Ciencias sociales

Potencial ilustrativo y funciones epistémicas de la imagen en investigaciones multidisciplinarias sobre el hábitat contemporáneo de la pobreza

Illustrative power and epistemic roles of the image in multi-disciplinary researches on poverty contemporary Habitat

Peter Krieger 1
Universidad Nacional Autónoma de México, México

Potencial ilustrativo y funciones epistémicas de la imagen en investigaciones multidisciplinarias sobre el hábitat contemporáneo de la pobreza

Nóesis. Revista de ciencias sociales, vol. 31, núm. 62, pp. 131-154, 2022

Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Instituto de Ciencias Sociales y Administración

Recepción: 01 Agosto 2022

Aprobación: 07 Octubre 2022

Resumen: Este estudio analiza las funciones epistémicas de la imagen en discursos geográficos y sociológicos sobre el hábitat de la pobreza en las megalópolis del sur global, tomando como ejemplo la ciudad de México. Con base en una revisión conceptual y metodológica de la historia del arte desde la Bildwissenschaft (estudios visuales) se analizan tipologías, patrones, codificaciones y los posibles efectos de las construcciones visuales de la pobreza. El artículo concluye con una reflexión sobre la utilidad de este tipo de investigaciones, la función de los estudios inter y transdisciplinarios, así como sobre su fundamental dimensión ética.

Palabras clave: Pobreza urbana, megalópolis, estudios visuales, Bildwissenschaft, sociología, geografía.

Abstract: This study analyses the epistemic functions of images in the geographic and sociological discourses on poverty habitat in the megacities of the global south by focusing on Mexico city. Based on a conceptual and methodological review of art history from Bildwissenschaft perspective (visual studies), this paper aims to examine the poverty habitat by describing its typologies, patterns, encodings and possible effects of its visual constructions. This contribution outlines the utility of this type of research, the function of inter and transdisciplinary studies in this field and its fundamental ethic dimension.

Keywords: Urban poverty, megalopolis, visual studies, Bildwissenschaft, sociology, geography.

Introducción

La imagen es una entidad compleja y multifacética que contiene un potencial epistémico, que puede abordarse desde la Bildwissenschaft (“ciencia” de la imagen) — una de las extensiones conceptuales de la historia del arte. El presente artículo explica los métodos, contenidos y alcances, incluso las críticas que la Bildwissenschaft hace sobre un campo con mayor relevancia político-global: la configuración socioespacial y visual del hábitat de la pobreza en el planeta hiperurbanizado. Este estudio analiza la ciudad de México y su zona metropolitana como caso paradigmático de las megalópolis del sur global. Con base en una breve revisión del estado de arte de la imagen y su estudio, se perfilan las posibles contribuciones de la Bildwissenschaft a los debates multi, inter y transdisciplinarios sobre la pobreza urbana, con un acercamiento a la geografía (sección 1) y a la sociología (sección 2). Al constatar los déficits de la exploración epistémica de éstas y otras disciplinas relacionadas, la investigación ofrece una revisión de las tipologías, motivos y construcciones visuales con las cuales se representa y conceptualiza la condición urbana de la precariedad en épocas actuales, lo cual genera una iconografía política específica (sección 3). Concluyo con una invitación al diálogo transdisciplinario sobre esta problemática y tema de gran trascendencia y con una invitación a la revaloración sobre la función educativa del estudio de la imagen.

Desde la temprana pintura rupestre –situada hace 40 mil años– hasta la condición mediática contemporánea –determinada por la digitalización–, la imagen ha funcionado como parámetro clave para la autodefinición del ser humano en sus ambientes. Existe una relación elemental entre la creación de imágenes y la evolución del ser humano; según Horst Bredekamp, en su libro sobre el acto icónico, el antropos es aquel capaz de transformar objetos en imágenes y trasponerlas a otra realidad ( Bredekamp, 2010, p. 28). La esfera 2 autónoma de la imagen refleja, representa y conceptualiza también la condición del hábitat, parte esencial de la autorrepresentación humana. La definición de ciudad y su configuración social depende de la retroalimentación de la imagen ( Krieger, 2012). Mientras el grabado de una vista urbana en el siglo XVI en Europa otorgaba identidad a una comunidad de ciudadanos ( Gombrich, 1979), hoy en día es la fotografía digital de la megalópolis en el sur global lo que retroalimenta la conciencia colectiva sobre el estatus del planeta hiperurbanizado. Los medios visuales y las definiciones de lo que representa una “ciudad” están cercanamente interrelacionadas. Coincide un “aluvión” de imágenes digitales con las infinitas aglomeraciones urbanas. Ambas formas de expresión con sus ilimitadas reproducciones visuales pueden generar impotencia y rechazo dentro del aparato sensorial-cognitivo del ser humano contemporáneo. Sostengo que existe escasa capacitación para el manejo de la distancia crítica indispensable respecto a este flujo de imágenes, así como para la verdadera comprensión racional de las extensiones megalopolitanas. Presenciamos una revolución mediática nunca antes presente en la historia de la humanidad, nunca hubo tal circulación de imágenes como en nuestra era digital, razón por la cual carecemos de lo que Aby Warburg definió como Denkraum, espacio de reflexión ( Warburg, 1932, p. 491). Y somos testigos además de una época de hiperurbanización, con más de la mitad de la población mundial viviendo en ciudades ( UN / Habitat, 2006; Burdett, Ricky & Sudjic, 2007), una cifra en continuo crecimiento, con un porcentaje elevado de zonas marginadas. 3

Las imágenes constituyen mundos ( Bredekamp, 2010, p. 328), proporcionan material epistémico para entender condiciones y estructuras de la convivencia humana en su modalidad urbana. No obstante, la percepción de las imágenes de la pobreza en la urbe se enfrenta a un obstáculo, investigado por la neurología ( Singer, 2002, p. 168) y la cibernética ( von Foerster, 2002, p. 69; Maturana, 2000): se ve únicamente lo que se elige ver. Existe una compleja interferencia entre los datos sensoriales y la producción de ficciones en el cerebro. Hay rutinas cognitivas y también emocionales en el manejo neuronal de las imágenes de la segregación, miseria y violencia urbana. La evidente descomposición socioespacial, en especial en las megalópolis del sur global, y su representación como imagen, oscila, a menudo, entre tabú y cliché. En contraste a esta simplificación, la Bildwissenschaft ofrece análisis complejos y profundos e interrumpe las citadas rutinas cognitivas antes mencionadas.

Cada cultura y época tiene una idea diferente de cómo representar la miseria urbana, y este tema de estudio toma como referencia el canon disciplinar de la historia del arte: la historia social del arte, establecida desde los años setenta del siglo pasado ( Hauser, 1974; Eder & Lauer, 1986). Con ella los estudios de iconografía cristiana, por ejemplo, revelaron los motivos de la crítica social en este sistema de creencias, como la escenografía de la pobreza en que se representó a san Francisco de Assisi ( Seidl, 2011, p. 84). Más allá de este conocido campo temático de la iconografía, la historia social del arte se fortaleció con el estudio de las culturas visuales de la industrialización europea a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Con las reconfiguraciones drásticas entre campo y ciudad –incluyendo el emergente problema socioespacial desde principios del siglo XIX de los slums–surgió una producción visual con alcance crítico en la gráfica y a partir de la mitad del siglo XIX primordialmente en la fotografía – tema de la historia social del arte. En la historiografía de arquitectura y urbanismo se incluyeron temas sobre el hábitat de lo precario ( Führ & Stemmrich, 1985, pp. 13-14), ampliando así el enfoque tradicional de la arquitectura del poder (castillos, palacios, templos, entre otros).

