lo están haciendo. Mientras que, y para el caso que nos ocupa, ciertos actores/as sociales todavía mantengan su discurso. Se podría aventurar la hipótesis —misma que no estamos en capacidad de probar o refutar en estas páginas— de que la sociedad y la percepción social sobre mujeres candidatas y políticas ya ha cambiado o lo está haciendo, sin embargo, las clases política, periodística y académica todavía mantienen la antigua imagen y viejo discurso sobre los estereotipos de género en la sociedad y su percepción en torno a las mujeres en puestos políticos o candidaturas.

Otra pregunta buscaba la opinión pública sobre las dificultades y obstáculos adicionales que se percibía tenían las mujeres candidatas. También es posible observar los apoyos y las ventajas, como algunos estudios señalan (Genovese, 1997; Buvinic y Roza, 2004; Fernández Poncela, 2012).

Volviendo a nuestra investigación y a sus resultados, las percepciones encontradas apuntan al machismo de la sociedad como el principal obstáculo de las mujeres candidatas (65.3%), en segundo lugar el machismo de los hombres (59.5%) y en tercero (51%) los propios miedos e inseguridades. No consideran tan importante como dificultad a salvar a los partidos políticos (29.7%) ni a la falta de formación (28.7%) o a la familia (23%) (Cuadro 2).


Cuadro 2
¿Cuáles son las dificultades u obstáculos adicionales para las mujeres candidatas?
Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012.

Estas percepciones y opiniones contrastan, hay que recordarlo, con algunos estudios sobre el tema que establecen que uno de los mayores problemas de las mujeres políticas son sus propios partidos políticos (Htun, 2001; Buvinic y Roza, 2004).

Esto significa que quizás la mirada especializada sobredimensiona los obstáculos reales a los que las mujeres se enfrentan. Cabe añadir que el machismo estaría, o está, en los partidos y la familia, como en las ideas y en los hombres.

De nuevo la encuesta en Argentina: 23% dijo que la dificultad principal de las candidatas es la falta de seguridad para transmitir sus ideas, 21% la sociedad machista, 20% dejar la familia, 18% falta de carácter (D´Adamo et al., 2008).

Otro asunto a tratar son los temas y valores que la ciudadanía cree que las mujeres candidatas incluyen más en los mensajes de su campaña. Algunos de ellos ya fueron esbozados con anterioridad —investigaciones existentes, por lo que pasamos directamente a la información que nos facilita la muestra de población encuestada. El cambio (63.5%) es el tema más incluido en los mensajes de campaña, según las personas consultadas. En segundo lugar, aunque prácticamente con el mismo porcentaje, está la educación y la salud (Cuadro 3). Este último tema concuerda, según otras fuentes, con las percepciones del electorado sobre los temas más abordados o que más resaltan las mujeres en campaña o que más percibe la ciudadanía en su seguimiento (Viladot, 1999; Martínez y Salcedo, 1999; Fernández Poncela, 2012).


Cuadro 3
¿Cuáles son los temas y valores que usted cree que las mujeres candidatas incluyen más en los mensajes de campaña?
Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012.

A mayor distancia aparece la igualdad de la mujer (49.5%), que también coincide con otras investigaciones mencionadas; la seguridad pública (47%) y la familia (41.5%) (Cuadro 3). La segunda sí coincide, como se dijo, con otras fuentes consultadas y citadas.

Al respecto, en Buenos Aires 53% de la población consultada dijo que las mujeres en campaña hablan de valores y temas similares. En cuanto a los temas y valores que las candidatas son más proclives a incluir en sus mensajes, destaca la integración de la mujer con 27%, 22% la moral, 20% sus valores personales, 14% el cambio y 10% la familia (D´Adamo et al., 2008). En este caso sí se observan diferencias importantes entre ambos ejercicios estadísticos.

También fueron revisadas las críticas a las que se expone una candidata, cuestión apuntada en algunos aspectos ya citados. Aquí nuevamente hay algunas sorpresas, pues se aduce que la crítica a la que más se exponen es la falta de experiencia (74.7%), y a bastante distancia (51.2%) la falta de carácter (Cuadro 4). La primera parece obvia por la escasez, hasta la fecha, de mujeres en campaña. La segunda, también muy reiterada en estudios varios (Viladot, 1999; Martínez y Salcedo, 1999; Fernández Poncela, 2012) que afirman que las mujeres en campaña son percibidas como menos agresivas y como que no luchan por el poder, todo ello en relación directa con la falta de carácter y de decisión.


Cuadro 4
¿A qué críticas está más expuesta una candidata mujer?
Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012.

