Fecha de recepción: 31/03/2019 Fecha de aceptación: 19/09/2019 DPI: http://dx.doi.org/10.20983/chihuahuahoy.2020.18.14
El marihuano y su
Juárez. Una lectura
HÉCTOR FRANCISCO SERVÍN ROMERO1 RUTILIO GARCÍA PEREYRA2
RESUMEN
El objetivo del siguiente texto es analizar el estigma del marihuano que se ha constituido en Ciudad Juárez. El análisis se realiza mediante la intervención urbana a través de un proceso creativo de fotografía. El enfoque teórico es sociológico y antropológico. La técnica documental es a través de colocación de fotografías de personas fumando marihuana en distintos muros de la ciudad para que el transeúnte la observe y la intervenga, el registro es con video fotografía.
Palabras clave: Intervención urbana, documental, fotografía, marihuano, Cd. Juárez.
1 Egresado de Maestría en Procesos Creativos en Arte y Diseño por la UACJ.
2 Docente investigador en la UACJ.
ABSTRACT
The objective of the following text is to analyze the stigma that marijuana has created in Ciudad Juárez. The analysis is carried out through urban intervention through a creative photography process. The theoretical approach is sociological and anthropological. The documentary technique is through the placement of photographs of people smoking marijuana on different walls of the city for the passer-by to observe and intervene, the registration is with video and photography.
Key words: Urban intervention, documentary, photography, marijuana, Cd. Juárez.
INTRODUCCIÓN
Como fotógrafos hay que estar conscientes que lo que capturamos con nuestra cámara, depende de nuestra sensibilidad con nuestro mundo. Durante el proceso fotográfico se está consciente de lo que se captura con la cámara que aunado a la sensibilidad de percibir lo urbano “la fotografía y sociología son piezas fundamentales de la constitución misma de la sociedad industrial, no por su capacidad de incidencia en la producción o su influencia en la economía, sino porque introducen formas de conocer y explorar el mundo e ideas para comprenderlo.” (Suarez, 2008, p.13-14). No sólo se captura por medio del lente, además es fundamental cómo percibimos como fotógrafos. Sin duda, también es importante conocer lo que está detrás de la fotografía-objeto para entender de mejor manera cómo es la aproximación de la persona que se encuentra detrás de la cámara porque “podemos utilizar la fotografía para reproducir con precisión la naturaleza, pero no por ello debemos creer que esta es la finalidad última de la fotografía”, (Graff en Fontcuberta, 2016, p. 161). La fotografía no muestra en si la realidad, sino algo que pasó frente de la cámara, alguien observó la escena y la registró en su tiro fotográfico. Sin embargo, del acto
fotográfico surge la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que observó y que quiere decir su fotografía más allá de lo común?
Es común la práctica mimética en la fotografía e incluso “se sigue discutiendo si la fotografía es o no es arte, y no se discute si el fotógrafo es artista o artesano” (Catalá, citado por Fontcuber-ta, 2016, p. 180). Por ejemplo, es común observar que fotógrafos quieren imitar a la pintura, quizá en parte porque “los manuales de fotografía son muy nocivos al implantar límites basados en la estética o reglas artísticas” (Graff citado por Fontcuberta, 2016, p. 161). Los manuales enseñan que el acto fotográfico se remite a reglas de encuadre y luces, pero dicen poco o nada sobre cómo vivir la escena, cómo ver la vida, no dan cuenta de la sensibilidad de cada fotógrafo y cómo interfiere en el proceso creativo. Cada fotógrafo le da sentido al caos de la vida en cada uno de sus clicks se explora lo cotidiano.
La vida cotidiana está permeada por lo que se percibe en la literatura, arte, cine, revistas, televisión, comerciales, y periódicos, a través de ellos se constituyen códigos visuales que se registran en la memoria y que en determinado momento se representan consciente o inconsciente en el acto fotográfico. El registro en la memoria contribuye a integrar un bagaje visual que está en relación con experiencias culturales personales para luego representarlos en fotografías, así de esta manera el fotógrafo desempeña el rol de filtro cultural (Kossoy 2014, p.147).