La extensión de la historia del arte hacia la Bildwissenschaft significó un avance considerable para los estudios sobre cultura visual de la pobreza urbana, la cual analiza todo tipo de imágenes, no sólo obras artísticas ( Sachs-Hombach, 2009). Y dentro de esta ampliación se estableció una línea de investigación específica sobre iconografía política (que explico con mayor detalle en la sección 3). La polis es la manifestación arcaica y esencial de la política, y su imagen es la autorrepresentación de una sociedad, de sus logros y fallas. La presencia estructural de las zonas marginadas en las ciudades, y su representación en diferentes tipos de imágenes, viviendo un planeta de slums, es un tema de investigación con relevancia considerable, ya que vivimos en (“planet of slums”, Davis, 2007). El extendido hábitat pobre del Sur Global es la signatura urbana del siglo XXI. La creciente depauperación, materializada y visible en los slums, contiene, según un análisis de la ONU, un poder destructivo respecto a la convivencia humana en el planeta Tierra ( UN Habitat, 2006). El reporte del State of the World’s Cities estima que desde principios del siglo XXI mil millones de seres humanos viven en slums, una cifra que se ha triplicado desde los años sesenta; cada sexto habitante vive sin infraestructura adecuada, sin servicios médicos y educativos; la mayoría de los slums se encuentra en zonas contaminadas, marginadas y, por tanto, carecen de vida digna alguna.

Esta situación genera configuraciones e imaginarios urbanos complejos. En las siguientes secciones de este artículo expongo las tipologías, patrones, codificaciones y posibles efectos de las construcciones visuales de la pobreza. Las imágenes, en este caso sobre la condición humana en las ciudades contemporáneas, se despliegan con distancia respecto al ser humano, tienen una autonomía, presentan un potencial epistémico, estimulando el poder imaginativo ( Bredekamp, 2010, pp.19-21). Explorar este potencial de la imagen, reconociendo su poder discursivo, e incluso sus alcances políticos, es el objetivo de una historia del arte –desde la Bildwissenschaft– comprometida con el diálogo con otras disciplinas dedicadas a la comprensión del fenómeno ciudad. ¿Qué plusvalías epistémicas ofrece el estudio de la imagen más allá de las palabras y cifras que exponen el tema y problema de la pobreza urbana? ¿Qué conocimientos de orientación proporciona este acercamiento analítico? ¿Y qué conexiones suministra esta propuesta disciplinar a las complejas redes de los estudios urbanos?

La ciudad es una entidad compleja cuya comprensión requiere investigaciones de ese orden. De entre las diferentes disciplinas dedicadas al estudio de la pobreza urbana, como el urbanismo, la antropología, las investigaciones jurídicas, o la criminalística, reviso, primero, la geografía, para comprobar cómo la Bildwissenschaft se integra a un proyecto multidisciplinario. Postulo que el estudio de la imagen es una contribución indispensable en estos debates académicos. La imagen no es una mera ilustración secundaria, sino un catalizador del conocimiento.

1. Geografía social

Vista aérea de la zona conurbada en el norte de CDMX
Imagen 1
Vista aérea de la zona conurbada en el norte de CDMX
Fuente: Peter Krieger, 2015

La imagen que inicia esta sección es una “geo-grafía” en su sentido original: registra, retrata, describe ( graphein) una situación geográfica ( geo) en la zona conurbada al norte de la ciudad de México (CDMX). Tomada desde la ventana de un avión que se acerca a la megalópolis mexicana, esta fotografía amateur ofrece una vista oblicua a un geo-paisaje urbanizado por asentamientos irregulares. Es un panorama ubicado en un lugar específico, y a la vez, una imagen genérica de las extensiones hiperurbanas en zonas no adecuadas, como colinas con peligros de derrumbes, y otras condiciones adversas de los suelos cubiertos con acumulaciones autoconstruidas. Es 2015 el año de la fotografía, cuando la densa red de la urbanización informal estaba todavía delimitada frente a algunas colinas, sin embargo, casos similares en los alrededores de la CDMX demuestran cómo se disuelven estos límites con el crecimiento de las colonias populares. La geomorfología de la cuenca de México muestra las tendencias de erosión acelerada por el crecimiento humano de urbanización. Contrastan las zonas naturales, montañosas, con la extendida capa del habitar en concreto y asfalto.

Enfoco mi análisis en el caso paradigmático de la megalópolis de México ( Parnreiter, 2007; Ziccardi, 2008), con la comprensión de que estas escenografías urbanas de la pobreza se repiten en muchas otras regiones del mundo, particularmente en América Latina, por ejemplo en las ciudades montañosas de Caracas, Bogotá, Lima o Río de Janeiro. Según un cálculo de la ONU, “son 113,4 millones de personas de América Latina y el Caribe que viven en asentamientos irregulares en condición de pobreza” (ONU; La Jornada, 24 de mayo de 2015), reclamando un derecho a la ciudad y al suelo.

En el planeta de los slums, la CDMX y su zona conurbada ocupan el décimo lugar en la lista de ciudades con mayor extensión territorial de asentamientos informales ( Davis, 2007, p. 24); un caso que respalda el principio teórico de que el crecimiento urbano en el siglo XXI se manifiesta, primordialmente, en un incremento de dichos entornos. Ahora bien, aunque la pobreza también es un problema del campo, está comprobado que la extrema precariedad es, sobre todo, un fenómeno urbano ( López, 2017, pp. 31-32); es allí donde hay extrema segregación, descomposición del tejido socioespacial y pérdida de control por parte de las autoridades, debido a la carente planeación. Cabe mencionar que la pandemia Covid ha afectado en gran medida desde 2020 el grado de pobreza en México 4 y en todos los países del sur global.

En términos urbano-arquitectónicos, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) reporta que de los 34 millones de viviendas en el país 9.4 millones presentan rezago habitacional. Peor aún, 9.1. millones de personas no tienen acceso al agua potable, 8 millones habitan en viviendas sin drenaje. Y el problema aumenta: “Cada año se crean en el país 90 mil viviendas irregulares, señala la Sedatu” ( La Jornada, 10 de octubre de 2019).

Respecto a la CDMX y sus zonas conurbadas, en 2009 el entonces Gobierno del Distrito Federal (GDF) registró 69 “ciudades perdidas”, es decir, espacios marginados con casas fabricadas con desechos: asbesto, hojalata, cartón, plásticos, habitados por más de 40 mil personas ( La Jornada, 25 de mayo de 2009).

Esta informacíon geográfico-estadística se abstrae en cifras y palabras; material necesario para analizar el problema y desarrollar estrategias de mejoramiento. Empero, existe un problema epistémico en este grado de abstracción, en la documentación con cifras, mapas, diagramas, o simplemente en los textos oficiales, de investigación o de prensa que aparecen sin imágenes. Como ha demostrado la investigación neurológica ( Singer, 2002) y sus artículos en Frankfurter Allgemeine Zeitung, 8 de junio de 2002 y 29 de abril de 2002), una mayor parte de las redes neuronales es competente para los estímulos visuales, y una minoría para el pensamiento abstracto, como la matemática y la gramática. El acto de la percepción visual, por anto, es el punto de partida para comprensiones, evaluaciones y decisiones.

He aquí el valor epistémico de los estímulos visuales que emite la imagen, un medio que ofrece la comunicación de contenidos, por ejemplo, sobre la situación de la pobreza urbana. La fisiología de la percepción comprobó la capacidad de persuación de las imágenes, ( Singer, 2004, p. 56) mismas que despliegan un impulso para la comprensión compleja de un tema y problema. El acto de ver fomenta la comunicación social y la capacidad de orientación ( Singer, 2004, p. 60), posibles efectos alcanzados por la fotografía panorámica de las colonias populares en las colinas de la cuenca de México ( Imagen 1). Este registro visual, uno de entre innumerables fotografías aéreas de la CDMX ( Krieger, 2012) complementa el registro de datos, y en sinergia, genera conciencia que –según Linke, 2000, p. 37–, se basa en los parámetros de la representación. La experiencia visual de los contornos, contrastes, colores y motivos de la fotografía seleccionada ( Imagen 1) es un proceso epistémico que genera coherencias, codificaciones, otorga sentido y estimula la reflexión (Singer, 2010, pp.129, 130 y 136). Tal categorización de los datos sensoriales permite, en relación con los informes abstractos que proporciona la geografía y estadística urbana, la construcción de modelos y perspectivas del mundo.