La encuesta argentina apunta que 23% de la ciudadanía bonaerense piensa que la discriminación de género es la crítica a la que está más expuesta una candidata, 19% al señalamiento del poco conocimiento de la política, 12% falta de capacidad, 10% inexperiencia (D´Adamo et al., 2008).

IV.- Los estilos de las mujeres políticas

Pasamos de las candidatas a las mujeres ya en un puesto político y sus estilos de liderazgo, por supuesto, en comparación con los hombres en esos mismos cargos. Hay desde quien opina que ellas son más humanas y cambiarán la política y la humanidad (Fukuyama, 1999), hasta quienes lo niegan o relativizan (Lamas, 2000). Existe quien las defiende y afirma que en un cargo son más cooperativas, consensuales e inclusivas, más accesibles (Viladot, 1999), y quien piensa que son más sensibles a las necesidades y demandas del electorado, más éticas y compasivas, más honestas y menos corruptas (Buvinic y Roza, 2004; Ulloa, 2005). También se afirma que son más prácticas, más abiertas y permisivas, más democráticas, liberales y más de izquierda, que se interesan más en las políticas públicas, los programas sociales, en educación, salud y medio ambiente; están más pendientes de la familia y sus necesidades, y de todos los sujetos sociales discriminados o excluidos, pobres, migrantes, ancianos, enfermos, discapacitados, desempleados, infantes y también mujeres; son menos agresivas y menos jerárquicas (Norris y Lovendeski, 1995; Norris, 1997; Elizondo, 1997; Genovese, 1997; Lovendeski, 1997; Klausen, 2001; Fernández Poncela, 2012). Algunas cuestiones concuerdan con lo que se percibe de las candidatas. Se considera que hombres y mujeres en un puesto político suelen tener diferentes estilos de hacer política, que es un debate actual en torno al tema que, añadimos aquí, no conduce a nada, pero que no podemos dejar de mencionar. No obstante, y como expone Genovese (1997), muchas veces son situaciones diferentes que requieren liderazgos diferentes. También son comparables los estilos de liderazgo político con el ejercicio femenino en otros ámbitos como en el laboral y empresarial. En este caso, se afirma que las mujeres poseen características diferentes cuando asumen y ejercen el poder, y en especial hablan de los nuevos liderazgos que tienen que ver con las necesidades gerenciales actuales (Helgsen, 1995; Londen, 1987; Fisher, 2000; Antúnez, 2006; Saravia, 2006). Por otra parte, se hace hincapié en la pervivencia de los estereotipos de género en cuanto al liderazgo, desde que éste se asocia a un hombre hasta cuando lo ejerce una mujer y se le desaprueba desde el prejuicio7 (Morales y Cuadrado, 2011). En todo caso y según la encuesta, 75% de la muestra señala que sí son diferentes; más mujeres que hombres sostienen dicha posición y también las personas de mayor edad, mientras que entre quienes la niegan hay algo más de población masculina (Cuadro 5). Aquí queda clara la opinión de la población entrevistada en la encuesta.


Cuadro 5
¿Los hombres y las mujeres en un puesto político tienen diferentes estilos de hacer política?
Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012.

Sobre esto, y con objeto de profundizar más sobre el tema, se aplicaron otras interrogantes que desgranan el contenido de la opinión vertida en general para comparar el liderazgo de mujeres y hombres en algunos puntos. Además, éstas apuntan de nuevo que ciertos estereotipos no están tan vigentes como se podría pensar. De entrada, hay una tendencia a no considerar a las mujeres más emocionales y comprensivas, o por lo menos no tanto, como la literatura ya citada sí señala.

Esto último es muy notorio cuando a la pregunta directa ¿en qué se diferencia el liderazgo masculino y femenino?, se responde que las mujeres son más honestas (60%) y más emocionales (43.2%) —frente a su negativa: 40% y 56.8%, respectivamente—. El segundo porcentaje sorprende de nuevo, ya que el 40% estima que son más racionales — ante 59.2% que opinan no lo son— (Cuadro 6). Más allá del estereotipo vigente sobre la emocionalidad femenina y la racionalidad masculina, la opinión pública recabada al parecer va por otros derroteros. Como se observa en el cuadro correspondiente de la encuesta, casi el mismo porcentaje las percibe como más emocionales o más racionales, en comparación con los hombres en puestos políticos. Por otra parte, sí son menos corruptas, menos agresivas —sólo 12% las califica de más corruptas y 6.8% de más agresivas—, y más honestas —como se dijo—, sin embargo, no dejan de sorprender las otras respuestas obtenidas.


