Artículos de Investigación
Guillermo Porras Muñoz. Destacado historiador chihuahuense
Dizán Vázquez Loya divazque@uacj.mx
Universidad
Autónoma de Ciudad Juárez, México
Recepción: 13 Abril 2018
Aprobación: 08 Mayo 2018
Resumen: Se presenta la vida y obra de Guillermo Porras Muñoz (1917-1988), uno de los más destacados historiadores chihuahuense, especialmente del período colonial, como un homenaje a su memoria y como una forma de darlo a conocer a estudiantes e historiadores jóvenes. Se ofrece, además, una lista completa de su obra, que puede ser de utilidad para los investigadores.
Palabras clave: Porras Muñoz, historia, Chihuahua, Nueva Vizcaya.
1.a parte: Biografía
Su importancia
En el panorama historiográfico de Chihuahua, que cada vez más se enriquece con la aportación de valiosos historiadores, se destaca uno que puede ser considerado el más importante, al menos para el periodo colonial en el que centró su atención. Su obra sobre esa época sigue siendo de consulta imprescindible. Se trata de Guillermo Porras Muñoz. Mucho se ha escrito sobre él y se le ha valorado en su justa dimensión, pero creo que es justo que ahora encuentre también un espacio en las páginas de Chihuahua Hoy, obra colectiva destinada a temas relativos de nuestro estado. Le dedicamos, pues, estas páginas llenas de admiración y respeto por su persona y su obra.
SUS RAÍCES
Fue solo por un accidente histórico que Guillermo Porras Muñoz naciera en El Paso, Texas, el 22 de julio de 1917, pero sus raíces familiares estaban en Parral desde hacía muchas generaciones. Por eso nadie nos puede quitar el honor de tenerlo como paisano, como chihuahuense, y él mismo se consideró siempre chihuahuense de pura cepa.
Fueron los avatares de la revolución los que arrojaron a sus padres a esa ciudad fronteriza de Estados Unidos, que los acogió, como lo ha hecho muchas veces con tantos refugiados y exiliados políticos de México, sin importar el bando al que pertenecieran.
Manuel Porras Mendoza, su padre, había nacido en Parral en 1878,[1] fue químico de profesión y en la primera década del siglo XX estaba involucrado políticamente con el régimen de Porfirio Díaz. De 1909 a 1911 fue diputado a la XXVII Legislatura local por Allende, y de 1908 a 1911 fungió como jefe político del distrito Jiménez. Fue precisamente en Jiménez donde conoció a María Muñoz Chávez, nacida en esa población, con la que contrajo matrimonio.
A fines de 1911 o principios de 1912, poco después de iniciada la revolución y por causa de las acciones violentas de Pancho Villa en Parral, Manuel y María, recién casados, tuvieron que exiliarse en El Paso, a donde fueron a dar también otros apellidos parralenses como los Chávez Aizpuru, los Iwoinsky Artalejo, los Arras Rodríguez, los Jurado Torres, los Martínez López, los Matheus Aizpuru y otros. Con Manuel Porras Mendoza iba también su hermano Guillermo, famoso abogado que fungiera como secretario particular del gobernador Enrique C. Creel y que llevaba los asuntos jurídicos del general Luis Terrazas, además de incursionar en el campo de la historia,[2] afición que, tal vez, supo transmitir a su sobrino y tocayo, junto con la vocación de abogado. En El Paso nacieron los cuatro hijos de Manuel y María: Rosalía, Manuel, María Luisa y nuestro Guillermo, en este orden.