Un ejemplo que comprueba todavía el existente déficit disciplinar de la geografía en cuanto a la exploración de la imagen como fuente del conocimiento es el libro colectivo Geografía y pobreza. Nuevos enfoques de análisis espacial, editado en 2017 por Flor M. López dentro del programa editorial del reconocido Instituto de Geografía de la UNAM. La ilustración de la portada ( Imagen 2) resulta un híbrido entre la simulación geomorfológica de la cuenca de México y la inserción de bloques abstractos que indican las diferentes densidades de construcción de la CDMX; en rojo se encuentra la de mayor densidad, en ocre, la de mediana, y en amarillo, la de baja. En cuanto a su comunicación visual, esta portada tiene poca concisión, ya que no consigue un punctum ( Barthes, 2014) que enfoque el tema con una fuerza visual –efecto deseado para cada libro.

Portada del libro 
								Geografía y pobreza. Nuevos enfoques de análisis espacial
Imagen 2
Portada del libro Geografía y pobreza. Nuevos enfoques de análisis espacial
Fuente: Flor López (coord.) (2017) Geografía y pobreza. Nuevos enfoques de análisis espacial. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Geografía

A lo largo de las páginas de dicha publicación se insertaron diversos diagramas, estadísticas y mapas, pero únicamente tres fotografías: una de un conjunto habitacional en Morelos-Tarímbaro y dos de indigentes en el centro de CDMX ( López, 2017, pp. 142, 219 y 222). Resulta una absoluta desproporción representativa sobre la geografía de la pobreza en una publicación con dicho tema 5. No se refleja la “vuelta espacial” 6 ( Schlögel, 2003, pp. 60-71; Günzel, 2009; Dünne & Günzel, 2006) ni la “vuelta icónica” ( Maar & Burda, 2004) en la configuración académica de este libro de investigación. Por la especialización disciplinar no sorprende esta falta de inclusión de la imagen en tanto catalizadora de conocimiento y de crítica social; justo, mi objetivo es la proposición de la suma de la Bildwissenschaft a las investigaciones multidisciplinarias sobre la pobreza urbana.

Por ejemplo, en los apartados sobre las controvertidas definiciones de pobreza conviene incluir material visual sobre los diferentes estratos entre la colonia popular consolidada ( Ribbeck, 2002) ( Imagen 3), la “ciudad perdida” ( Imagen 4) o la situación de los indigentes, cuyos cuerpos son “la única barrera frente al mundo” ( Toscana Aparicio, en López, 2017, p. 223). La práctica de construir un hogar efímero en la calle con “cajas de cartón, trapos, cobijas, bolsas de plástico” ( Toscana Aparicio, en López, 2017, p. 221) y la tremenda realidad de este micro-hábitat hicieron que se considerara importante ilustrar estas condiciones con dos fotografías, una excepción en este libro de investigación. En este caso funcionó el shock epistémico de la imagen.

Colonia popular Jalalpa, CDMX
Imagen 3
Colonia popular Jalalpa, CDMX

Autoconstrucción en la “ciudad perdida” cerca del bordo de Xochiaca
Imagen 4
Autoconstrucción en la “ciudad perdida” cerca del bordo de Xochiaca

Para entender la “geografía de la pobreza” ( López, 2017, p. 9) conviene relacionar las definiciones socioeconómicas 7 con las espaciales, arquitectónicas y su representación visual, con el objetivo de obtener una perspectiva más completa y compleja del tema. La definición del Conapo, por ejemplo, no precisa bien la condición arquitectónica-estructural del hábitat de los pobres; menciona la falta de drenaje, energía eléctrica, servicio sanitario y la ocupación de los cuartos, mientras la única definición material de una casa precaria es tener “piso de tierra”. Las fotografías seleccionadas revelan otros factores a tomar en cuenta para definir diferentes niveles de pobreza urbana, ( Imagen 3) puesto que en la colonia popular consolidada predominan estructuras estables de concreto y tabique y, en ocasiones, aplanados y elementos decorativos. Y en el caso de la “ciudad perdida” cerca del bordo de Xochiaca –donde se acumularon aproximadamente 12 millones de toneladas de basura–, también la más primitiva construcción con material de reciclaje revela un cierto nivel de creatividad. Estos son factores desconocidos para muchos ciudadanos, incluso para aquellos que trabajan en las oficinas de administración, planeación y desarrollo urbano o para aquellos expertos y legisladores que nunca o poco han visitado una “ciudad perdida”. Para ellos, en especial, contar con documentaciones fotográficas, con el ya mencionado efecto epistémico de la imagen, equivaldría a acceder a una fuente de conocimiento.

Algo semejante ocurre en el debate sobre el tradicional término slum. Cualquier clasificación de una zona marginada de la urbe parte de una visión externa, mientras la percepción interna de los colonos nunca se expresa en este término peyorativo ( Wedlich, 2011). El libro Geografía y pobreza. Nuevos enfoques de análisis espacial, excluye estas reflexiones críticas y opera con los inidicadores NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas), además de mencionar un parámetro psicosocial del Conapo, la “incidencia de asaltos, alcoholismo, drogadicción y prostitución” ( López, 2017, pp. 55- 56). Con ello, se reaniman las tempranas definiciones del slum, que a principios del siglo XIX era sinónimo de “comercio criminal” ( Davis, 2007, p. 21) 8, mientras que a mediados de esa centuria se mantuvo la equivalencia entre la definición criminalística y la condición urbanística. El slum del siglo XIX es un fenómeno socioespacial dentro de la ciudad industrial. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX cambia este parámetro, se expanden las colonias populares mayormente a las periferias de las ciudades del Sur Global ( Davis, 2007, pp. 27 y 50), entre ellos Bombay/Mumbai, Dhaka, Lagos, El Cairo, Karachi, Dehli, Sao Paulo y la CDMX.

Existe un número considerable de términos, en diferentes lenguas: en portugués favela, en francés bidonville, en el inglés estadounidense ghetto (redefiniendo el borghetto veneciano para la exclusión y represión de la población judía) y en México “tugurio”. En esta investigación no voy a profundizar en el análisis filológico y sociológico de este vocabulario 9, sino a subrayar que el uso de terminologías, estadísticas, diagramas y cartografías de la pobreza urbana tienen un implícito carácter represivo, es decir, que sirven como abstracción de la realidad empírica construida y como protección contra el efecto que puede generar un recorrido por una zona popular o la observación detallada de sus representaciones fotográficas.

De hecho, también la cartografía es una imagen que oscila entre la ilustración y la manipulación. La cartografía de la pobreza urbana es uno de los temas clave de nuestro libro de referencia. Los orígenes del catastro de las zonas con mayor nivel de precariedad y degeneración del hábitat se hallan en Inglaterra y Gales, desde el siglo XVIII ( López, 2017, p. 53), y se detallaron gradualmente hacia finales del siglo XIX 10, con el fin de facilitar la intervención pública, es decir, de controlar aquellas zonas donde se manifestó el poder del movimiento obrero. En México, según los autores del libro colectivo, hubo escasa cartografía de la pobreza ( López, 2017, p. 53), sin embargo, el tema criminalístico estuvo presente, históricamente y en la actualidad.

Abundan, en la prensa mexicana contemporánea, reportes sobre violencia en la megalópolis, en las zonas marginadas de la autoconstrucción, donde ya no predominan los obreros, sino los ladrones, comerciantes de drogas, y otros outcasts de la sociedad. Como ejemplo cito un artículo sobre la colonia Cuautepec en la sierra de Guadalupe, donde las “balaceras, asaltos y la venta de drogas son el pan de cada día: vecinos” ( La Jornada, 16 de mayo de 2019). Este artículo ilustra los testimonios escalofriantes, pero realistas, de los colonos con una fotografía panorámica del asentamiento en la colonia. Hay una codificación de la imagen por la información mediática, informativa y sensacionalista a la vez.

No obstante, el mayor problema epistémico no son los reportes de prensa, sino la cartografía y los diagramas analíticos de las autoridades. Todas las cartografías, a lo largo de la historia y en diferentes culturas, fungen como instrumento de poder ( Schlögel, 2003, pp. 81-153), sobre todo para el control del espacio habitado. Cartografías urbanas y diagramas socioespaciales integran datos, por ejemplo, sobre la acumulación de pobreza y altos índices de criminalidad, en una estructura administrativa-disciplinante. La documentación visualizada pretende ser la expresión neutral científica, pero de hecho es información cargada de ideologías, generando hegemonías político-discursivas. En innumerables casos, la construcción visual de mapas y diagramas es llamativa y manipuladora.