Lo que también se discute en el texto es la postura que adopta el fotógrafo como filtro cultural y cómo a través de la fotografía documental trascendental se acerca “al otro” particularmente al marihuano no visibilizado o percibidos como “otros” con hábitos sociales perniciosos y de “malas costumbres” que para Goffman (2006) constituyen “una teoría del estigma, una ideología para explicar su inferioridad y dar cuenta del peligro que representa esta persona” ( p. 15).
Héctor Francisco Servín Romero y Rumo García Pereyra
LA FOTOGRAFÍA DOCUMENTAL TRASCENDENTAL. EL FOTÓGRAFO COMO FILTRO CULTURAL
Joan Fontcuberta (2016) define la fotografía documental transcendental como el fruto de un contacto entre la realidad externa y el espíritu interno (p. 45). La sensibilidad es vital para la fotografía, sin ella el trabajo fotográfico es hueco y frío. La fotografía documental permite ver la estética cotidiana, apreciar lo prosaico, lo feo, lo banal, lo raro, lo incomprendido como algo bello y digno de reconocerse y mirar. Mandoki, (2008) comenta sobre la sensibilidad y como se manifiesta según condiciones bioculturales, perceptuales y valorativas, condiciones que tradicionalmente nos han llevado a capturar con nuestro lente lo que se considera estéticamente bello1 y digno de observarse. Sin embargo, la fotografía documental trascendental abre el lente a lo que la misma autora denomina estética prosaica, y a partir de la estesis2 el autor liga a su forma de observar el mundo. Experiencia personal que lleva al fotógrafo a la otredad e identificarse con los personajes que captura mediante el acto fotográfico.
En el acto fotográfico también se cruzan fronteras. La fotografía es “herramienta de exploración de la sociedad” (Becker, 1974 citado por Suárez, p.13) que permite observar otras realidades y cruzar fronteras sociales, culturales o políticas a partir de la historia que se busca narrar a través de la lente. En este sentido “la fotografía se convierte en un material privilegiado para observar cómo los valores de clase pueden trasmitirse aún sin ninguna educación.” (Bourdieu, 1979 citado por Suárez, p.35).
El marihuano y su estigma en Ciudad Juárez. Una lectura fotográfica
Antonio Prieto (2019) dice que “la poética de la frontera se vale de un lenguaje poético tanto en sus manifestaciones literarias como visuales”. Ser fronterizo (en el sentido de vivir en Ciudad Juárez) permite de alguna manera constituir una poética visual en lo prosaico, en las periferias y sus contextos sociales y que otros fotógrafos no se atreven a mirar porque de alguna manera transgreden.5
Sontag (2018) explica cómo la imagen fotográfica procura pruebas de algo que se conoce de oídas, pero dudamos, y parece demostrado cuando nos enseñan una fotografía. Pero hay que recordar que la foto no necesariamente muestra lo que es real, si no lo que ha sucedido frente de ella, pero ¿qué es lo que sucedió en ese encuadre?, dependerá por un lado del azar dentro de lo cotidiano y por otro con el bagaje cultural del sujeto que opera la cámara y en su experiencia y posición ante la vida impregnan la fotografía. Estas posturas develarán la episteme del discurso visual que al último se revelará en la fotografía-objeto.6
El fotógrafo posee artilugios retóricos para diseñar datos y dibujar contextos, así se tiene a la composición, los encuadres, y la luz. Junto a estas herramientas se transmite un mensaje en la fotografía. Estas herramientas estéticas utilizadas en el encuadre fotográfico dependerán del bagaje de cada fotógrafo para que puedan ser empleadas como parte de la composición y no dejarlas
5 Sin embargo, se considera muy necesario cuestionarnos más sobre las fotografías que vemos y no solo aceptarlas por “bonitas”, ya que tal vez en una foto que nos reusamos a observar por considerarla fea, vulgar, prosaica, o de mal gusto por tocar temas que no son gratos para algunos en realidad podrían darnos información, nueva, útil en algún tema de interés, pero esta información dependerá de nuestra capacidad de para decodificarla; es decir poder leer la imagen y descifrar lo que hay dentro de ella. Es decir, “para extraer el contenido de una imagen, no basta con observarla con pasión. Se debe proceder sociológicamente construyendo un proyecto, acudiendo para ello a la teoría, al método y buscando dilucidar un problema empírico concreto. A este proceso de creación de conocimiento a partir de una foto es que llamamos sociología visual.”, (Suárez, p. 10).