Los Porras pertenecían a una de las familias más antiguas avecindadas en la Nueva Vizcaya. Diego de Porras fue uno de los fundadores y primeros pobladores de Real de San José del Parral al tiempo de su fundación (1631-1632). La casa familiar de los Porras estuvo durante tres siglos en una esquina de la plaza, calle de por medio, frente a la parroquia de San José. A don Diego se debe la introducción en Parral de la devoción a la Virgen de la Soledad, tradicional en la familia desde sus orígenes en España. Precisamente en la península fue donde Guillermo Porras rastreó su ascendencia y descubrió que la rama mexicana de la familia Porras desciende del caballero don Rodrigo de Porras, originario de la villa de Valdeporras, en la provincia de Burgos, en el reino de Castilla, del cual fue conquistador y cuya descendencia quedó integrada en el marquesado de Chiloeches.[3]
Por parte de su madre, los Porras Muñoz entroncan con la familia Muñoz, de Guadalajara, en el reino de la Nueva Galicia, y con la familia Chávez, descendiente de los conquistadores del reino del Nuevo México y fundadores de varias villas y poblados del actual estado de Chihuahua.
Su formación académica
Guillermo hizo sus primeros estudios en la Vilas School, y los secundarios en El Paso High School. En 1934 la familia regresó a Chihuahua y Guillermo, de diecisiete años, se inscribió en el Instituto Científico y Literario para estudiar la preparatoria. Después partió a la Ciudad de México en 1936, a los diecinueve años, para cursar la carrera de abogado en la Escuela Libre de Derecho, en la que se recibió en 1943. En México vivía en una casa de huéspedes, en la calle de Chiapas número 103, donde se hospedaban otros muchachos de Chihuahua, que llegaron a ser también exitosos profesionistas y empresarios, entre ellos, Mario y José González Múzquiz, Francisco y Carlos Aguirre, Antero Jiménez, José Manuel Falomir y Jesús Roberto Durán.
Mientras estaba en México, su interés por la historia lo llevó a hacer estudios en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), siendo allí discípulo de connotados historiadores como Alfonso Caso, Pablo Martínez del Río y Rafael García Granados. Se inscribió también en 1941 en El Colegio de México, fundado ese año, como alumno del Centro de Estudios Históricos. Su ansia insaciable de saber lo llevó también a tomar clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, interesándose, entre otras materias, en la historia de España, historia del arte y, muy especialmente, en la historia virreinal.
Después de diez años en la Ciudad de México, y sin haber regresado a Chihuahua más que de visita, provisto de una beca por la Junta de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, Billy —apodo con el que se le conocía desde su infancia en El Paso y que conservaría siempre— partió a España en 1946. En este momento de su vida se da, al parecer, un gran viraje, pues conoce el Opus Dei[4] y se decide ingresar en esa organización católica apenas unos meses después de haber llegado a España. En 1948 se doctoró en derecho civil en la Universidad de Sevilla, interesándose especialmente en historia del derecho que estudió con prominentes profesores de esas materias, como Antonio Muro Orejón, especialista en derecho indiano. También cursó materias de historia de América en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y en la Universidad de La Rábida. En esta última fue profesor de dicha materia en 1949 y 1950, y volvería a serlo en 1963. En ese tiempo, de 1947 a 1951, se dedicó intensamente a investigar en el Archivo General de Indias.
En 1961 volvería a España, esta vez a la Universidad de Navarra, para hacer un doctorado en derecho canónico, grado que obtuvo en 1964.
Su vocación religiosa
Como dijimos, poco después de su llegada a España, Guillermo entró en contacto con el Opus Dei y pidió su admisión como miembro numerario, cosa que le fue concedida el 25 de julio de 1947, en Madrid. La inmensa mayoría de los miembros del Opus Dei son laicos, pero este cuenta también con su propio clero y Guillermo decidió, de acuerdo con sus superiores, convertirse en sacerdote, con gran sorpresa para su familia, que siempre lo había soñado como un brillante abogado, siguiendo el ejemplo de su tío. Su ordenación, junto con otros miembros del Opus Dei, se verificó en Madrid el 1.° de julio de 1951. Fue el primer sacerdote mexicano del Opus Dei. Regresó inmediatamente a México y el 25 de julio celebró su primera misa en la catedral de Chihuahua, asistido por el vicario general monseñor José de la Paz García y por el padre José Martínez Cabrera, S. J., teniendo como padrinos a sus padres y a su tío Guillermo con la esposa de este, Carmen Hirigoity,[5] quienes eran, además, sus padrinos de bautismo.
