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Las raíces intelectuales de El Imperialismo, fase superior del capitalismo (1917)
The intellectual roots of Imperialism, the highest stage of capitalism (1917)
NÓESIS. REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES, vol. 30, núm. 60, pp. 270-283, 2021
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Ciencias Sociales


Recepción: 22 Octubre 2020

Aprobación: 01 Diciembre 2020

DOI: https://doi.org/10.20983/noesis.2021.2.13

Resumen: El presente artículo busca revaluar una buena parte de la inspiración intelectual detrás del famoso panfleto de Vladimir Lenin “El Imperialismo, fase superior del capitalismo” (1917). Esto es importante no solo porque nos permite establecer la originalidad de las ideas de Lenin respecto al tema del imperialismo, sino también porque puede despertar un mayor interés en el trabajo de otros intelectuales que escribieron al respecto y que, en algunos casos, es ignorado. A través de un análisis histórico ideacional de las cinco características del imperialismo de principios del siglo XX que Lenin estipuló, el presente estudio revela algunos de los pensadores que brindaron una base intelectual sólida al texto de Lenin. Se concluye que, pese a que dejó un legado importante, el panfleto en cuestión es principalmente una síntesis del vasto trabajo previo realizado primordialmente por intelectuales de corte socialista de principios del siglo XX.

Palabras clave: Lenin, imperialismo, raíces intelectuales, socialismo, summa.

Abstract: The present article seeks to re-asses the intellectual inspiration behind Vladimir Lenin’s “Imperialism, the Highest Stage of Capitalism” (1917). This is important not only because it allows us to determine the originality of Lenin’s ideas on imperialism, but also because it can spark more interest in the work of other intellectuals who wrote on this, work which, in some cases, has been neglected. Through a historical and ideational analysis of Lenin’s five characteristics of the imperialism of the early 20th century, the present study reveals some of the thinkers who provided a solid intellectual basis to Lenin’s text. It is concluded that, even though Lenin’s pamphlet has left an important legacy, it is mainly a synthesis of the vast previous work of primarily socialist intellectuals living in the early 20th century.

Keywords: Lenin, imperialism, intellectual influences, socialism, summa.

Introducción

Uno de los trabajos más conocidos de Vladimir Lenin, y sin duda el más conocido en cuestiones internacionales, es su breve, aunque bien documentado panfleto El Imperialismo: fase superior del capitalismo (1917).[2] A poco más de cien años de su primera publicación, el presente artículo busca recobrar interés en los principales argumentos de la obra y hacer una re-evaluación con respecto a su originalidad. La relevancia actual del panfleto, aunque de importancia, tiende a ser subjetiva por lo que no es una parte evaluada en este artículo.[3]

Existe una amplia literatura sobre las raíces intelectuales detrás de las ideas del panfleto de Lenin sobre el imperialismo. Phil Gasper (2016), por ejemplo, enfatiza la influencia de La economía mundial y el imperialismo (1917) de Bujarin en el trabajo de Lenin. Además de Bujarin, Alex Callinicos (2009) ha explorado en detalle la relación entre los argumentos de La acumulación de capital (1913) de Luxemburgo y los de Lenin. Otros, como A. Brewer (1990), J. Milios y D. Sotiropoulos (2009), han ido aún más atrás al resaltar a El capital financiero (1910) de Rudolf Hilferding y el Imperialismo: un estudio (1902) de John Hobson como partes fundamentales de la teoría leninista sobre el imperialismo. El presente escrito señala de la misma forma dichas influencias, pero contribuye a revelar otras mucho menos reconocidas, como las de Karl Kautsky, Henry Gaylord Wilshire, Henry Brailsford y Paul Reinsch. La amplia gama de intelectuales que escribieron sobre el imperialismo (cubiertos e incluso no cubiertos en el presente artículo) a principios del siglo XX no debería ser sorpresiva, esto debido al contexto internacional del momento. En efecto, los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX han sido descritos como la “era del imperialismo” o el periodo del “nuevo imperialismo” (Heywood, 2011, p. 28). Según Lenin, este nuevo entorno mundial estaba caracterizado por cinco principales elementos. El presente artículo se divide en cinco secciones, cada una correspondiente a las características definitorias del imperialismo de acuerdo con Lenin: la concentración de producción, el capital financiero, el de exportación, los monopolios y la división política mundial. En cada apartado se expone brevemente la idea de Lenin sobre cada punto para después indagar sobre su originalidad. Posteriormente, se agrega una sección sobre el legado del panfleto de Lenin. El argumento principal del artículo es que la obra en cuestión es primordialmente una summa[4] de diversas contribuciones, principalmente socialistas, de principios del siglo XX sobre el imperialismo. Es precisamente la capacidad de síntesis del autor en la que en gran parte radica el valor de la misma, contribuyendo con la consolidación y popularización de una teoría marxista sobre el imperialismo de influencia significativa.