6 Aunque el significado de una fotografía también depende de la lectura y comprensión por parte del receptor de la imagen, es decir quien la ve, quien la consume; aquí intervienen varios factores entre ellos tales como "... los sociológicos o los símbolos convencionales o accidentales, de tal forma que el lector necesita algunas herramientas culturales y conceptuales que le ayuden en la decodificación del texto fotográfico”, (Gómez Alonso citado por hala, 2011).
al simple azar para confirmar la hipótesis de que los fotógrafos somos un filtro cultural (Kossoy 2014, p. 147).
La fotografía, para ser observada sociológicamente debe atravesar por un procedimiento particular que la ubique en objeto analizable. En este sentido se considera que, en primer término, una fotografía es un producto cultural, por tanto, responde a un agente social que la emitió y cuya visión del mundo quedó plasmada en ella más allá de la voluntad del propio autor y “detrás de la cámara se encuentra siempre el ojo culturalmente interesado del fotógrafo quien selecciona y enfoca desde un ángulo determinado una realidad previa: lo fotografiable, lo que se desea fotografiar, lo que se puede fotografiar” (Giménez citado por Suárez, 2008, p. 24).
Kossoy (2014, p.147) señala que las fotografías que “el fotógrafo” considera como “personales” son las que suelen mostrar de mejor manera su postura ante la vida y el mundo. Esto nos hace plantear ¿por qué ese valor personal ante dicha escena por parte del Fotógrafo? y ¿qué nos puede reflejar de esta cotidianidad que se observa?, ¿qué nos pueden decir sobre el autor que las toma?, Sin duda la respuesta abundaría respecto del conocimiento y el proceso creativo del fotógrafo.
De esta manera se acerca a la cotidianidad desde la estética prosaica que permite reconocer estos lugares ignorados o pocos vistos. Apreciar lo prosaico es necesario para el fotógrafo documental, lleva a conocer otros personajes y realidades del entorno social, por tanto, “la fotografía constituye la metafísica de esa cultura visual actual. Este papel convierte los resultados de la cámara en productos que nos ayudan a entender metafísicamente esa cultura y movernos en ella.” (Josep Ma. Casdemont por Fontcuber-ta, 2016, p.13). La estética prosaica permite ampliar conocimiento de alguna manera al preguntarnos “¿Qué tal si...?”, es decir, el “¿What if?” que expresa Katya Mandoki (2008) para preguntar qué se podría aprender del personaje de la calle. Y para trascurrir en estos mundos es fundamental el caminar en la urbe como parte del proceso creativo.
Chihuahua Hoy, año i8, Núm. i8 (enero-diciembre, 2020)
EL CAMINAR URBANO COMO PARTE DEL PROCESO CREATIVO FOTOGRÁFICO
El caminar origina el proceso creativo que lleva a experimentar lo cotidiano de maneras diferentes, para detonar pensamientos y sentimientos que el fotógrafo traduce en textos y fotografías.
Después de haber cursado un taller sobre “El Arte y Espacio Público” en La Universidad de Chile (2017) aprendo a ver la calle como escenario de lo fascinante, en donde tomamos consciencia del mundo personal y del colectivo, lo que me ayuda a entender el espacio público de mejor manera para empezar a experimentar con esta intervención urbana.