El padre Porras tuvo siempre una gran admiración por el fundador del Opus Dei. Así nos narra él mismo su primer encuentro con Escrivá de Balaguer:
Lo conocí hace 28 años [en 1947]. Yo hacía un curso en la Universidad Menéndez y Pelayo, en Santander, cuando un socio de la Obra me dijo que el Padre —así quiso siempre que le llamáramos sus hijos—, estaba en Bilbao y que se le podía visitar. Con un amigo tomé el tren ese mismo día... Pensaba en el protocolo que suele seguirse cuando se va a visitar a un personaje. Llegamos a la residencia de Avando y nos dijeron que el Padre estaba en el despacho del director. Sin esperar el elevador, subimos corriendo y entramos. El Padre estaba de pie en el balcón, espaldas a la calle, charlando familiarmente con un grupo de ocho o diez universitarios... A través de los años me tocó estar con él muchas veces en Madrid, en Molinoviejo, en Pamplona, en Roma, en México y, últimamente, en Guatemala (Porras Muñoz, 1975).
Capellán de universitarios
En octubre de 1951 Porras Muñoz se trasladó a Estados Unidos para promover en ese país el Opus Dei. Radicó un año en Chicago y luego pasó al estado de Massachusetts, donde el arzobispo de Boston lo nombró capellán de los estudiantes católicos de la Universidad de Harvard, en Cambridge, cargo en el que permaneció de 1953 a 1960. En esa universidad gestionó y logró que se instituyera la “Cátedra Chauncey Stillman de Estudios Católicos”. Luego prestó el mismo servicio pastoral en Washington y Nueva York, con algunas temporadas en Canadá.
En 1961 dejó Estados Unidos para dirigirse a la Universidad de Navarra, donde hizo el doctorado en derecho canónico. A su regreso de España, en el verano de 1964, regresó a Harvard a continuar con su actividad pastoral con los universitarios, y, al mismo tiempo, atendía también a los del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Alrededor de 1970 se trasladó a la Ciudad de México, donde fue nombrado capellán de la Residencia Universitaria Panamericana (RUP) dirigida por el Opus Dei, en Hortensias 238, colonia Florida. A partir de dicho año la capital de la república habría de ser su lugar de residencia y trabajo durante veintitrés años, hasta su muerte. En ese periodo impartió también algunos cursos de teología en la Universidad Panamericana y en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE), y pasaba largas horas trabajando en sus escritos de historia en el Centro de Estudios de Historia de México, creado por la empresa Condumex.
Su pasión por la historia
Guillermo Porras Muñoz fue doctor “in utroque iure”, es decir, en derecho civil y canónico, y se dedicó, como actividad principal, a la orientación pastoral de los universitarios. Sin embargo, la razón principal por la que será recordado siempre es por su contribución a la historiografía de nuestro país. Se podría decir que la historia fue su verdadera vocación académica, solo superada por su vocación sacerdotal, y utilizó en el estudio de la historia las herramientas invaluables que le proporcionó su excelente preparación en el campo del derecho, la filosofía y la teología, y, desde luego, la historia.
Sin haber adquirido un grado académico en historia, su preparación en ese campo fue, sin embargo, excelente. Fue historia lo que cursó en el recién fundado El Colegio de México y en el INAH, al tiempo que cursaba la licenciatura en derecho. Igualmente, sus cursos en las universidades de Sevilla, Menéndez Pelayo y de La Rábida, siendo en esta última profesor de historia de América. Hay que tener en cuenta también la formidable capacitación que obtuvo en esa otra “universidad” que fue el Archivo General de Indias de Sevilla, en el que investigó durante cinco años seguidos y muchas otras veces en el transcurso de su vida, lo mismo que en el Archivo General de la Nación y en otros importantes acervos.