1. La concentración de producción y capital

De acuerdo a Lenin, en El Capital Marx demostró “con un análisis teórico e histórico del capitalismo, que la libre competencia origina la concentración de la producción, y que dicha concentración en un cierto grado de desarrollo, conduce al monopolio” (Lenin, 1917/1975, p. 20). De esta forma, para Lenin la primera característica del imperialismo tiene dos partes fundamentales. La primera es que en el imperialismo de su época la mayoría de la producción económica mundial era llevada a cabo por grandes corporaciones; por ejemplo, el autor hace notar que en su tiempo la mitad del total de la producción de todas las empresas en Estados Unidos era realizada por sólo la centésima parte de ellas. Adicionalmente, estas grandes corporaciones estaban acumulando cuantiosas cantidades de capital. En cuanto a la segunda característica, Lenin consideraba que la concentración de producción y capital del imperialismo era un evento relativamente reciente; para él, este fenómeno, que describía como parte de la última etapa del capitalismo, había alcanzado su clímax en los inicios del siglo XX, pues anterior a esto lo que caracterizaba al capitalismo era la competencia de libre mercado (Lenin, 1917/1975, pp. 20-22, 29).

Para considerar la originalidad de las ideas leninistas en cuanto a esto, vale la pena resaltar el trabajo de Nikolái Bujarin, quien fue para algunos “el más talentoso de todos los teóricos sociales Bolcheviques...” (Bottomore, 1981, p. 1). Su magnum opus en el tema, La economía mundial y el imperialismo, fue publicada a finales de 1917, poco después de la obra de Lenin. Pese a lo anterior, Bujarin había escrito el libro desde 1915, y estuvo censurado dos años por el gobierno ruso. En algún momento, dentro de este periodo, Lenin rescató la obra de Bujarin y no la publicó hasta después de su Imperialismo, la fase superior del capitalismo (Bujarin, 1917/2003, p. 15). Así, Lenin tuvo acceso a las ideas de su camarada marxista antes de la publicación de su propia obra.

Bujarin ya había destacado las ideas de Lenin con respecto a la concentración de capital. Primero, se había anticipado a señalar que el capitalismo se encontraba en una nueva fase violenta desde principios del siglo XX, en la cual se habían abandonado prácticas de laissez-faire para ser reemplazadas por un mayor proteccionismo. Y en segundo lugar porque reconocía la sobreproducción y acumulación de capital generada en su tiempo como algo característico del imperialismo de su época (Bujarin, 1917/2003, p. 79). No obstante, las ideas de Bujarin tampoco eran originales, puesto que ya habían sido precedidas.

Entre los primeros en reconocer los cambios de principios del siglo XX en el capitalismo se encontraban Karl Kautsky, Henry Wilshire y John Hobson. Nacido en el imperio austrohúngaro, Kautsky fue uno de los marxistas más reconocidos tras la muerte de su amigo Friedrich Engels, además de ser uno de los pioneros en teorizar sobre el imperialismo. Con excepción de su artículo “Ultra-imperialismo” (1914), sus escritos sobre cuestiones imperialistas han sido muy poco reconocidos. Pese a ello, Kautsky ya había estado analizando el tema relacionado del colonialismo y el imperio desde la década de 1880. Sus obras, Los sindicatos y el socialismo (1901) y El socialismo y la política colonial (1907), compilan en gran medida su visión teorética sobre el imperialismo. Desde inicios del siglo XX, ya había identificado medidas comerciales proteccionistas acatadas por las grandes potencias (Kautsky, 1907, p. 103), así como una tendencia del capitalismo a pasar “de la libre competencia al monopolio” (Kautsky, 1901). Además, para 1907 Kautsky ya había reconocido que estaba viviendo “en la era del imperialismo”, que para él había iniciado desde finales del siglo XIX (Kautsky, 1907, pp. 102, 128).

Por otro lado, en 1901 un teórico estadounidense muy poco conocido en la actualidad publicó La importancia del monopolio [del inglés, The significance of the trust]. De hecho, Wilshire era un socialista radical que creía en la inevitabilidad del socialismo y que ya había estado profetizando sobre la llegada de los monopolios desde 1889. Sin embargo, fue hasta los albores del siglo XX cuando sistematizó su pensamiento más claramente. Para Wilshire, la llegada de los monopolios ya era una realidad en 1900 y significaba que el capitalismo estaba en una transición de una etapa “de competición bajo la propiedad privada hacia el monopolio bajo propiedad privada” (Wilshire, 1900, p. 4). La fase “del monopolio” había llegado como resultado de las mejoras substanciales en la maquinaria industrial que a su vez había permitido gran sobreproducción de capital que era concentrado en los dueños de grandes corporaciones (Wilshire, 1901, p. 6).