Un ejemplo de ello es un mapeo de la “Desigualdad en la Ciudad de México” que circuló en 2021 en las redes sociales (de donde descargué la imagen). Un tema con extrema fuerza expresiva para el futuro de la sociedad mexicana hiperurbanizada se presentó con un diseño gráfico de colores armónicos, hasta suaves y alegres, como el uso del tono rosa en algunas partes del fondo y tonos pastel verde u ocre. Lo que confunde en esta cartografía, elaborada con fines de comunicación social, es el uso ilógico de colores para representar a los excluidos, los olvidados, los perdedores según el darwinismo megalopolitano cotidiano. El color rojo se utiliza para aquello clasificado bajo las categorías de “personas indígenas que viven en la pobreza” y “personas menores de 17 años que viven en situación de pobreza”, y la siguiente categoría, “personas con alguna discapacidad mental que viven en pobreza”, se ilustra con el rojo que equivale a signo de alerta. La parte complementaria de esta confusión relativa a los colores es la determinación de la pobreza en dos categorías: en verde y turquesa. Y la distribución de los máximos grados de precariedad sólo aparece en el mapa de la CDMX con un símbolo de ubicación. En suma, este diseño gráfico no sólo es confuso e impreciso, sino que por el empleo de dichos colores suaviza la presentación del grave problema socioespacial de la segregación.

Este mapa/diagrama también incluye información ambiental, sobre los suelos de conservación, un tema generalmente relacionado con la pobreza urbana, ya que la mayoría de las colonias populares se expande –con efectos contaminantes y de erosión– sobre zonas naturales.

Vista a las zonas de autoconstrucción y del desarrollo comercial de Cuajimalpa y Santa Fe, CDMX
Imagen 5
Vista a las zonas de autoconstrucción y del desarrollo comercial de Cuajimalpa y Santa Fe, CDMX

Una fotografía de la zona de Cuajimalpa y Santa Fe evidencia el uso de los suelos en las colinas y barrancas, con la urbanización autoconstruida, el desarrollo comercial con edificios elevados, y con extractivismo. Esta fotografía amateur de 2018 permite una lectura crítico-ambiental del paisaje megalopolitano cuyos suelos están cubiertos por construcciones. La imagen también evoca el largo debate, iniciado por la United Nations Environment Programme (UNEP), sobre el impacto ambiental negativo: mayormente por los slums con su desarrollo no sustentable y contaminante o por las zonas exclusivas del desarrollo comercial y residencial con su alto consumo de recursos (materiales de construcción, energía eléctrica, agua, entre otros). Estas dos tipologías predominantes en el desarrollo de las megaciudades del sur global despliegan efectos ambientales adversos. Y la fotografía ejemplifica esta condición de la ciudad en el Antropoceno, donde la tecno-masa (edificios, infraestructuras y todos tipos de productos industriales) tiene mayor peso que la bio-masa ( Zalasiewicz & Williams, 2021).

La cuestión ambiental es un parámetro establecido en el análisis del hábitat pobre –con una breve mención también en nuestro libro de referencia ( López, 2017, pp. 138 y 171-172)– , y existe un sinnúmero de fotografías que exhiben drásticamente cómo vive la gente junto a basureros, o industrias contaminantes, o cloacas tóxicas ( Radkau, 2011, p. 575); condiciones que el sociólogo urbano Mike Davis define como el “síndrome del basurero”: dantescos distritos de slums envueltos en polución y ubicados cerca de ductos, plantas químicas o refinerías, como por ejemplo la Alcaldía Iztapalapa en la CDMX ( Davis, 2007, p. 129). El parámetro ambiental incluye también las cuestiones geofísicas de las zonas marginadas, muchas de ellas en peligro permanente de deslaves. DixitDavis: slums empiezan con mala geología (“Slums begin with bad geology.”; Davis, 2007, p. 122)

Las dimensiones geográficas y también geológicas están presentes en las imágenes seleccionadas ( Imágenes 1, 2, 3 y 5) que representan el tema y problema de la pobreza urbana. Son fotografías de una base de datos en construcción; 11 es posible comprobar su carácter representativo con una búsqueda temática en internet. Ahí surgen los esquemas visuales que determinan la comprensión geográfica de la pobreza, tema de esta sección del artículo. La geografía constituye relaciones sociales ( Schlögel, 2003, p. 36) emergentes en la complejidad de las imágenes.

2. Sociología de la pobreza

Fotografía del artículo “Balance 2013-18. Insuficiente, la lucha antipobreza en el sexenio pasado, dice Coneval”
Imagen 6
Fotografía del artículo “Balance 2013-18. Insuficiente, la lucha antipobreza en el sexenio pasado, dice Coneval”
Fuente: Diario La Jornada, 16 de enero de 2019

La imagen que da la pauta sobre el debate en torno a las investigaciones sociales sobre la pobreza urbana es una fotografía de prensa que ilustra un artículo sobre el análisis sociológico del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), acusando la insuficiente lucha antipobreza del sexenio del entonces presidente Enrique Peña Nieto ( La Jornada, 16 de enero de 2019). El artículo expresa una crítica política, basado en estudios sociológicos y económicos, en el cual se citan cifras y se mantiene un nivel abstracto, bastante general. Por ello, para compensar tal abstracción, la redacción del periódico colocó esta fotografía impactante de una escena en un asentamiento irregular en Iztapalapa. Como vemos el fotógrafo (no mencionado en el pie de foto) concentra la mirada en un encuentro de tres niños sentados sobre un piso desigual de tierra, flanqueado por otro, parado del lado izquierdo. La escena está visualmente enmarcada por los bajos techos inclinados de asbesto, hojalata y otros materiales tóxicos de reciclaje; esta construcción visual crea un efecto escenográfico en perspectiva central que resalta a los niños como protagonistas y sujetos que provocan compasión y empatía entre los lectores de este periódico de izquierda moderada.

La inclusión de niños en las narraciones y construcciones visuales es un principio establecido desde la temprana fotografía de los slums. Los observadores, en este caso los lectores del periódico, quienes posiblemente carecen de experiencia propia en estas zonas marginadas, no sólo reciben información visual sobre la construcción precaria de este entorno, sino que también se enfrentan al grave problema psicosocial: la muy alta posibilidad de una falta de un futuro digno para esos niños. Así, los retratados fungen como amplificadores emocionales para un reportaje sociológico abstracto.

Desde sus inicios, la sociología urbana y la sociología en general ( Guggenheim, 2013), opera como una disciplina fijada en la palabra y la cifra. Cuando Friedrich Engels publicó en 1845 su análisis de la Situación de la clase obrera en Inglaterra ( Engels, 1985 [1845]), sólo incluyó cuatro ilustraciones. Este escrito fundacional de la sociología urbana apuesta por la palabra y su efecto en la imaginación. Con sus precisas descripciones, que también pasan por el filtro ideológico del socialismo temprano, el autor acerca a sus lectores a las condiciones precarias e insalubres de los slums de Mánchester y otras ciudades industriales de la región. Sin embargo, Engels, y casi todas las posteriores generaciones de sociólogos urbanos, incluyendo a Henri Lefèbvre y Mike Davis, no exploran el potencial epistémico de la imagen.

Como primer sociólogo – avant la lettre, porque esta disciplina se formó hasta finales del siglo XIX– Engels analizó la dinámica espacial de las ciudades industriales, con su mecanismo de segregación extrema, como expresión territorial del poder económico y político ( Hunt, 2020, pp. 146-149), y reveló en detalle, basado en sus estudios empíricos, cómo las deficientes estructuras urbanas y los edificios precarios de los slums funcionan como instrumentos de represión hacia los pobres. Su análisis tiene una actualidad desconcertante, aunque la configuración espacial del hábitat de la pobreza en las megalópolis contemporáneas del Sur Global sea completamente diferente.