Con una vocación y una actividad superpuestas a todo lo demás que hacía, su dedicación al estudio de la historia consumió una gran parte de su tiempo y así nos dejó una notable producción en este campo: por lo menos nueve libros y folletos, y unos sesenta artículos, publicados la mayor parte en revistas de alta calidad científica. Su contribución principal a la historiografía mexicana se ubica, como es bien sabido, en el periodo colonial y en la historia de las instituciones jurídicas novohispanas. Su aportación a la historiografía en estos temas es fundamental. También nos dejó más de treinta títulos de temas no históricos, principalmente religiosos, en los que se revela no solo su profunda fe, sino también su gran calidad humana no exenta de cierta dosis de fino humor.
Su pasión por la historia comenzó muy temprano. Historiador precoz, sus primeros trabajos de historia son algunos artículos y reportajes publicados en The Tatler, semanario de los alumnos de El Paso High School, entre 1933 y 1934. Tenía apenas dieciséis años. Del periodo de 1933 a 1937 son también sus artículos publicados en la revista Southwest, de El Paso.
De ahí en adelante no dejaría de escribir, combinando sus estudios de derecho y sus diversas ocupaciones pastorales con la publicación de artículos y libros cada vez más sustanciosos. Durante su carrera de abogado publicó cuatro artículos en la revista Divulgación Histórica, entre 1941 y 1943.
Fue en esta época de estudiante de derecho cuando Guillermo se volcó decididamente hacia los archivos como fuente primaria indispensable para la investigación histórica. Como podía, se daba tiempo para pasar largos ratos en el Archivo General de la Nación para ponerse en contacto con los datos originales de nuestra historia norteña.
Él mismo narró en 1986, con ocasión de su ingreso en la Academia Mexicana de la Historia, cómo le nació el interés por los archivos:
En 1936, hace 50 años —tenía entonces 19 años—, fui motivado por un artículo sobre Chihuahua, que apareció en un semanario (de la ciudad de México) y que empezaba diciendo: “Chihuahua, como las mujeres honradas, no tiene historia” ¿Cómo es posible que no tenga historia? Me pregunté. Al día siguiente fui a la Biblioteca Nacional y, efectivamente, no encontré ningún libro de Historia de Chihuahua... Decidí que era necesario investigarla y escribirla, y me fui al Archivo General de la Nación. La señora Mercedes Osorio me orientó sobre los fondos del archivo, pedí el primer tomo del ramo de Provincias Internas y me puse a leer. Al otro día compré fichas y un fichero para ir recogiendo los datos que me interesaban. Me convertí en un asistente asiduo.
Porras Muñoz, finalmente, no escribió una historia general de Chihuahua, pero sí aportó elementos imprescindibles para escribirla.
En esa misma ocasión afirmó también en una entrevista que le hicieron:
La historia de México tiene grandes lagunas. Es aún mucho lo que hay que hacer para cubrirlas, para ello hace falta un mayor apoyo a los historiadores y un presupuesto adecuado para el rescate de los archivos que aún están sin catalogar... No tiene caso afirmar lo que ya se ha dicho tantas veces sin ninguna base. Es necesario investigar, hurgar en los archivos, en las bibliotecas, para reconstruir una realidad... Ejemplo de esto es lo que se dice del clero secular, es decir, el diocesano, en la evangelización de la Nueva España. La mayoría de los historiadores del siglo XVI afirman que este clero no tuvo una gran participación en esta tarea, a diferencia de las órdenes religiosas como los franciscanos, dominicos y agustinos...
Porras Muñoz utilizó este ejemplo a propósito de su discurso de ingreso en la Academia, que versó precisamente sobre El clero secular y la evangelización de la Nueva España.
A lo largo de su vida, el doctor Porras llegó a elaborar unas setenta mil fichas, escritas en muy diversos archivos y bibliotecas del mundo. No pocos de sus artículos consisten en la presentación de valiosos documentos que él rescató de los archivos, paleografió y publicó enriquecidos con eruditas introducciones y notas.