Una de las pocas obras cuyo valor fue reconocido en El Imperialismo, fase superior del capitalismo (1917) de Lenin fue el Imperialismo: un estudio(1902) del inglés John Hobson. Se trata de uno de los clásicos en el tema, que para algunos constituye el principal cimiento de la teoría leninista del imperialismo. En su panfleto, Lenin se refiere al libro de Hobson como “una descripción muy buena y comprensible de las principales características económicas y políticas del imperialismo” y lo califica como “la obra inglesa más importante” en el tema (Lenin, 1917/1975, pp. 7, 15). En su trabajo seminal, Hobson concuerda con Wilshire, argumentando que “una era de competición, seguida de un proceso de rápido amalgamiento, ha proporcionado una enorme cantidad de riqueza en las manos de un pequeño número de capitanes de la industria” (Hobson, 1902/1938, p. 74). Este proceso para él se había iniciado desde finales del siglo XX (1902/1938, p. 67).

Aunque Hobson no definía su pensamiento político como marxista, sí se autoconcebía como parte del ‘nuevo liberalismo’ o ‘liberalismo social’, que es una corriente teórica intermedia entre el socialismo y el liberalismo que favorece la democracia e intenta promover el bien común y no el individual. De hecho, en ocasiones Hobson definió su enfoque como “socialismo en liberalismo” (Hobson, 1909, p. 133). Además, su teoría sobre el imperialismo fue considerablemente influida por los escritos socialistas de Wilshire. En 1901, antes de que escribiera su seminal Imperialismo: Un estudio (1902), Hobson le escribió una carta a Wilshire afirmando: “tu artículo, ‘La importancia del monopolio’, el cual acabo de leer, es el recuento más claro, sólido, convincente y más científicamente exacto, en lo referente a la relación entre el capital y el imperialismo, que jamás haya sido publicado” (Wilshire, 1906, p. 412). Es interesante resaltar que Wilshire es citado en el Imperialismo: un estudio (1902) de Hobson (1902/1938, p. 84). De hecho, una buena parte del capítulo clave del libro de Hobson, “La raíz económica del imperialismo”, es muy semejante a “La importancia del monopolio” (1901) de Wilshire no solo en cuanto argumentos, sino también en cuanto al léxico utilizado (Villanueva, 2017). En este sentido, aunque no hay evidencia de que Lenin haya utilizado como fuente primaria el material de Wilshire para su panfleto, ciertamente sabemos que lo leyó al menos de forma indirecta en la obra de Hobson.

2. El capital financiero

La segunda característica fundamental de la última etapa del capitalismo señalada por Lenin es el “capital financiero”, al cual define como “la fusión de capital de la banca con el capital industrial” (Lenin, 1917/1975, p. 83). De acuerdo al autor, los bancos habían adquirido un papel fundamental en los últimos años. Su importancia había crecido a tal grado que tenían a su disposición “casi todo el capital monetario de los capitalistas y pequeños empresarios” (1917/1975, p. 30). Además, los bancos pequeños estaban siendo absorbidos por los grandes y por lo tanto disminuyendo en número e incrementando su capital. En cuanto a su labor, Lenin consideraba que bajo la última etapa del capitalismo los bancos ahora “recolectaban todo tipo de ganancias monetarias poniéndolas a disposición de la clase capitalista” (1917/1975, p. 30).

La mayoría de los teóricos pioneros sobre el imperialismo ya habían señalado la creciente importancia de los bancos. Paul Reinsch, uno de los primeros académicos estadounidenses en estar interesado en los asuntos mundiales, ya había escrito sobre el tema desde principios del siglo XX. En La política mundial: a finales del siglo XIX (1900), Reinsch señaló la importancia de los bancos para el financiamiento de proyectos en el extranjero. En particular, destacó el papel poderoso que desempeñaban las instituciones financieras alemanas en Sudamérica y África (Reinsch, 1900, pp. 44, 278). Reinsch es probablemente uno de los pocos intelectuales no-socialistas en tener algún impacto en la obra de Lenin sobre el imperialismo. La siguiente sección brinda evidencia sobre la posible influencia de Reinsch sobre Lenin.

Otro de los intelectuales que teorizó a principios del siglo XX al respecto fue Hobson, quien resaltó a los banqueros como una de las pocas clases que se beneficiaban de las aventuras imperialistas. Aún y cuando percibía al imperialismo como un mal negocio en general para la humanidad, Hobson creía que la clase financiera sí se beneficiaba del mismo y por lo tanto lo promovía (Hobson, 1902/1938, pp. 46, 56). Sin embargo, la teorización específica sobre el “capital-financiero” en realidad no fue desarrollada por Hobson, ni por Reinsch.