Los situacionistas (que interpretan los hechos existentes) pretendieron perderse como forma de dejarse sorprender e influir por los distintos acontecimientos surgidos durante sus derivas. Forma de analizar el urbanismo y el espacio público de una manera trans-gresora, explorar la ciudad desde sus lados ocultos. El “flaneur” de Baudelaire introduce una postura que explora al sujeto que camina la ciudad y traza el itinerario -un discurso- en el discurrir del paseo que “ordena, para el sujeto, el caos de la ciudad, estableciendo articulaciones, junturas, puentes, entre espacios y acontecimientos desarticulados” (Cuvardic,2009, p. 22). Vagar en la calle de una manera creativa permite experimentar la vida misma.
El estilo de caminar y vagar deriva nos lleva de cierta manera al periodismo “Gonzo”. Periodismo propuesto en el “New Journalism”, que asume influencias narrativas del movimiento Beat de los años cincuenta. Angulo (2011) expresa que “dentro del gonzo se utiliza una escritura desinhibida autobiográfica, poco estructurada y de aparente descontrol narrativo”.
J.M. Servín (2014) sostiene que el periodismo gonzo trasplanta los principios del surrealismo al reportaje, es decir, escritura automática sin correcciones racionales que se expresan en emociones y estados de ánimo y nunca sigue un razonamiento lógico. Este estilo de periodismo evoca una descripción maniática y subjetiva de un evento que convierte al reportero, casi siempre, en un desquiciado protagonista de los hechos narrados. Es preponderante
Héctor Francisco Servín Romero y Rumo García Pereyra
el ambiente por encima del hecho mismo o del dato duro. El periodismo gonzo es una forma de hacer investigación basada en la práctica o (IBP7). Carrillo (2015) explica que la investigación basada en la práctica es “uno de los métodos más importantes dentro de este tipo de investigación es la contextualización del tema de estudio desde la perspectiva del sujeto. Es decir, se analiza el proceso de producción de un artefacto mediático como el cine, video, fotografía, multimedia, música, teatro, escultura o instalación, desde una postura subjetiva.”.
La estética prosaica sensibiliza y educa al ojo fotográfico para ver a los personajes bellos en lo cotidiano para encontrar sus historias. Se experimenta la escena para sensibilizar al periodista y al fotógrafo. Este estilo de periodismo permite vivir la vida y entenderla a la par de los etnógrafos con su trabajo de campo. Es hacer investigación participativa porque se forma parte de la historia. La intuición tiene que ver con el sentido del humor que ayuda a sensibilizar y observar la vida de manera diferente a lo cotidiano, es un aprendizaje, “el humor es una herramienta para la narrativa documental” (Jorge Anaya Blanco, 2019).
EL TEMA
Al seleccionar el tema como fotógrafos se traduce en la posible elección de fragmentos imaginarios que pueden ser capturados de la realidad. El diseño, el tema, y la fotografía se funden e integran la foto narrativa como tratamiento estético individual “basta con ser lúcido respecto a lo que ocurre y ser honesto respecto a lo que uno siente. En definitiva, basta con situarse en relación con lo que se percibe” (Cartier 2017, p. 20). La honestidad conduce a analizar cómo nos identificamos con el sujeto y/o tema para estar en contacto con la escena y encontrar ese momento, aquel fragmento que se congela en la fotografía y en la memoria. 3
El marihuano y su estigma en Ciudad Juárez. Una lectura fotográfica
Ser fotógrafo permite abordar temas tabúes para mostrar pequeños guiños de estas realidades sociales, hay que observar las calles como si fueran escenas de teatro con personajes. Esta manera de fotografiar visualiza el acto creativo de lo cotidiano en la calle o en el campo de trabajo. Las fotografías se capturan siempre con respeto hacia la persona fotografiada y “allí tienes que sonreír, pero nunca reírte, pues lo interpretaran como burla, debemos de ser invisibles” (Cartier, 2015, p.30-31).