Hasta la fecha domina una sociología sin imágenes, pero por lo menos, la difusión de sus contenidos aprovecha el específico potencial epistémico de la fotografía. De entre innmuerables ejemplos posibles, selecciono una reseña –publicada en la revista semanal Die Zeit, determinante para los discursos intelectuales en Alemania– del opus magnum de Niklas Luhmann sobre “la sociedad de la sociedad” ( Luhmann, 1997b), ilustrada con una fotografía panorámica de la favela Rocinha en Rio de Janeiro 12. El pie de foto aclara que esta favela, en su tiempo la más grande de América Latina, es un ejemplo para el “mecanismo diabólico de ‘inclusión’ y ‘exclusión’, descrito por Luhmann” 13. La Rocinha, ubicada entre los barrios exclusivos de Ipanema, Leblon, Gavea y Barra da Tijuca, genera un contraste socioespacial tajante – y, por ello, ganó la atención mediática como caso sobresaliente de una sociedad urbana segregada y fracturada. En un terreno de 453,440 metros cuadrados se acumularon, según estimaciones, entre 60,000 y 150,000 habitantes. Legitimada por la administración de la ciudad de Río de Janeiro en 1986 y declarada como unidad administrativa autónoma en 1993 ( Fabricius, 2007, p. 37), la Rocinha ejemplifica el mecanismo de exclusión de millones de habitantes empobrecidos dentro del sistema urbano.

Luhmann desarrolló su teoría de sistemas en diferentes campos, como el derecho o el arte ( Luhmann, 1997a), y concluyó su trabajo teórico de tres décadas con esta obra en la cual critica que los más altos y sofisticados conceptos filosóficos occidentales se basan en los intereses particulares de la clase señorial burguesa que se ha liberado del sistema monárquico y que utiliza instrumentos de represión en contra de aquellos excluidos –del sistema capitalista– que no disponen de dinero y educación. Es imposible reducir las 1,164 páginas del libro de Luhmann a un resumen de un párrafo o a una reseña, no obstante, la estructura clasista, segregada de Río de Janeiro y de la mayoría de las ciudades mundiales permite ilustrar su argumento. La imagen de los excluidos en las favelas evidencia este mecanismo de represión.

Sin embargo, ningún sistema se mantiene inalterado eternamente, tampoco nuestro sistema solar. Y lo que explica Luhmann es que los sistemas se alteran por choques, irritaciones, cuestionamientos. Sostengo que la percepción de las imágenes de la pobreza urbana, como la vista panorámica de la Rocinha, contienen este potencial sistémico.

De hecho, una nueva rama de la sociología retomó esta exigencia de extender el análisis de datos y textos por el estudio de la imagen. Surgió, primero en Inglaterra, un ejemplo es el Goldsmiths de la Universidad de Londres, con la sociología visual (Visual Sociology). De este programa retomo una reciente tesis de doctorado como modelo para la exploración sociológica de la imagen urbana, en este caso de una zona marginada al noreste de CDMX, Tecamac.

El arquitecto alemán Christian von Wissel, quien trabajó mucho tiempo en la CDMX y desarrolló el proyecto neosituacionista denominado Citámbulos, sondeó la fuerza epistémica de la imagen urbana en una zona marginada. Su concepto de la sociología visual se concentra en la “producción de la investigación visual dentro de la sociología”, y desatiende las otras dos posibles definiciones disciplinarias, como “el estudio sociológico de productos visuales” –con base, implícitamente, en la Bildwis- senschaft– y, “la calificación de la investigación sociológica a través de técnicas, media y dispositivos” ( von Wissel, 2019, p. 70). Von Wissel empleó la fotografía no como fuente del conocimiento, sino como técnica de investigación. De las documentaciones fotográficas de la zona de Tecamac, registrando los objetos, las estructuras, las superficies y texturas, sus cambios y permanencias, surgieron las preguntas para las entrevistas cualitativas ( von Wissel, 2019, p. 71), técnica tradicional de la sociología. Desde mi punto de vista metodológico es cuestionable no analizar el material fotografáfico en sí, con su compleja comunicación visual, con sus codificaciones iconográficas, aunque ello no impidió que este trabajo abriera una brecha hacia la comprensión visual de un fenómeno social complejo, como lo es la pobreza urbana contemporánea.

De hecho, dentro de la historia conceptual de la sociología existe un antecedente importante: la sociología sensorial ( sensorial sociology), conceptualizada por Georg Simmel en 1923, que posteriormente inspiró a la etnografía sensorial y también a la práctica artística como investigación ( art practice as research) ( von Wissel, 2019, pp. 72-73 y Guggenheim, 2015, pp. 346-347). Lo que von Wissel no menciona en el estado del arte de su tesis doctoral es que la integración de la dimensión sensorial –y con ello, el estudio de la imagen– en la sociología abstracta, es una noción ya formulada por Karl Marx y condensada en su célebre máxima: “La educación [ Bildung, en alemán, que contiene Bild, imagen] de los cinco sentidos es un trabajo de toda la historia mundial anterior” 14 ( Marx, en Reichelt, 1975, p. 446). Y, lo sensorial “debe ser la base de todas las ciencias. Sólo si parte de la figura doble, tanto de la conciencia sensorial como de la necesidad sensorial, [...] es la verdarera ciencia.” ( Marx, en Reichelt, 1975, p. 448) 15.

Como lo han demostrado las representaciones visuales y las conceptualizaciones iconográficas analizadas en este artículo, existe el peligro epistémico inherente de estereotipar la imagen del slum, de percibir la informalidad urbana desde una cómoda y distante posición social, como un thrill, o revalorizar el urbanismo assemblage ( Farías & Bender, 2010; von Wissel, 2019, p. 39) como un “performance [es decir, un formato del arte contemporáneo] de incertidumbre” ( von Wissel, 2019, p. 34). Por ello, para concluir esta sección sobre la sociología de la pobreza, revisamos una categoría especial, la indagación sociológica por medio del arte contemporáneo.

Detalle de la instalación 
								Autoconstrucción de Abraham Cruzvillegas, expuesta en el Museo Jumex en la CDMX, en 2014
Imagen 7
Detalle de la instalación Autoconstrucción de Abraham Cruzvillegas, expuesta en el Museo Jumex en la CDMX, en 2014
Fuente: Peter Krieger, 2014

La instalación que el artista mexicano Abraham Cruzvillegas realizó en el Museo Jumex, CDMX, en 2014, se inserta a su serie “Autoconstrucción”. Como modalidad artística, la instalación no es una escenografía espacial narrativa, sino una estructura voluminosa que se basa en una reflexión conceptual (Rosenthal, 2003); en este caso sobre la creatividad y complejidad de las autoconstrucciones en las colonias populares de la CDMX. Al crecer en la colonia Ajusco, colindante con Santo Domingo en el Pedregal, cerca de Ciudad Universitaria, Cruzvillegas cuenta con experiencias propias sobre la vida en la precariedad. En su carrera profesional, el artista sublimó tal aprendizaje en instalaciones como ésta, que acumula y organiza material de autoconstrucción como una escultura ad libitum, con una lógica estructural alterna. El folleto de la exposición explica: “Ligada a la irregularidad y a la informalidad, la autoconstrucción existe fuera de las consideraciones de la arquitectura y de la planeación urbana tradicionales. [...] Este proceso constructivo está también cercanamente enlazado a la manera en la que las comunidades periféricas de la ciudad de México se han desarrollado, creando al mismo tiempo una identidad y una cultura colaborativa.” ( Camacho, 2014).

En la serie “Autoconstrucción” confluyen varios parámetros que contribuyeron a la fama mundial de Cruzvillegas: su experiencia biográfica, auténtica respecto al hábitat de la pobreza, es decir, no con una observación “desde afuera”, desde una posición social acomodada; la comprensión de una colonia popular como una “mega escultura social” dentro de la megaciudad segregada ( Godfrey, 2015, p.157); la revalorización del caos constructivo de la autoconstrucción en la estética procesual de la improvisación, como expresión de creatividad alternativa, transformadora e incluso contradictoria – en palabras del artista: “la promiscuidad estética“ ( Cruzvillegas, 2014, p. 12); la economía de la pobreza con su principio de la construcción sustentable con material de reciclaje, con los desechos de una sociedad de consumo acelerado; y, las formas de solidaridad en las comunidades marginadas ( Cruzvillegas, 2014, pp. 18-19) que no sólo son focos de violencia.