Fue hasta 1910 cuando Rudolf Hilferding en El capital financiero: Un estudio de la última fase del desarrollo capitalista, utilizó por primera vez el término y profundizó mucho más al respecto. Hilferding fue uno de los teóricos austro-marxistas más reconocidos de inicios del siglo XX. Al igual que Hobson y Reinsch, también destacó la importancia de los bancos en la nueva etapa del capitalismo en la que vivía. Adicionalmente, percibió la absorción de los bancos pequeños por parte de los grandes; identificando que en Alemania, por ejemplo, ya sólo existían seis bancos (Hilferding, 1910/1981, p. 368). Más aún, Hilferding ya había empleado y definido el término capital financiero de forma similar a Lenin, refiriéndose a él como aquel “capital controlado por los bancos y empleado por los industrialistas” (Hilferding, 1910/1981, p. 225). Esta estrecha cooperación entre el sector industrial y el financiero también fue resaltada posteriormente por otros marxistas como Kautsky (citado en Kautsky, 1961, pp. 116)[5] y Bujarin (1917/2003, p. 114). En definitiva, las ideas leninistas sobre la denominada segunda característica del imperialismo fueron en gran parte tomadas del trabajo de Hilferding y quizá en cierta medida de Reinsch, Hobson, Kautsky y Bujarin. Conviene señalar que en El imperialismo: la última fase del capitalismo (1917), Lenin reconoce “el valor teorético” de El capital financiero de Hilferding (Lenin, 1917/1975, pp. 15, 44-45).

3. El capital de exportación

La exportación de capital es la tercera peculiaridad definitoria del imperialismo de acuerdo a Lenin. En palabras del revolucionario, lo que tipificaba “al viejo capitalismo ..., era la exportación de mercancías. Lo que caracteriza al capitalismo moderno ..., es la exportación de capital” (Lenin, 1917/1975, p. 58). Tres años antes de la obra de Lenin, Henry Brailsford, un distinguido internacionalista y socialista democrático graduado de la Universidad de Glasgow, también había resaltado dicho cambio en el ámbito internacional. En su obra seminal, La guerra de acero y oro (1914), Brailsford destacó que para principios del siglo XX “la exportación de capital ha llegado a ser más importante para la clase dominante y más atractiva que la exportación de bienes” (Brailsford, 1914/1918, p. 65). Pese a lo anterior, Brailsford tampoco había sido el originador de tal argumento. La idea era casi cliché entre la comunidad intelectual teorizadora sobre asuntos imperiales. Desde 1902, por ejemplo, Reinsch ya había asociado las exportaciones de productos manufacturados con la pax Britannica del siglo XIX, mientras que las de capital con el inicio del XX (Reinsch, 1902, pp. 81-82). Aunque Lenin no menciona ni a Brailsford ni a Reinsch en su Imperialismo (1917), los cuadernos de notas que utilizó para escribir su obra revelan que el bolchevique leyó tanto La guerra de acero y oro (1914) de Brailsford como La política mundial (1900) de Reinsch en 1916 y que las utilizó como dos de fuentes importantes en la elaboración de su panfleto (Lenin, 1916/1974, pp. 405-436). Así pues, varios intelectuales de la época concordaban que el capital estaba experimentando transformaciones en su comportamiento (Ver también Hobson, 1902/1938, p. 42; Hilferding, 1910/1981, p. 317). Sin embargo, había cierta discrepancia sobre las causas de la exportación del mismo.

Lenin otorgó dos explicaciones para la salida de capital doméstico. Primero, argumentó que el capital tendía a buscar mercados externos debido a que no encontraba un campo de inversión local. En segundo lugar, pensaba que regularmente los países industrializados de la época encontraban mayores beneficios económicos exportando capital a los no-desarrollados, en donde “el precio de la tierra es relativamente bajo, los salarios son bajos y las materias primas baratas” (Lenin, 1917/1975, p. 59). La primera explicación ya había sido dada con anterioridad por Wilshire (1901) y Hobson (1902). Ambos argumentaban que las políticas imperialistas eran en gran medida causadas por un surplus de capital doméstico. Es decir, se había llegado a un punto en el cual el consumidor local no podía comprar todo lo que el capitalista ofrecía. Ante tal situación, las clases privilegiadas buscaban expandir sus mercados al exterior a través de aventuras imperialistas (Wilshire, 1906, pp. 15, 17; Hobson, 1902/1938, pp. 76-78, 84). Dentro de la misma línea se encontraba la teórica marxista polaca Rosa Luxemburgo, quien argumentaba que debido al desarrollo tecnológico del capitalismo, lo producido por la burguesía no podía ser consumido en su totalidad ni por ella misma, ni por la clase trabajadora. El capital acumulado por ende, era incentivado a buscar movilizarse al exterior (Luxemburgo, 1913/1951, p. 133).