Cuadro 6
¿En qué se diferencia el liderazgo político de una mujer con respecto al hombre? Las mujeres son más…
Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012

Según la encuesta de Buenos Aires, 33% opina que las mujeres líderes son más cuidadosas con su familia en comparación con los hombres, 17% dependientes de otros, 12% preocupadas por la sociedad, 11% detallistas, 8% más idealistas, etcétera. En este ejercicio también se preguntó en qué eran diferentes, carentes, en relación con los hombres: 33% menos apoyadas por los hombres, 23% menos decididas, 17% menos capaces, 9% menos mentirosas (D´Adamo et al., 2008).

Finalmente, se pregunta ¿cuáles son los temas a los que las mujeres en puestos políticos otorgan más importancia? De nuevo y como se atribuía a las mujeres en campaña, dan prioridad a la seguridad pública (62%), la educación (66% ) y la salud (63%) (Cuadro 7). En esto, parece que hay total acuerdo, en la comparación entre preocupaciones y mensajes de políticas y candidatas, y con relación a la investigación existente en la materia.


Cuadro 7
¿Las mujeres en un puesto político a qué temas cree que dan más importancia?
Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012.

V.-Consideraciones finales

El estereotipo de género que pesaba sobre cualquier mujer que quisiera dedicarse a la política ha evolucionado. Lo que hace una década se percibía como una serie de trabas, hoy puede considerarse una llave para acceder a los cargos más altos, siempre y cuando se utilice con una estrategia debidamente diseñada (López-Hermida, 2007: 1).

Esta es una revisión en torno a las candidatas y las mujeres en un cargo político desde las percepciones y opiniones de la ciudadanía, a través de una muestra de población en el año 2012 en la ciudad de México. Se han resumido algunas fuentes al respecto y se han aportado los propios hallazgos con la presentación de tendencias de opinión en los cuadros correspondientes. La importancia radica en que es una investigación actual en México y se recoge la voz de la población consultada, misma que parece más alejada y ajena a los prejuicios y estereotipos que otras reflexiones e interpretaciones recogen.

Es preciso remarcar algunas cuestiones, tales como la capacidad de una mujer candidata junto a su poder de decisión como algo que se cree favorable en su campaña, pero no se consideran importantes su rol materno, belleza y aspecto físico o cercanía con la gente. Todo ello en contra de los manuales de campaña y opinión de estudios en la materia (Fernández Poncela, 2012).

En cuanto a obstáculos de las candidatas, se cree que son el machismo social y el de los hombres, muy por encima de los partidos y la familia; si bien el papel de estos dos factores, especialmente el primero, sobresale en la literatura experta sobre este asunto.

Respecto de los temas y valores que perciben más en sus mensajes de campaña son: el cambio, la salud y la educación, por encima de otros como los valores o el cuidado de las personas más necesitadas, incluso la familia. Cuestiones éstas que de nuevo fueron subrayadas por asesores y por académicos (Fernández Poncela, 2012).

Con relación a las críticas a las que las candidatas aparecen expuestas, también sorprenden las respuestas por romper mitos y estereotipos que aparecen en la literatura sobre el tema, ya que los datos arrojan la falta de experiencia en primer lugar y la carencia de carácter en segundo, lo cual es hasta ahí previsible. Sin embargo, lo que ya no lo es tanto es el hecho de que la mayoría de la población consultada no considera las críticas en cuanto a su aspecto físico o el de que su actividad pública redunde en un abandono de la familia. Asimismo, no las consideran con falta de capacidad, si bien antes señalamos que sí les falta experiencia, por lo que se podría pensar que a pesar de la poca experiencia esto no redunda negativamente.

Sobre los estilos de hombres y mujeres en el espacio de la política y a la hora de su ejercicio, la mayoría considera que sí hay diferencias, coincidiendo con otros estudios. Pero a la hora de señalarlas al parecer no son tantas ni tan destacadas, si bien sí se las considera más honestas que los hombres y se las juzga más emocionales, en este punto no más que los hombres, a la par que son también racionales aunque algo menos que ellos. Esto invita a la reflexión en cuanto al contraste sobre las percepciones ciudadanas, las creencias académicas y los discursos políticos.

En fin, coincidencias y divergencias, así percibe la muestra a candidatas y políticas, y así afirman periodistas e investigadoras/es que la gente las cataloga.

Por supuesto, aquí no se cierra la polémica, más bien se invita no sólo a que siga abierta, sino a intentar una nueva perspectiva desde la investigación social que nos haga mirarnos en esa acción y preguntarnos ¿dónde están los estereotipos?, ¿quién crea, posee, reproduce o rompe estereotipos? Y también se invita a no ver a los estereotipos siempre y en todo momento como algo negativo, ya que tienen su función en la economía mental de la percepción, en ocasiones responden a la realidad social, y no siempre son negativos, pero es ese un asunto que desborda los objetivos de este texto.