Las obras metamórficas de la serie “Autoconstrucción” no son una representación de una genérica colonia popular, sino la “reproducción de su dinámica de construcción” ( Kim, 2016, p. 63). Y su presentación en los asépticos espacios de museos y galerías del arte contemporáneo genera efectos neuronales inesperados que despliegan un potencial epistémico alternativo 16.

La obra de Cruzvillegas tiene un carácter intermedial; él produjo también la película Autoconstrucción (2009) 17, basada en una amplia colección de fotografías de su propia autoría y también del Fondo de la Dirección Federal de Seguridad, resguardado en el Archivo General de la Nación.

Primera etapa de colonización informal del Pedregal de Santo Domingo en la CDMX
Imagen 8
Primera etapa de colonización informal del Pedregal de Santo Domingo en la CDMX
Fuente: colección Abraham Cruzvillegas / AGN: Dirección Federal de Seguridad; 1971

Este fondo contiene fotografías documentales de la primera etapa de colonización informal del Pedregal de Santo Domingo en CDMX ( Acosta González, 2016; Poniatowska, 2000). La fotografía seleccionada ( Imagen 8) evidencia la precariedad de la fase nuclear de esta colonia que surgió a partir del 1o de septiembre de 1971, alentado por el discurso del entonces presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, quien anunció la regularización de la tenencia informal de tierras ocupadas en la Ciudad de México, lo que, en términos de la historia urbana, desencadenó la extensión de un sinnúmero de colonias populares. Los primeros colonos ocuparon los terrenos hostiles de roca volcánica, con la típica fauna nociva, construyendo soportes inestables, cubiertos por láminas y otros materiales de reciclaje.

Este fondo de fotografías tiene un alto valor documental, porque evidencia cómo una frase del poder ejecutivo federal desata una colonización popular a gran escala. Además del valor documental y la ya explicada plusvalía epistémica de contribuir a la comprensión del fenómeno de la pobreza urbana, esta imagen fue tomada por agentes de la entonces Dirección Federal de Seguridad 18, por lo cual cumplió con una función de control, dado que las autoridades asumieron el surgimiento de un nuevo movimiento popular de los colonos, como oposición al régimen priísta.

La fotografía de control y represión estatal es otra tipología de la imagen del hábitat de la pobreza, formato formulado desde finales del siglo XIX en numerosas ciudades europeas, donde se realizaron registros fotográficos documentales para generar información con el fin de mejorar el hábitat insalubre y, también para rastrear posibles disidentes, adversarios al sistema político. Un ejemplo de ello es la colección de fotografías del hábitat precario en Berlín, comisionado por la empresa aseguradora AOK entre 1901 y 1920 ( Asmus, 1982), la cual reveló que los departamentos húmedos, oscuros y hacinados fomentan las enfermedades; simultáneamente, esta información visual sirvió a las autoridades del orden público para elaborar un catastro de posibles riesgos políticos. Se trata, pues, del carácter dual del compromiso ético-higiénico y del efecto controvertido de la fotografía documental, oscilando entre empatía y ejercicio de control.

Esa crítica también aplica a las investigaciones geográficas (sección 1) y sociológicas (esta sección) cuyo conocimiento producido puede convertirse en un instrumento de represión hacia los marginados en la urbe. En el libro citado sobre la geografía social, uno de los autores perfila su investigación como crítica social, y censura que “pobreza, desigualdad y exclusión social parecen ser los rasgos distintivos del actual modelo de desarrollo” ( Aguilar, 2017, p. 23); aquí el geógrafo no sólo es el “crítico social” ( Aguilar, 2017, p. 20), sino también provee de datos sensibles para la represión político-administrativo.

A semejanza del estatus y efecto de la imagen de la pobreza, que proporciona información compleja, estimula empatía y fomenta la ética social, ésta también puede desviar la crítica. Tal fue el argumento del escritor alemán Bertold Brecht en 1930 ( Brecht 1930, en Stiegler 2010, p. 44), quien sostuvo que la entonces fotografía social de la República de Weimar no representaba una crítica a las condiciones inhumanas de los obreros, sino que fungía como un evento estético superficial, autónomo. Este cuestionamiento de la generación de fotógrafos realistas y vanguardistas en la década de los años veinte del siglo pasado, fue retomado, décadas después por la autora Susan Sontag en su ensayo sobre la fotografía ( Stiegler, 2010, p. 228). Su critica a la fotografía social, que incluye las documentaciones de los slums, consiste en la falta de conexión entre las sensaciones, sentimientos y los modos de actuar en la esfera política. Un observador de una fotografía del hábitat precario, en cualquier parte del mundo, fácilmente activa mecanismos de defensa y desconecta esta situación de su propio contexto sociocultural; por tanto, según Sontag, tales fotografías no tienen suficiente codificación moral, ni capacidad de cambiar las rutinas cotidianas de la segregación ( Sontag 1977, en Stiegler, p. 293). Dos décadas y medio después de dicho ensayo que desplegó un poder discursivo considerable, Sontag relativiza su postura en el ensayo Regarding the Pain of Others ( Sontag, 2017 [2003]), argumentando que la contemplación de fotos de violencia, desastres y miseria fomentan el alcance de reflexiones críticas. De todos modos, la autora advierte de los peligros del voyeurismo en la observación de este tipo de fotografías.

Para concluir esta sección, después de exponer también las posturas críticas en torno al potencial ilustrativo y a las funciones epistémicas de la imagen del hábitat de la pobreza, menciono una iniciativa artístico-cinematográfica que expresa esta noción del voyeurismo bajo el término provocativo de la “pornomiseria”. Enfadados por la creciente comercialización del cine documental colombiano en los años setenta sobre la pobreza, el cineasta Luis Ospina y su grupo de Cali elaboraron en 1978 una contra-propuesta catalizada en la película Agarrando pueblo (The Vampires of Poverty); y, bajo el Manifiesto de la pornomiseria, criticaron: “La miseria se convirtió en tema impactante y por lo tanto, en mercancía finalmente vendible, especialmente en el exterior, donde la miseria es la contrapartida de la opulencia de los consumidores. [...] Estas deformaciones estaban conduciendo al cine colombiano por una vía peligrosa pues la miseria se estaba presentando como un espectáculo más, donde el espectador podía lavar su mala conciencia, conmoverse y tranquilizarse.” ( Ospina & Mayolo, 1978).

Sin pretender analizar las imágenes en movimiento –lo que requiere otra metodología 19– cabe mencionar que el uso de los habitantes y sus ambientes como objetos de exhibición es una práctica frecuente en las documentaciones visuales, en obras de arte contemporáneo, en reportajes, incluso en productos de investigación geográfica, sociológica y antropológica, con tintes clasistas, incluso neocoloniales. Más aún, al clasificar esta acción de “obscena” se critica un hábitus que la psicología explica como disonancia cognitiva ( Festinger, 1975); aunque las imágenes de la miseria urbana probablemente evoquen empatía en la mente de los observadores, ellos no cambian sus actitudes económico-sociales para apoyar a los marginados urbanos, sino que ven su degradación como algo inalterable.

3. Tipologías, materialidad, medialidad e iconografía política de la imagen del hábitat de la pobreza

Después de esta breve revisión de objetos, temas y problemas de investigación en torno al discurso visual sobre la pobreza urbana contemporánea, continúo con una reflexión tipológica y su inherente iconografía política. Las imágenes son reflejos de una realidad dada que comprenden ideas – palabra originada en el griego idein que significa “ver” ( Mitchell, W.J.T., 2008, p. 15). Las imágenes cargadas de ideas generan experiencias y actos relacionados con la percepción ( Bredekamp, 2010, p 326). A pesar de una elaborada “teoría del acto icónico” ( Bredekamp, 2010), queda todavía pendiente para las investigaciones estéticas, neurológicas y psicológicas, entender los plurifaceticos efectos de la percepción y conceptualización de imágenes. La Bildwissenschaft contribuye a estos debates en curso con una metodología específica para entender las construcciones visuales, su producción, codificación, difusión y recepción –resultando este último aspecto el más dificil de analizar.