La segunda explicación de Lenin era dada por otros teóricos, quienes resaltaban la importancia de los beneficios económicos a nivel internacional. Uno de los pioneros al respecto fue Hilferding, quien señalaba que las exportaciones de capital buscaban “economías atrasadas” porque ahí las tasas de interés eran más altas. Además, en dichos países el beneficio económico empresarial era mayor debido a los menores costos de producción en la mano de obra y rentas (Hilferding, 1910/1981, pp. 315-316). Dentro de la misma línea, Bujarin rechazó explícitamente al enfoque de sobre-producción, el cual asociaba con Luxemburgo, argumentando que “la expansión del capital está condicionada por la búsqueda de beneficio ... si se encuentran disponibles medios de producción y de trabajo más baratos, el capital tratará de explotar dicha situación” (Bujarin, 1924/1972, p. 255). Similarmente, Brailsford consideraba que el capital se exportaba a los países menos desarrollados porque ahí se podían cobrar intereses más altos por préstamos, así como encontrar mano de obra y materias más baratas (Brailsford, 1914/1918, pp. 73-74, 79, 82-83).

En definitiva, como ya se ha mencionado, Lenin tomó ambas explicaciones a manera de síntesis para justificar la exportación de capital como fenómeno propio de lo que él y otros caracterizaban como la última etapa del capitalismo.

4. Los monopolios

La cuarta característica del imperialismo es la aparición de los monopolios. Para Lenin, la última fase del capitalismo está tipificada por el dominio económico de grandes empresas. Estas corporaciones buscaban la acumulación y centralización de capital a través de prácticas proteccionistas y eran en parte incitadoras de políticas imperialistas para obtener mayores ganancias en mercados externos (Lenin, 1917/1975, pp. 63-64).

Varios intelectuales mencionados previamente ya habían precedido a Lenin señalando la relación entre los monopolios y el imperialismo. Aunque sin elaborar demasiado sobre el tema, Reinsch consideraba que él se encontraba “viviendo en la era presente” del imperialismo caracterizada por “la organización de los monopolios gigantes” (Reinsch, 1900, p. 334). Hobson (1902/1938, p. 75) y Wilshire (1901, p. 31) elaboraron más al respecto y concordaban que una de las características peculiares del imperialismo de principios del siglo XX fue la aparición de grandes monopolios que, lejos de practicar los valores capitalistas tradicionales, favorecían el proteccionismo de su mercado interno, así como aventuras imperialistas para la obtención de beneficios económicos. La relación entre la aparición de monopolios y acciones proteccionistas como características del imperialismo, también fue señalada por otros intelectuales de la época como Bujarin (1917/2003, p. 159) y Brailsford (1917, p. 190).

Otro componente que Lenin añadió a su teoría para explicar la cuarta característica del imperialismo fue la capacidad de la clase burguesa de los países desarrollados a incrementar los estándares de vida de su propio proletariado. De acuerdo a Lenin, las grandes ganancias económicas de los monopolios hacían que los dueños de dichas corporaciones tuvieran “la capacidad económica de sobornar ciertas secciones de los trabajadores” dentro de sus mismos países. Esto para él prolongaba la vida del capitalismo hasta cierto punto (Lenin, 1917/1975, p. 13-14, 116). El argumento de Lenin, sin embargo, no era novedoso.

Desde 1901 Kautsky ya había escrito sobre un grupo de trabajadores privilegiados. Según este socialista, “la aristocracia obrera ha pasado de ser un grupo explotado a uno explotador ... que tiene interés propio en promover políticas capitalistas domésticas y en el extranjero” (Kautsky, 1901). Sin embargo, la idea en realidad tiene sus raíces en uno de los fundadores del marxismo. En 1858 en una de sus cartas a Marx, Engels aseguró que “el proletariado inglés se estaba volviendo más y más burgués” (Engels, 1858). Años más tarde, en una carta a Kautsky, Engels reafirmó que una parte de la clase trabajadora inglesa se reparte “felizmente el banquete del monopolio inglés del mercado mundial y sus colonias ...” (Engels, 1885).

5. La división territorial del mundo

La última característica del imperialismo está relacionada con la división política del globo terráqueo. De acuerdo a Lenin, en su tiempo ya no existían territorios que no pertenecieran a algún Estado. Esto garantizaba el conflicto entre las grandes potencias, puesto que, al haber una ausencia de más territorios por conquistar, la única opción que quedaría sería intentar apropiarse de los que ya estaban dominados. En particular, Lenin visualizaba al Estado (especialmente el de toda gran potencia) como una maquinaria utilizada por las clases dominantes para la obtención de mayores beneficios económicos a través de aventuras imperialistas (Lenin, 1917/1975, pp. 71, 81).[6]

Tanto la instrumentalización del Estado como la visualización pesimista y conflictiva del imperialismo, eran perspectivas relativamente comunes entre otros marxistas. Kautsky (1907, p. 107), por ejemplo, visualizaba a esta institución como una herramienta en manos de la clase capitalista. Lenin, claro está, conocía ampliamente el trabajo de Kautsky.[7] Sin embargo, la realidad es que ambos tomaron la idea directamente del Manifiesto Comunista (1848) de Marx y Engels que concebía al Estado como “... un Comité administrativo de los negocios de la clase burguesa” (Marx y Engels, 1948, p. 29).