En su tiempo de estudiante de derecho, Guillermo trabó amistad con el insigne historiador duranguense Atanasio G. Saravia y pasó muchas horas con él “consultando libros y documentos y cambiando impresiones. A pesar de la diferencia de edades se estableció entre ellos una relación de afecto y aprecio mutuos”, según testimonio de Amelia, hija de don Atanasio (Saravia de Farrés, 1989).
Una vez terminada la carrera, el joven abogado permaneció en la Ciudad de México y desde allá colaboraba con sus artículos de historia, primero para la Revista Chihuahua y luego para el Boletín de la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos. En la primera, en el solo año de 1944 colaboró con cinco artículos. En el mes de noviembre de ese mismo año, respondiendo a la invitación de León Barrí, que estaba entonces en México, Guillermo se incorpora a la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos formando el Comité Histórico de la Ciudad de México, dependiente de la misma. Integraron dicho comité Atanasio G. Saravia, como presidente; Lorenzo Arellano Schetelig, como secretario; Guillermo Porras Muñoz, como tesorero; el coronel Manuel Vázquez, el ingeniero Luis G. Franco y la señorita Lucila Muñoz Ochoa como primero, segundo y tercer vocales, respectivamente. Guillermo comenzó a mandar artículos al Boletín de la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos, que fueron publicados en número de seis entre 1945 y 1947. Fue probablemente en este periodo de su vida en México cuando tomó un seminario sobre The Mexican Frontier, dirigido por el famoso historiador norteamericano doctor Herbert Eugene Bolton, especialista en la historia de la expansión hispánica en Norteamérica y que, para ese entonces, ya era profesor emérito de historia en la Universidad de California en Berkeley.
Fruto de sus investigaciones en el Archivo General de Indias son los artículos que publicó en diversas revistas científicas españolas entre 1947 y 1952. En ese tiempo, además, participó en importantes congresos sobre historia hispanoamericana. Su permanencia en Estados Unidos, de 1951 a 1961, aparentemente fue una larga pausa en su producción como historiador, al menos en cuanto a publicaciones, pues su bibliografía no registra ningún título en ese periodo. Es posible que tocara esos temas en la colaboración que tuvo en ese tiempo con la New Catholic Encyclopedia, que fue publicada en Washington en 1967. Es también muy probable que, haciendo uso del riquísimo acervo de notas de archivo que poseía, comenzara en esta época a redactar la más importante de sus obras: Iglesia y Estado en Nueva Vizcaya (1562-1821). Esta obra fundamental la escribió, finalmente, en Pamplona, como tesis para su doctorado en derecho canónico en la Universidad de Navarra, y fue publicada por la misma universidad en 1966.[6]
El último periodo de su vida, que fue su larga permanencia en la Ciudad de México, y que va de 1965 hasta su muerte en 1988, fue el más fecundo, si no en cantidad de títulos, sí en calidad, pues fueron el fruto de su madurez como investigador: veinticuatro títulos de libros, entre ellos, La frontera con los indios de Nueva Vizcaya en el siglo XVII, publicado en 1980,[7] así como artículos publicados en prestigiadas revistas de México y España, como el Boletín del Archivo General de la Nación, Anuario de Estudios Americanos, Estudios de Historia Novohispana, Revista del Instituto de Investigaciones Históricas, lo mismo que colaboraciones en diversos libros. Se pasaba largas horas investigando en el Archivo Histórico de Condumex.[8] A esta época pertenecen también los veinticuatro títulos que publicó sobre temas religiosos.[9]
Su relación con chihuahua
Guillermo Porras Muñoz vivió en Chihuahua solo en un periodo muy corto de su vida, siendo adolescente. Sin embargo, sus lazos, tanto intelectuales como afectivos, con su tierra no se interrumpieron jamás. Chihuahua estuvo siempre presente en su vida por sus continuas investigaciones sobre la Nueva Vizcaya y por el afecto que lo unía con sus familiares más cercanos, hermanos y sobrinos, que vivían en el estado. Ya hemos mencionado sus colaboraciones en revistas de Chihuahua y su membresía en la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos desde la Ciudad de México. Hay que añadir que desde Sevilla mandó en 1947, por lo menos, dos interesantes artículos que se publicaron en El Correo de Parral.