EL REPORTAJE Y LA INTERVENCIÓN URBANA. LA ESTIGMATIZACIÓN
DEL MARIHUANO
Se realizaron once intervenciones urbanas de 2017 a 2019.4 Las intervenciones urbanas fueron a partir del foto-reportaje. Hipotéticamente se planteó que el marihuano es portador de un estigma en Ciudad Juárez. La intervención se ejecuta a partir de la fotografía documental para un manejo creativo de lo cotidiano y respeto hacia la persona capturada por el lente de la cámara y de igual manera con el tema.
Trabajar en algún reportaje es reflexionar sobre el tema, hacer esto es importante para conseguir una buena edición del trabajo, así lo señalan Fox & Caruana (2014). Reflexionar es dirigir la mirada retrospectiva sobre el hecho hasta el momento analizado, reconsiderar y cuestionar los pasos dados y el porqué. El proceso creativo del fotógrafo consiste en que cada fotorreportaje revela una postura única de aquella realidad, pues “cada fotógrafo tendrá un método o sistema distinto de recopilar la investigación. No existe una forma correcta o incorrecta de hacerlo, sino que cada uno debe hallar el enfoque que mejor funcione” (Fox & Caruana, 2014, p. 109).
Hay que romper la rigidez con la que se suele querer retratar la vida. Hay que disfrutar y divertirse pues se considera que el documental es “el tratamiento creativo de la realidad” (John Grierson citado por Platinga, 2014, p. 32). En la fotografía y en el acto fotográfico debería caracterizarse por una esencia de rebeldía. Un
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acto rebelde debe ser parte del fotógrafo, una insubordinación visual por mirar. Se tiene que hacer más fotografía desde una postura social que lleve a la reflexión bajo el ojo del fotógrafo como filtro cultural que con su cámara como arma dispara dentro de su cotidianidad. Hay que ser observador, cauteloso, pensativo y reflexivo para acertar el momento indicado de presionar el obturador.
“El reportaje es único” (Mario Luna, conversación personal, CUEC, 2019) porque quizá a través de él se descubre algo que hace cambiar de opinión o de enfoque. El reportaje es una experiencia de vida que por el ojo fotográfico y la sensibilidad se puede representar de varias maneras: escrito, visual o audiovisual. Así las imágenes empiezan a recrearse dentro de la mente como una manera de archivo visual que se queda impregnado de las fotografías y de los momentos que cargados con emoción los distingue de otros, esta carga emotiva es vital para el fotorreportaje.
Los diarios de campo, los informantes, las entrevistas informales, los relatos de vida, la fotografía, la escritura y la grabadora de audio son herramientas que permitieron recopilar las experiencias del movimiento cannábico y dieron pauta para una intervención urbana. Todas estas herramientas del periodismo sirvieron para escudriñar la cotidianidad de la cultura cannábica mexicana.
En este trabajo, el fotorreportaje parte de un análisis a la imagen negativa5 que se le ha asignado al consumidor recreativo de cannabis en México. Este personaje popular de “El Marihuano” ha sido representado de distintas formas a través del tiempo, pero todas comparten algo en común, el imaginario social6 creado alrededor del fumador de cannabis. Suárez (2008, p.23-24) comenta que la fotografía ha sido utilizada como un objeto “provocador” en discusiones y de análisis. Tal es el caso de ser utilizada como herramienta para la documentación etnográfica para registrar la realidad en la investigación de campo.
El hilo conductor de este trabajo fue la imagen del personaje “Juan el Moto” en el libro “Yerba, Polvo y Goma”, de Pérez Montfort (1999), en la que se observa a un consumidor de marihuana.