Hoy es posible hablar de las dificultades y límites que se reiteran en candidatas y políticas en un puesto, pero se requieren nuevas miradas para llegar a la desmitificación y ruptura de estereotipos y ver las ventajas con relación a cambios estructurales, demográficos, culturales, personales, sociales (Buvinic y Roza 2004) y de opinión pública, como mostramos en estas páginas.

Cada vez hay más mujeres en la escena pública, y si bien muchos son los problemas en el seno de la política y la democracia en México, en el caso que nos ocupa se perciben avances, los cuales, propiciados por legislaciones y acciones, apuntan no sólo a una mayor representación descriptiva —cantidad— de las mujeres en la política, así como sustantiva —cualitativa—, sino a una mayor sensibilidad y aceptación social, una mejor valoración humana y técnica; en fin, nuevas miradas sociales para las mujeres.

Cuadros finales de la muestra



Sexo y edad en números absolutos
Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012.



Nivel de ingreso en %
Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012.



Nivel escolar en %
Encuesta Mujeres, política y elecciones, 2012.

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Notas

1 Se define inicialmente como una preconcepción generalizada, parte del proceso mental que organiza la información recibida, simplifica el entendimiento para aprehender el ambiente social, predecir acontecimientos, formar categorías sociales, económicas, hacer más sencilla la percepción de la realidad, construcciones, generalizaciones. Su función es cognitiva, perceptiva y de categorización. Es idea, imagen mental simplificada, conjunto de creencias sobre atributos asignados a un grupo. Aceptados culturalmente, aprendidos, sociales y compartidos. Originan tradiciones culturales. Una forma económica y simplificada de la percepción y categorización rígida y falsa o inexacta de la realidad. Constructos cognitivos que rigen interacciones grupales. Creencias exageradas para justificar y racionalizar la conducta en general (Allport, 1968; Huici, 1996; Lippmann, 2003), incluso acciones contra personas y grupos sociales” (Fernández Poncela, 2011:318). “Así los “estereotipos de género” son la adjudicación sociocultural de ciertas características diferenciales construidas a partir de su sexo, actitudes y valores histórica y socialmente construidos. Un conjunto de características físicas y psicológicas. En el caso del género femenino suelen reducir la autoestima personal y valoración social y pública, además de ser una suerte de etiquetas de cómo se debe ser (Santoro, 1969; González, 1999; Fernández Poncela, 2002; Cook y Cusack, 2011)” (Fernández Poncela, 2011:318-9).
2 Por tratarse éste de un punto de afluencia donde convergen personas de todos los sectores sociales, niveles escolares y delegaciones políticas de la urbe.
3 El nombre de la encuesta es “Mujeres, política y elecciones 2012”. Aquí se realiza un análisis de una parte de la misma, ya que otra parte fue objeto de estudio en otro artículo (Fernández Poncela, 2014). La encuesta contaba con 30 preguntas, algunas de las cuales a su vez se subdividían en apartados.
4 Esta encuesta tuvo lugar en agosto y septiembre del 2008 en la ciudad de Buenos Aires, la muestra es de 636 casos de personas mayores de 18 años —51% mujeres y 49% hombres— (D´Adamo et al., 2008). No se trata de una contrastación exhaustiva, ya que esto no es posible, pero sí contemplar los datos de un ejercicio con características similares, ya que, como se dijo, no hay investigación sobre el tema que aquí se aborda.
5 De hecho, inteligente y capaz son adjetivos que el sentido común –no el buen sentido- adjudica mayoritariamente a la población masculina.
6 Cuando hablamos de ruptura de estereotipos nos referimos a la creencia de la tendencia como mayoritaria.
7 “Es un juicio y opinión de carácter negativo aparentemente sin fundamento. Percepciones, creencias y actitudes, creadas y aprendidas sobre imágenes estereotipadas. Cuyo componente principal es evaluativo y emocional, conforme a expectativas. Se trata de una evaluación y valoración negativa y despectiva sin previo conocimiento de una persona perteneciente a un grupo o de todo el grupo como tal. Se tiene una predisposición emocional negativa con base a creencias estereotipadas y atributos negativos. Una suerte de sentimiento hostil que predispone a actitudes negativas y discriminación de personas o grupos estereotipados. Conduce al rechazo culturalmente construido y aprendido y la exclusión social, puede ser sutil o constituir un rechazo manifiesto, claro y directo. Orientan la conducta, tienen un destinatario, su finalidad es provocar efectos sobre quienes recae el prejuicio mismo. En resumen, actitud y/o comportamiento hostil hacia una persona o grupo por el simple hecho de formar parte de determinado colectivo social producto de generalizaciones simplificadas del mundo (Allport, 1968; Casas Castañé, 1999; González, 1999)” (Fernández Poncela, 2011: 319).


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