La mayoría de las imágenes seleccionadas para este artículo son fotografías, un medio con un destacado grado de veracidad. Desde la temprana fotografía con la tecnología y obra de Joseph Nicéphore Nièpce, en 1822, de Louis Jacques Mandé Daguerre, en 1839, y de William Henry Fox Talbot, en 1834, el acto de “escribir” o “dibujar” ( graphein) con la luz ( phōs, ambos palabras griegas) reanima un tema estético clave de la creencia cristiana: la vera icon, como impresión de un objeto –en este caso, un rostro– sobre una tela, como prueba visual de la existencia del retratado. Incluso las fotografías instantáneas de las cámaras Polaroid, a partir de 1947 se caracterizaron por esta plusvalía epistémica ( Stiegler, 2010, p. 184ss).

La fotografía digital aumentó la complejidad de los debates en torno a la veracidad, por cuestiones informáticas de manipulación y por la teoría de la simulación. No obstante, el acto de construir con la luz, de tomar fotografías, mantiene su hegemonía de entre los medios visuales. El historiador del arte Georges Didi-Huberman comenta al respecto: “Por más que connote, engañe, haga posar, estetice, desconecte los referentes de lo visible o lo cargue de significados, invente nuevas cualidades, la fotografía [...] siempre es garante de la verdad, […] siempre se considera que una fotografía autentifica la existencia de su referente y, de este modo, siempre nos otorga conocimiento” ( Didi-Huberman, 2007, p. 84).

Las fotografías analizadas en este artículo se dividen en tres subcategorías, la fotografía de prensa ( Imagen 6), documental-administrativa ( Imagen 8) y amateur (Imágenes 1, 3, 4 y 6), cada una con sus propias estrategias y configuraciones visuales. También se revisó el modo distinto de la instalación de arte contemporáneo ( Imagen 7), con una conceptualización abstracta de los contenidos, es decir, del hábitat empobrecido. Y se incluyeron como formato de imagen el mapa/diagrama, con su potencial ilustrativo y manipulativo. Una categoría especial es el diseño gráfico de una portada de un libro ( Imagen 2), con sus composiciones híbridas entre fotografía, dibujo, simulación, diagrama y letra 20.

En cuanto a las construcciones visuales y los motivos, presento ejemplos de tres tipos de panorámicas: el panorama oblicuo desde el aire ( Imagen 1), que permite la precepción de relaciones territoriales a gran escala, una vista de abstracción y control, también empleada por las autoridades de planeación y desarrollo; el panorama desde un punto elevado ( Imagen 5) que permite una inspección contextual de una colonia popular; y, un panorama desde un punto ligeramente superior ( Imagen 8) para fines de control, represión e intervención. También analizo tres vistas en detalle desde la perspectiva terrestre: la toma de un barrio que se extiende a una colina ( Imagen 3), con información contextual pormenorizada; la vista de una fachada ( Imagen 4), revelando principios de la construcción precaria e ingenua; y un enfoque escenográfico de vida cotidiana, de alta emotividad ( Imagen 6). Le siguieron dos ejemplos de diagramas con diferentes grados de abstracción, uno híbrido, con un uso manipulativo e ilógico de colores, desviando los contenidos presentados, y otro, ( Imagen 2) con una simulación topográfico-urbanística para la comunicacion visual de los contenidos abstractos de un libro. Y, finalmente, reviso la categoría especial de la obra de arte contemporáneo-conceptual ( Imagen 7) con un detalle de una escultura con su propio lenguaje visual.

En tales construcciones visuales está inherente una iconografía política de la ciudad, que es el topos –como lugar y noción a la vez– esencial desde la antigua polis griega hasta la megalópolis contemporánea del Sur Global. La configuración socioespacial de las ciudades evidencia las capacidades de sociedades y culturas; sus representaciones visuales son un fondo valioso para entender los principios, estructuras y tendencias de la exclusión territorial de los pobres, tema de este estudio. Al reconocer la energía epistémica de los patrones visuales del hábitat de la pobreza, se abre un camino diferente para la comprensión de un problema con alta relevancia política: la desigualdad tajante del hábitat contemporáneo. Diagnosticamos el carácter ilustrativo y manipulativo de la imagen en los debates públicos, en los dicursos académicos y en los procesos políticos sobre la pobreza urbana. Proporcionamos lo que el fundador de la Bildwissenschaft, y con ello también de la iconografía política, Aby Warburg ( Warburg, 1932, p. 491; Bredekamp, 2010, p. 305; Warnke, 2003) llamó Denkraum, espacio de reflexión.

Concluyo esta tercera sección con dos breves ejemplos para observar cómo la imagen de la pobreza citadina determina intervenciones urbanas, es decir, cómo tiene alcances políticos concretos, ambos en torno al compromiso oficial-adaministrativo de gestionar y construir vivienda de interés social, para amortiguar la extrema segregación en las ciudades del sur global.

John F. Turner, arquitecto e investigador especializado en el hábitat precario de Perú, catedrático en Harvard y asesor urbanístico de la ONU y del Banco Mundial, autor además de un libro importante sobre la lumpenización por medio de la arquitectura ( Turner, 1976 y 1978), partió de la premisa correcta de fomentar la autoconstrucción como alternativa a la importación de modelos estandarizados de vivienda social, desde el norte al sur global, para disminuir la dependencia de la industria en los países de mayor poducción de acero y otros materiales de construcción ( Turner, 1978, pp. 2, 39, 42 y 43) con el, además, efecto colateral favorable de reducir la utilización, por fuerzas ajenas, del uso de energía fósil (un problema inherente a las construcciones con concreto y acero). Sin embargo, su postulado de la autodeterminación del habitar en zonas marginadas ( Turner, 1978, p. 16), más allá de ser políticamente correcto –como critica el sociólogo urbano Mike Davis ( Davis, 2007, pp. 71-72)–, coincide con las estrategias neoliberales del entonces presidente del Banco Mundial (entre 1968 y 1981), Robert McNamara, para el Sur Global. Ello conlleva al retiro de las responsabilidades del Norte Global para brindar apoyo a la construcción de un hábitat digno en países en vías de desarrollo; por tanto, según Davis, el razonamiento de Turner amalgama anarquía e ideología neoliberal. Cabe mencionar que su libro cuenta con una elaborada estrategia de ilustraciones fotográficas.

Un efecto parecido, caracterizado por una opulencia visual aún más profesional y sensacionalista, se despliega del estudio del reconocido arquitecto holandés, Rem Koolhaas, sobre la complejidad de la ciudad nigeriana de Lagos ( Koolhaas, 2001, pp. 651-719). En cercana colaboración con el diseñador canadiense Bruce Mau, Koolhaas estableció un nuevo modo visual de presentar investigaciones urbanas ( Koolhaas & Mau, 1995). Su acercamiento al caos vial de construcciones en Lagos lo llevó a cabo con el uso de un helicóptero, desde el cual tomaba fotografías y videos con la respectiva distancia aérea, sin trabajo empírico en las calles. Las tomas evidencian el orden del caos, pero las consideraciones académicas relacionadas son sólo una proyeccion de teorías preformuladas de la complejidad sobre la estructura de la ciudad ( Gandy, p. 2004). Con conclusiones similares a las de Turner, Koolhaas constató que la solución para este paradigmático caso de la megalópolis del sur global es la autoorganización de los habitantes, no la intervención de las autoridades o de organizaciones mundiales de apoyo. Las imágenes distópicas de Lagos no pretendían que los lectores occidentales del Norte Global se asustaran o empatizaran con ellas, sino que fungieron como atractivo visual para promover una postura neoliberal. El potencial epistémico de las fotografías aéreas de la ciudad canalizó el cinismo de la economía formal hegemónica, que indica que la “informalidad” del hábitat de la pobreza estabiliza el sistema del desarrollo capitalista de las ciudades, ya que no genera costos excesivos ( von Wissel 2019, p. 33). Ambos casos de iconografía política aplicada revelan el poder discursivo de la imagen en los debates –y prácticas urbanísticas– en los entornos marginados de pobreza urbana.