La postura sociológica que llega a tener la fotografía presentada por Suárez (2008, p24) hay que destacarla para analizar al marihuano como personaje de interés en esta investigación la cual utiliza el periodismo gonzo y experimenta con la intervención del espacio público por parte del fotógrafo. La postura teórica para identificar a nuestros sujetos es a partir del estigma social de Erving Goffman (2006) que identifica las deformaciones físicas, los defectos de carácter del individuo y los estigmas tribales de la raza, la nación, y la religión. El consumidor de cannabis en México encaja en las características del estigma social presentadas por Goffman y en esta investigación se le observa con lo indígena, mestizos de los bajos mundos de la calle que son calificados como: “los vagos”, “los léperos”, “los grifos”, “los marihuanos”, personajes anónimos populares.
El personaje de “Juan El Moto” lo reconocemos por una fotografía de Víctor Casasola en el libro “Yerba, polvo y goma” una de las obras de Pérez Monfort, esta imagen fotográfica presenta a un personaje anónimo, el individuo se encuentra en cuclillas, en ropa interior de la época, piel morena, pelo negro, con un paliacate en el hombro derecho, descalzo y sosteniendo la mirada a la cámara de Casasola mientras le da una bocanada a un cigarrillo de marihuana, “un gallo”.
Héctor Francisco Ser™ Romero y Rutiuo García Pereyra
(Fotografía 1. Extraída de “Yerba, Polvo y Goma”, de Pérez Montfort ,1999)
El periodista cannábico mexicano Juan Pablo García Vallejo postula la teoría de los consumidores recreativos del cannabis y los identifica como originarios del Barrio de La Merced en la Ciudad de México, a estas personas se les mira y se les señala de manera despectiva como “léperos”. Gracias a Ana María Prieto se entiende que “El lépero es el hombre pobre de las ciudades, minas y obrajes del México central en los siglos XVIII y XIX; pero también hasta tiempos de la independencia, es miembro de las castas, y, por tanto, distinto del indio, como tal.”, (Hernández, 2005, p. 102). También se le conoce como “El Grifo” que el diccionario de la Real Academia Española lo describe así: persona con el pelo enmarañado, crespo, embriagado por la bebida o la marihuana. Las pulquerías son los lugares en que encaja el “Grifo” asimismo también el revolucionario mexicano. Después de todo, era la gente del campo la que se enlistó en los ejércitos de Zapata y Villa.
Al revolucionario se le asocia como una figura romántica y nacionalista, por otro lado, al “grifo” se le estigmatiza por su consumo de cannabis en sectores indígenas y pobres. Así se moldea “la identidad que se construye a partir de la confrontación del ideal del yo individual y del ideal social. Por esa causa, el proceso de construcción de identidad tiene sentido y un origen que está íntimamente relacionado con los valores, principios y cultura del ambiente y es, indudablemente una construcción social” (Falcón,
2008, p.2).
El síndrome Pánglos es una influencia para desprestigiar a estos personajes populares por considerarlos “feos”, “malos”, por el europeo de la conquista española. Al consumidor de cannabis se le agregan otros atributos desacreditadores que moldean una persona floja, pobre, y en ocasiones “pecador”, se le dice que es vicioso, criminal, loco, en consecuencia, un riesgo para la sociedad. Los conservadores le dicen hippie, le llaman “chairo”. Esta construcción social asociada al consumidor de cannabis parte del calificativo “vago”. Con Porfirio Díaz se origina el Tribunal de Vagos que persigue a desempleados y falsos mendigos a hombres fuertes y sanos que no ejercían oficio, y aquellos que vivían de ingresos familiares pero que se dedicaban a la “mala vida” del juego y la ebriedad, por tanto, eran tipos ideales para ser arrestados.