En cuanto a la percepción leninista de la última etapa del capitalismo como conflictiva, esta visión no era compartida por Kautsky.[8] De hecho, este último para 1914 argumentó que el imperialismo de la época había pasado a una nueva fase, que bien podía estar caracterizada por la cooperación entre los países industrializados para la explotación y repartición del mundo. No obstante, había otros marxistas que estaban convencidos de un escenario mucho más fatalista en tanto que el capitalismo continuara perpetuándose. Luxemburgo concordaba con Kautsky en que las superpotencias continuarían explotando a los países no desarrollados. De hecho, pensaba que el imperialismo no podía subsistir sin esta explotación. Sin embargo, a diferencia de Kautsky, Luxemburgo creía, al igual que Lenin, que esto en realidad garantizaba el conflicto entre las potencias, puesto que los países desarrollados lucharían entre ellos por explotar el resto del mundo. Así, Luxemburgo visualizaba al imperialismo como “una batalla competitiva por aquello que todavía no es capitalista” (Luxemburg, 1913/1951, p. 207). Similarmente, aunque no desde un punto de vista marxista, Reinsch consideraba que estaba viviendo en una nueva etapa en el mundo caracterizada por el imperialismo, en la cual existían rivalidades entre las grandes potencias como resultado de la búsqueda de expansión de su territorio (Reinsch, 1900, pp. 9-11).

Hilferding por su parte percibía al imperialismo como el producto de rivalidades entre las clases financieras-capitalistas que manipulaban a sus Estados para conquistar nuevos territorios. De hecho, unos cuatro años antes del estallido de la Gran Guerra, Hilferding ya había predicho que la situación internacional estaba destinada “a intensificar grandemente el conflicto entre Alemania e Inglaterra y sus respectivos satélites, lo cual requeriría en una solución por la fuerza” (Hilferding, 1910/1981, p. 331). En definitiva, la correlación entre el imperialismo y la guerra entre las grandes potencias ya había abordada con anterioridad a Lenin por teóricos bien conocidos por él.

6. Valor de la obra

Se ha demostrado que El imperialismo, fase superior del capitalismo (1917) no es una obra en la que sobresalga su originalidad, sino que es principalmente una síntesis del pensamiento —mayoritariamente socialista— sobre el imperialismo de principios del siglo XX. Sin embargo, el valor de la misma no debe ser subestimado. El amalgamiento de una teoría marxista sistematizada sobre el imperialismo, así como su popularización e influencia intelectual, son contribuciones destacables del trabajo de Lenin.

Uno de los principales aportes del panfleto en cuestión es la consolidación de una teoría marxista sobre el tema. Se ha mostrado que las ideas de Lenin fueron tomadas de aportaciones previas, que se habían dado en gran parte, aunque no exclusivamente, por otros teóricos socialistas; sin embargo, ninguno había tocado el tema de forma tan completa como Lenin. Reinsch y Brailsford, por ejemplo, aportaron poco con respecto a la concentración de producción y capital; mientras que Wilshire no habló del capital financiero. A Kautsky le faltó ahondar más sobre el capital de exportación, mientras que a Hobson y a Hilferding sobre la división territorial del mundo. Más aún, es claro que la obra de Lenin es mucho más organizada y concisa cuando es comparada respecto a sus antecesoras. El imperialismo, fase superior del capitalismo está organizado nítidamente alrededor de cinco características inteligibles en sólo 129 páginas (ed. 1975) escritas con poca ambigüedad y con evidencia estadística sólida.

Las obras que anteceden a la de Lenin, por su parte, frecuentemente carecen de nitidez, son frecuentemente repetitivas y mucho más extensas, lo que hace que a menudo se entierren y pierdan los argumentos principales dentro de la amplia evidencia proporcionada. Esto también las hace menos digeribles para el lector. El imperialismo (1902) de Hobson en su edición original cuenta con 392 páginas distribuidas en catorce capítulos. Similarmente, La guerra de acero y oro (1914) de Brailsford, contaba con 339 páginas en su primera edición. El imperialismo y la economía mundial (1917) de Bujarin es mucho más digerible en términos de extensión (178 páginas); sin embargo, no tiene una organización tan nítida como la de la obra de Lenin y varias de sus secciones son altamente repetitivas. Por ejemplo, la idea de que la economía mundial está experimentando una “cartelización” es reiterada en los capítulos tres, cuatro, siete, trece y catorce.[9] Los trabajos seminales sobre el imperialismo de Wilshire y Kautsky son los más breves, pero, como se ha visto, tienden a pasar por alto algunos temas esenciales en la teoría imperialista de inicios del siglo XX: el capital financiero es una omisión importante tanto en La importancia de los monopolios (1901) de Wilshire como en Ultra-imperialismo (1914) de Kautsky. En contraste, los magnum opus de Hilferding (1910) y Luxemburgo (1913) son dos de los trabajos más completos en el tema; pero son muy extensos (437 y 474 páginas, respectivamente) y técnicos, puesto que utilizan terminología económica de cierta complejidad y específica de su tiempo.