Conclusiones

Este artículo sobre el potencial epistémico de la imagen del hábitat de la pobreza busca compensar, en alguna medida, un déficit de las investigaciones multi disciplinarias sobre tan fundamental tema e invitar a un diálogo intertrans disciplinario. La temática específica es un ejemplo de la función educativa de la Bildwissenschaft en tiempos de la llamada mediocracia ( Bredekamp 2010, p. 13), con su abundante presencia y agobiante número de imágenes en todos los formatos, primordialmente de la fotografía digital. Capacitarse en la comprensión compleja y la interpretación crítica de la imagen para colegas de otras disciplinas, así como para el público en general, genera conocimiento y orientación. Por medio de la reflexión razonada sobre el acto de percepción y conceptualización se evita un uso aleatorio, hasta contradictorio de las ilustraciones de la miseria urbana en los estudios geográficos y sociológicos.

Un mundo habitado por aproximadamente 8 mil millones de seres humanos, con un pronóstico de alcanzar los 8.5 mil millones al final de esta década, demanda un aumento del hábitat digno. Resulta un asunto clave para el futuro próximo del planeta hiperurbanizado. Las tazas de crecimiento se manifiestan marcadamente en las ciudades del Sur Global, en donde predominan las zonas en estado de precariedad. Como he demostrado, existen lagunas de conocimiento y obstáculos de la percepción sobre este tema y problema – lagunas cognitivas, diferencias de información y comunicación ( Luhmann, 1997a, p. 70).

Dentro del espectro de las disciplinas comprometidas con la investigación sobre la pobreza urbana diagnostico una desvalorización de la información sensorial, en primer lugar, visual. Empero, la percepción de datos sensoriales es una capacidad central de la conciencia ( Luhmann 1997a, p. 17). Para los fines de esta investigación conviene reactivar la definición de estética – aisthesis– como cognición sensorial; objetivo principal de la Bildwissenschaft. Además, tal análisis de imágenes, como lo he esbozado en este artículo, contribuye a la cibernÉtica, formulada por el biofísico Heinz von Foerster: en términos cibernéticos, el ser humano es observador, elabora principios morales, y actor, ejecuta postulados éticos ( von Foerster 2002, pp. 46-47). Transferido a nuestro campo temático: el conocimiento adquirido exige responsabilidad social. Frente a un problema de esta magnitud, surge el imperativo ético de compartir nuestro conocimiento y buscar modos sinergéticos de cooperación ( von Foerster 2002, p. 197), entre académicos, administrativos, políticos y, por supuesto, entre los afectados en las colonias marginalizadas. Necesitamos repensar las nociones de comprender y actuar ( Mitchell, S. 2008, p. 14), tomando en cuenta la comprensión sistémica de la organización: el alcance negativo de un organismo particular –el crecimiento de slums– afecta a todo el sistema social –la ciudad como un todo– ( Mitchell, S. 2008, p. 34), y a nivel planetario, trastoca los ecosistemas vitales. He aquí la primordial función epistémica de la imagen.

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Notas

2 “Esfera” en un sentido filosófico, no desde la física.
3 Según los cálculos de la UNO, que varían según las definiciones de áreas urbanas o regiones metropolitanas, es a partir de 2007 cuando un mayor número de habitantes del mundo viven en ciudades más que en zonas rurales. Una década después, en 2017, esta cifra de urbanización se elevó 55 por ciento. Se estima que actualmente más de 4 mil millones de seres humanos viven en áreas urbanas, con un pronóstico de que esta cifra se elevará a 7 mil millones en 2050. Véase: https://ourworldindata.org/urbanization#urbanization-across-the-world-today (consultado el 27 de septiembre de 2022).
4 La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe; ONU) indica que es una “década perdida”, con retroceso de 15 a 17 años en índices de precariedad. En México, más de la mitad de la población vive en pobreza y 18% en extrema pobreza. Fuente: La Jornada, 30 de noviembre de 2020.
5 Una excepción es el libro colectivo, editado por Aguilar/Escamilla Herrera/Rodríguez Hernández 20__ con la reproducción fotográfica de una autoconstrucción en la portada y con un artículo de Adrián Guillermo Aguilar y Flor M. López, “Espacios de pobreza y asentamientos irregulares en la Ciudad de México. El caso de Atotolco, Delegación Tlahuac”, que incluye fotografía de la coautora.
6 Schlögel 2003, 68: “ Turns und Wendungen sind ja keine Neuentdeckung oder Neuerfindungen der Welt, sondern Verschiebungen von Blickwinkeln und Zugängen, die bisher nicht oder nur wenig beleuchtete Seiten sichtbar werden lassen.” (De hecho, las vueltas y giros no son nuevos descubrimientos o inventos del mundo, sino desplazamientos de perspectivas y formas de ver, los cuales sacan a la luz aspectos poco percibidos hasta la fecha. Trad. Peter Krieger)
7 En el caso de CDMX: el método de medición integral de la pobreza, MMIP, publicado en 2019 por el Consejo de Evaluación del Desarrollo Social de la Ciudad de México, y a nivel nacional por el El Consejo Nacional de Población (Conapo).
8 James Hardy Vaux, en 1812, establece el término slum, véase el Vocabulary of the Flash Language.
9 Maestre Alfonso 1978, 56, constata por ejemplo que ghetto es un término sociológico, mientras bidonville es urbanístico.
10 Un ejemplo se encuentra en Andrew Mearns. The Bitter Cry of Outcast London. 1883 [reeditado en 1970 por Humanities Press International]. ( http://www7.bbk.ac.uk/deviance/london/Mearns/page1.htm]
11 Base de datos “Imágenes del hábitat de la pobreza”, concepto de Peter Krieger, acceso público planeado para finales de 2024.
12 Por cuestiones del derecho de la imagen no puedo incluir esta fotografía en el artículo; Hauke Brunkhorst, “Abschied von Alteuropa”, Die Zeit, 13 de junio de 1997, disponible en: https://www.zeit.de/1997/25/Abschied_von_Alteuropa (consultado el 13 de julio de 2022).
13 Cita en alemán: „Ein Beispiel für den von Niklas Luhmann beschriebenen Teufelsmechanismus von ‚Einschluß‘ und ‚Ausschluß‘: Die Rocinha in Rio de Janeiro, die größte Armensiedlung Lateinamerikas“.
14 Cita en alemán: “Die Bildung der 5 Sinne ist eine Arbeit der ganzen bisherigen Weltgeschichte.”
15 Cita en alemán: “Die Sinnlichkeit ... muß die Basis aller Wissenschaften sein. Nur, wenn sie von ihr, in der doppelten Gestalt sowohl des sinnlichen Bewußtseins als des sinnlichen Bedürfnisses ausgeht ..., ist sie wirkliche Wissenschaft.”
16 Medir estos impactos neuronales y su potencial epistémico sería objetivo de estudios neurológicos y de psicología cognitiva. Por el momento no contamos con tales investigaciones; en consecuencia, esta hipótesis se queda a nivel especulativo.
17 Acceso en la plataforma Vimeo restringido por la Galería Kurimanzutto.
18 En 1985 se trataba de la Dirección Federal de Seguridad en la Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional, posteriormente, en 1989, se le renombró Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) a la agencia de inteligencia del gobierno mexicano, dependiente de la Secretaría de Gobernación.
19 Además, la película ya no está disponible en la red.
20 El análisis de las portadas de libros sobre pobreza urbana sería tema para otro artículo que revise las transiciones intermediales entre texto, imagen estática y móvil. Un ejemplo es el estudio narrativo-documental de Katherine Boo ( Behind the Beautiful Forevers: Life, Death and Hope in a Mumbai Undercity. New York: Ramdom House, 2012) sobre un slum en Mumbai, un libro con una fotografía emotiva en la portada, tomada de la película basada en el libro.

Notas de autor

1 Nacionalidad: alemana. Adscripción: Universidad Nacional Autónoma de México. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2255-2773 Correo: krieger.ecoaesthetics@gmail.com
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