Siempre interesado en Chihuahua, el 12 de agosto de 1964 le escribe desde Nueva York a don José Carlos Chávez para proponerle a la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos reconstruir el archivo que se perdió en el incendio, microfilmando los documentos relativos a Chihuahua existentes en el Archivo General de Indias, y él mismo se ofrecía a conseguir una persona que se encargara de ese trabajo, siempre que la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos consiguiera los fondos necesarios, “unos 5,000 anuales”.[10]
A partir de 1970 en que se estableció definitivamente en México, sus visitas a Chihuahua no eran raras, tanto para visitar a sus familiares como por razón de sus actividades como historiador. Entre estas, podemos recordar las siguientes:
El 18 de agosto de 1983 presidió una reunión de sacerdotes y laicos en la ciudad de Chihuahua, con el fin de planear una Historia de la Iglesia en Chihuahua, que había de llevarse a cabo bajo su coordinación. Se llegó a elaborar un proyecto y se dieron los primeros pasos para recabar datos, pero lamentablemente no se le dio continuidad.
El 4 de octubre de 1984 presentó la conferencia “Chihuahua: reflexiones sobre su fundación”, en el Salón de Cabildos de la Presidencia Municipal de Chihuahua.
En diciembre de 1987, Fomento Cultural de Chihuahua le otorgó el premio Tomás Valles Vivar en el área de Ciencias.
De la Nueva Vizcaya, objeto principal de sus investigaciones, tenía una afición particular por la ciudad de sus ancestros, Parral, como lo expresa él mismo en el Prólogo a El nuevo descubrimiento de Parral, publicado en 1988[11] y presentado por él mismo en el Salón Rojo del Palacio de Gobierno de Chihuahua:
El tema [de Parral] ha sido uno de mis predilectos a lo largo de casi cincuenta años de investigador, porque en aquel acontecimiento [la fundación de Parral] intervino alguno de mis antepasados y allí se asentó mi familia desde 1632 hasta que los sacudimientos de la Revolución Mexicana la lanzó muy lejos, al extranjero… Pero el Parral me interesaba no sólo por motivos sentimentales sino todavía más por la importancia que tuvo como sede del gobierno provincial, como centro minero que fue ocasión de otras fundaciones y como baluarte contra los indios indómitos desde sus inicios hasta bien entrado el siglo XVIII. En el norte de México ¡el Parral es historia!
Parral correspondió a sus desvelos, entre otras formas, nombrándolo el 8 de junio de 1988 socio honorario del Patronato Pro Rescate del Archivo Histórico de esa ciudad.
Otros datos sobre el cariño e interés del padre Porras por Chihuahua nos los aporta Chantal Cramaussel (2006):
Se alegró mucho cuando en 1988 la Universidad de Ciudad Juárez lo invitó a participar en el primer congreso de Historia Regional Comparada en Ciudad Juárez, pensaba presentar un trabajo sobre los asentamientos situados entre la Junta de los Ríos (Ojinaga) y Paso del Norte en el siglo XVIII pero la muerte se lo impidió,
y “Uno de sus sueños era fundar el Colegio de Chihuahua en Parral, de donde su familia era originaria y más precisamente en el Palacio de Alvarado que había conocido de niño” (Cramaussel, 2006).
La calidad del doctor Porras como historiador no podía pasar inadvertida para los medios culturales y oficiales de nuestra patria, lo cual se tradujo en una serie impresionante de reconocimientos y de membresías a las más importantes sociedades culturales relacionadas con su especialidad, como se puede ver en la lista al final de esta reseña.