Otra aportación del Imperialismo de Lenin es la popularización de la teoría marxista imperialista. Según Anthony Brewer (1990, p. 116), uno de los escritores más reconocidos sobre el tema en cuestión, el panfleto de Lenin “es el trabajo marxista más famoso sobre el imperialismo.” Similarmente, Murray Noonan (2010, p. 85) asegura que la obra ha sido “venerada” como “un texto icónico” por parte de la izquierda del siglo XX. Así pues, más allá de la cuestionada originalidad del texto, el “ensayo popular” de Lenin, que es precisamente subtítulo del panfleto, consiguió su objetivo primordial: la diseminación de una teoría imperialista de corte marxista asequible a una cantidad amplia de lectores. Aunque es muy difícil calcular con exactitud el número de impresiones del texto debido a que decenas de editoriales lo han publicado literalmente “en cada uno de los idiomas principales”, se puede afirmar con seguridad que “el libro ha sido ... leído y estudiado por millones de personas” quienes lo catalogan como la obra principal sobre el imperialismo (Etherington, 1984, p. 131).[10] En la disciplina de las Relaciones Internacionales (RI), la pieza literaria de Lenin ha sido comúnmente reconocida como uno de los clásicos de la misma (Griffiths, 1999, p. 135). De hecho, de acuerdo a Torbjorn Knutsen, uno de los historiadores más reconocidos de la historia de RI como campo de estudio, la obra de Lenin “pudiera ser el libro más influyente en política internacional del siglo [pasado]” (Knutsen, 1997, p. 220).

Finalmente, cabe rescatar la influencia intelectual notable del Imperialismo de Lenin en trabajos posteriores. De acuerdo a Brewer, después del panfleto de Lenin no hubo obras originales sobre el imperialismo en más de dos décadas. Los escritos al respecto, afirma, fueron meras repeticiones de la teoría leninista, principalmente emanadas del régimen soviético (Brewer, 1990, p. 136). Es La teoría del desarrollo capitalista (1942) de Paul Sweezy la cual es comúnmente considerada como uno de los primeros esfuerzos intelectuales por desarrollar innovadoramente la teoría del imperialismo (Noonan, 201, pp. 90-92). Con todo, Sweezy reconoce haber tomado algunas de sus ideas de Lenin y otros marxistas. Por ejemplo, él acepta la definición leniniana del imperialismo basada en las cinco características presentadas anteriormente; además, es abiertamente honesto al confesar que el análisis teórico de su libro demuestra lo “consistente y apropiado que es la concepción de Lenin sobre el imperialismo” (Sweezy, 1942/1962, pp. 307-308).

Paul Baran es frecuentemente apreciado como otro de los teóricos que aportaron considerablemente a la teoría del imperialismo a mediados del siglo XX, particularmente a través de La economía política del crecimiento (1957). Sin duda, Baran contribuyó sobre el tema proporcionando, por ejemplo, al plantear nuevas perspectivas sobre la infiltración política y económica imperialista de los Estados Unidos en el mundo. Sin embargo, continuó utilizando la teoría leninista extensivamente. En su obra, Baran cita a Lenin en más de diez ocasiones; además, reconoce haber tomado de la teoría leninista sus postulados sobre el proteccionismo, la aristocracia obrera y los monopolios (Baran, 1957, pp. 113, 190, 208, 245, 406, 432-433).

Diversas aportaciones posteriores sobre el imperialismo han tenido una inspiración leninista considerable. Aquí cabe destacar al neocolonialismo. Dentro de esta literatura tradicionalmente se ha considerado a Kwame Nkrumah, expresidente de Ghana (1960-1966), como su iniciador. En su libro, Neocolonialismo: la última etapa del capitalismo (1965), Nkrumah intenta desarrollar las ideas leninistas argumentando entre otras cuestiones que “en lugar del colonialismo, como instrumento principal del imperialismo, tenemos ahora al neocolonialismo ... que utiliza el capital exterior para la explotación ... incrementando el gap entre los países pobres y ricos” (Nkrumah, 1965, pp. xii, 37, 77). Cabe señalar que aún en la actualidad las ideas de Lenin continúan teniendo relevancia para algunos intelectuales de la izquierda.[11]

Conclusión

El magnum opus leninista sobre el imperialismo es una summa del pensamiento internacional —principalmente de corte socialista— sobre la nueva fase que el capitalismo vivía desde finales del siglo XIX. Este artículo ha demostrado que las cinco características claves del imperialismo resaltadas por Lenin, en realidad ya habían sido anteriormente señaladas por otros teóricos. Aunque existen numerosos estudios que ya habían señalado con anterioridad el impacto intelectual que teóricos como Hobson, Hilferding, Luxemburgo y Bujarin tuvieron sobre la teoría leninista del imperialismo, el presente artículo ha contribuido a revelar la influencia que ejercieron otros personajes en Lenin; particularmente se han rescatado los casos de Wilshire, Reinsch, Kautsky y Brailsford.