Su muerte
La salud del doctor Porras Muñoz comenzó a quebrantarse en los últimos años de su vida, sobre todo a causa de problemas cardiovasculares que fueron los que le causaron la muerte el 28 de junio de 1988. Murió mientras realizaba sus habituales tareas sacerdotales, en la residencia del Opus Dei, en la calle Vito Alessio Robles 97, a donde se había mudado pocos años antes. Tenía setenta y un años de edad. Después de una misa de cuerpo presente en la RUP, celebrada por el vicario regional del Opus Dei en México, doctor Rafael Fiol Mateos, sus restos, acompañados de la oración y el aprecio de cientos de amigos, familiares y colegas, fueron depositados en el panteón Español.
Guillermo Porras Muñoz es considerado como uno de los historiadores más relevantes que ha tenido nuestro país, por sus valiosos trabajos de investigación sobre la historia de México durante el periodo colonial. Como estilo personal, todos los que lo trataron más de cerca están de acuerdo en describirlo como una persona sencilla, de trato amable, respetuoso con quienes tenían ideas diferentes, generoso en compartir sus conocimientos, sobre todo con los estudiantes que se iniciaban en la investigación histórica, de un gran sentido práctico, organizado y metódico en su trabajo, y muy firme y coherente en sus convicciones éticas y religiosas.[12]
Participación en congresos
Porras Muñoz tuvo la oportunidad de participar en importantes eventos de historia, en algunos de los cuales fue colaborador activo, ya sea en su organización o presentando ponencias que luego fueron publicadas:
NOMBRAMIENTOS, MEMBRESÍAS Y DISTINCIONES
2.a parte: Bibliografía de Guillermo Porras Muñoz[13]
Para dar una idea más completa de Guillermo Porras Muñoz como historiador, y como una aportación útil para los investigadores, creí conveniente incluir su bibliografía (en orden cronológico).
I Escritos de historia
II Escritos sobre otros temas
Guillermo Porras Muñoz fue durante varios años colaborador en la Sección Bibliográfica de la Revista de Historia de América. Contribuyó también con varios artículos para The New Catholic Encyclopedia, Washington, DC, 1965-1967. Como profesor impartió numerosos cursos de teología en la Universidad Panamericana.
Fuentes de consulta
Álvarez, S. (1989). Un gran historiador chihuahuense. El padre Guillermo Porras Muñoz (1917-1988). Ahora. Ciudad Juárez. Publicado también, revisado, en Raíces, 9. Ciudad Juárez, agosto-septiembre de 1990.
Cárdenas Gutiérrez, S. (2006, 3 de febrero). Guillermo Porras Muñoz, historiador del derecho. Conferencia presentada en el Homenaje a Guillermo Porras Muñoz organizada por la Unidad de Estudios Históricos y Sociales de la UACJ.
Cramaussel, C. (2006, 3 de febrero). La obra de Guillermo Porras Muñoz y la historiografía colonial del norte de México. Conferencia presentada en el Homenaje a Guillermo Porras Muñoz organizada por la Unidad de Estudios Históricos y Sociales de la UACJ.
Cuatro chihuahuenses reciben el premio Tomás Valles 1987. El Heraldo de Chihuahua, 8 de noviembre de 1987.
De la Torre Villar, E. (1988). El hombre y el historiador. Guillermo Porras Muñoz. Historia Mexicana, 38(2), octubre-diciembre, 407-409.
Derbez García, E. (1986, 19 de mayo). Sociedad de Historia cumple XLIV aniversario. El Diario de Monterrey.
El doctor Guillermo Porras Muñoz ingresó a la Academia Mexicana de Historia. Gaceta UNAM. México, 27 de octubre de 1986.
Enríquez, M. A. (1986, 22 de octubre). Guillermo Porras, miembro de la Academia Mexicana de Historia. El Universal. México.
Entrevistas del autor (febrero-marzo de 2006) con: Sra. Rosalía Porras de Acosta; Sra. Beatriz Acosta de Caraveo; Lic. Manuel Porras Abud; Sr. Mario González Múzquiz; don José González Múzquiz; Ing. J. Roberto Durán; Dra. Josefina Muriel de González Mariscal.
Falleció el reconocido sacerdote historiador Guillermo Porras Muñoz. Novedades de Chihuahua, 30 de junio de 1988.
Falleció el Dr. Guillermo Porras, Pbro., miembro de la Academia Mexicana de Historia. Boletín DIC de la Cemidac. México, 18 de agosto de 1988.
Familia Porras Muñoz (2009, 3 de mayo). Galería de fotos en El Heraldo de Chihuahua.
Fernández Perea, O. (1988). Chihuahuenses distinguidos. El padre Guillermo Porras Muñoz. El Heraldo de Chihuahua.
Foto y nota sobre la entrega del premio Ciudad de México al Dr. Porras Muñoz por parte del presidente López Portillo. El Heraldo de México, 25 de noviembre de 1982.
Guillermo Porras Muñoz, Joaquín A. Chacón y Anthony Quinn, premios Tomás Valles ’87. Novedades de Chihuahua, 7 de septiembre de 1987.
Guillermo Porras. Norte de Chihuahua, 1986.
Guillermo Porras Muñoz. Reseña biográfica. Personajes de Chihuahua, INEA/Gobierno del Estado de Chihuahua, 1992.
Homenaje a Guillermo Porras Muñoz, el 30. Excélsior. México, 24 de junio de 1989.
Márquez Terrazas, Z. (2006). El padre Guillermo Porras Muñoz. Boletín UEHS. Chihuahua, enero-febrero.
----- (1986, 2 de julio). El sillón de don Jesús. El Heraldo de Chihuahua.
Muere el P. Guillermo Porras en México. Notidiócesis. Chihuahua, 10-16 de julio de 1988.
Muriel de la Torre, J. Guillermo Porras Muñoz (1917-1988), Academia Mexicana de Historia. Recuperado en abril de 2018, de https://web.archive.org/web/20120307204044/http://www.acadmexhistoria.org.mx/miembrosANT/res_guillermo_porras.pdf
Murió el historiador chihuahuense Guillermo Porras Muñoz en el D. F. Norte de Chihuahua, 30 de junio de 1988.
Murió el sacerdote Guillermo Porras, uno de los historiadores más relevantes de nuestro país. El Heraldo de México, 4 de julio de 1988.
Payán Franco, H.(1987, 27 diciembre/1988, 3 de enero). Histórica conferencia del doctor Guillermo Porras Muñoz. Ágora, de Novedades de Chihuahua.
Porras Muñoz, Guillermo. Diccionario Porrúa. Historia, biografía y geografía de México (6.ª ed.). México, 1995.
Porras Muñoz, Guillermo. Enciclopedia de México, edición digital, 2002.
Porras Muñoz, G. (1975, julio). ¿Ha muerto monseñor Escrivá de Balaguer? SEDS (Servicio Especial de Informaciones), número especial. México.
Rodríguez Balderas, R. (2009). Don Guillermo Porras Muñoz (1917- 1988), a los 20 años de su fallecimiento. Breve semblanza de un connotado historiador. Historia desconocida. Una aportación a la historia de la Iglesia en México. Libro anual 2008 de la Sociedad Mexicana de Historia Eclesiástica, A. C. México: Minos III Milenio Editores.
Ruiz Velasco N., I. (1988, 17 de agosto). Falleció el doctor Guillermo Porras Muñoz, miembro de la Academia Mexicana de Historia. Novedades de México. Reproducido en el Boletín DIC de la Cemidac. México, 18 de agosto de 1988.
Saravia de Farrés, A. G. (1989). Semblanza del doctor Guillermo Porras Muñoz. Con ocasión de la entrega del premio Banamex Atanasio G. Saravia, en Durango, 9 de junio de 1988. Publicada en el folleto Centenario de Atanasio G. Saravia. México.
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Vargas Valdez, J. Don Guillermo Porras Muñoz y el nuevo descubrimiento de San José del Parral. La Fragua de los Tiempos, de El Heraldo de Chihuahua, 16 de junio de 1996.
Notas