Más allá de mostrar que las ideas de Lenin ya habían sido expresadas con anterioridad, el artículo ha brindado evidencia indicativa de que Lenin ya había estado expuesto a los escritos o argumentos de los intelectuales cubiertos en este artículo. Las notas de Lenin que utilizó para la elaboración de su panfleto, por ejemplo, revelan la influencia de la mayoría de los teóricos tocados en el presente artículo. A pesar de lo anterior, la obra de Lenin de ninguna manera debe ser menospreciada. Su valor inigualable en parte radica en su brillante capacidad sintetizadora de aportaciones anteriores, lo que a su vez contribuyó a la consolidación de una teoría marxista sobre el imperialismo que ha sido altamente influyente en esta temática. En cuanto a la disciplina de las Relaciones Internacionales, el trabajo continúa siendo reconocido dentro de ella como uno de los documentos escritos más importantes en su inicio.[12] Por todo lo anterior, es de esperarse que la obra de Lenin continúe siendo objeto de escrutinio y reflexión intelectual, aun a más de un siglo de su publicación.

Referencias

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Xirau, R. (2013). Introducción a la historia de la filosofía. Universidad Nacional Autónoma de México.

Notas

2 La versión manejada en el presente artículo es la de 1975 de las “Progress publishers”, la cual cuenta con 123 páginas. Por otro lado, prácticamente todas las fuentes antiguas utilizadas en el presente artículo fueron consultadas en la biblioteca de la Universidad de Glasgow. Puede ser útil saber que la mayoría de ellas se encuentran también disponibles en archive.org.
3 Para un artículo al respecto, escrito desde una perspectiva marcadamente izquierdista, ver: Izquierda Revolucionaria (2016).
4 Por summa, el autor se refiere a un texto comprensible que sintetiza aportaciones previas en cuanto a un tema o materia. Ver Ramón Xirau (2013, p. 52).
5 No debe confundirse a Karl Kautsky, uno de los teóricos socialistas más influyentes de principios del siglo XX, con su nieto J. Kautsky. Este último fue un profesor distinguido en la Universidad de Washington desde 1955 y realizó algunos escritos sobre su antecesor.
6 La visión instrumentalista del Estado es mucho más clara en otras obras de Lenin. Ver por ejemplo: Vladimir Lenin (1917/1975, p. 13).
7 Kautsky es el principal teórico criticado en el Imperialismo de Lenin. Ver Lenin (1917/1975, pp. 8, 12, 70).
8 Kautsky pensaba que el imperialismo podía tomar otro rumbo: la cooperación pacífica de las grandes potencias para la explotación compartida del mundo, a lo cual denominó ultra-imperialismo. Ver Karl Kautsky (1914).
9 Ver por ejemplo: Bujarin (1917/2003, pp. 39, 52-56, 76, 135, 141-150, 165).
10 El Imperialismo (1917) de Lenin, se encuentra entre los 20 libros más vendidos de Amazon pertenecientes a la categoría del “Comunismo y Marxismo” y en el lugar 52 dentro de “Teoría y Filosofía”. Ver Amazon, disponible en https://www.amazon.co.uk/Imperialism-Highest-Stage-Capitalism%20Vladimir/dp/1614271909/ref=zg_bs_275903_19?_encoding=UTF8&psc=1&refRID=PVBCRDZRD3BHH0QT1GHG
11 Ver por ejemplo: Phil Gasper (2016).
12 Los inicios del campo de estudio de la disciplina de las Relaciones Internacionales son comúnmente establecidos después del fin de la Primera Guerra Mundial, particularmente en 1919 con la creación del departamento de Política Internacional en la que hoy es la Universidad de Aberystwyth, situada en el Reino Unido. La obra de Lenin, aunque es ampliamente reconocida como parte de la literatura especializada de la disciplina, no encaja con la fecha convencional de partida de RI puesto que antecede la supuesta fecha convencional. Este es el mismo caso de varios de los autores cubiertos en el presente escrito como Reinsch, Brailsford y Hobson. De hecho, recientemente se ha argumentado que 1919 es en realidad una fecha arbitraria que ha traído consigo consecuencias negativas a la disciplina. Para mayor información sobre el tema, ver Villanueva (2016).


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