García Vallejo (2017), en el V Congreso de Sustancias Psicoac-tivas por parte de la UNAM, afirmó que “... la figura del soldado marihuano domina toda la primera parte del siglo XX en México, cualquiera te va a decir, nuestra mamá, nuestra abuelita, el sacerdote, el periodista dicen, “marihuana es el soldado.” Hacia 1950 los jóvenes van a diversificar la figura del marihuano pues se les identifica como el rebelde sin causa, incomprendido, transgresor de las leyes, rebelde, poeta hipiteca (Término utilizado por García Vallejo durante su discurso en el Congreso de la UNAM). José Agustín y Parménides García Saldaña representan al marihuano como anclaje para atraer la atención del lector. Esta literatura de los años setenta significa la independencia del marihuano “a pesar de que estaba la prohibición en la literatura no existe tal prohibición, porque todo mundo está fumando, todo mundo está gozando, todo
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mundo está pasándola bien, pues para eso la mayoría de la gente fuma marihuana, para pasársela bien, para quitarse el estrés” (J. P García Vallejo, UNAM, comunicación personal, diciembre 2017).
El consumo de las drogas no es privativo de los barrios bajos, pobres y olvidados, también lo es de la clase mediera y de alto ingreso (económicamente hablando), las drogas no discriminan clases sociales.
El fotógrafo como filtro cultural permite visualizar este mundo tabú de consumo de sustancia ilegales. La fotografía de “Juan el Moto” (fotografía 1) es la guía para retratar al “Poblano” (fotografía 2), en ambas vemos la postura de agarrar con los dedos el cigarrillo de marihuana “el porro”, manera peculiar de sostener el carrujo de mota con el dedo índice y el pulgar, posición icónica que sirve para identificar el consumidor de cannabis.
(Fotografía 2. Por Francisco Servín. “El Poblano”.)
En la fotografía se reflexiona el miedo o desacreditación que conforma el imaginario social que estigmatiza a este personaje conocido como “el marihuano”. El retrato de “El Poblano”7 es la
El marihuano y su estigma en Ciudad Juárez. Una lectura fotográfica
fotografía empleada en la intervención urbana. Aquí se comparte el espacio con “El Poblano” una persona en situación de calle que bien podría decirse que representa al “lépero”.
“El Poblano” es un personaje que habita de repente en un edificio en obra negra ubicado por Plaza de las Américas en Ciudad Juárez. Él acude a este no lugar12 para resguardarse del clima mientras algunos otros llegan a compartir estas tapias con él. Utilizan el espacio para pintar graffiti, beber cerveza (caguamas) y darse unos toques.
El Poblano es ese personaje que origina miedo. Es el que asusta por cómo se ve. Es alguien olvidado que vive en la calle paseando, sobreviviendo, un fantasma, un nómada de esta ciudad. Él representa el estigma del “vago”. Por eso tiene fuerza el retrato del Poblano “dándose las tres”, porque carga y refleja todo el estigma social, y en un instante lo comparte con “Vroma”13 el joven con el cual comparte el porro, (fotografía 3 y 4). Dos generaciones muy distintas compartiendo un “gallo” y el estigma social.
cuales comparte en ocasiones con jóvenes que visitan este lugar para pintar graffiti, tomar cerveza y echarse unos toques.
12 La hipótesis que es defendida al hablar de los “no lugares” es que, “la sobre-modernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en sí lugares antropológicos y que, contrariamente a la modernidad baudeleriana, no integran los lugares antiguos: éstos, catalogados, clasificados y promovidos a la categoría de lugares” de memoria”, ocupan allí un lugar circunscripto y específico. Agreguemos que evidentemente un no lugar existe igual que un lugar: no existe nunca bajo una forma pura; allí los lugares se recomponen, las relaciones se reconstituyen; las “astucias milenarias” de la invención de lo cotidiano y de las “artes del hacer” de las que Michel de Certeau ha propuesto análisis tan sutiles, pueden abrirse allí un camino y desplegar sus estrategias. El lugar y el no lugar son más bien polaridades falsas: el primero no queda nunca completamente borrado y el segundo no se cumple nunca totalmente: son palimpsestos donde se reinscribe sin cesar el juego intrincado de la identidad y de la relación.”, (Augé, 2000, p.83-84).
13 El Vroma: Joven que conozco durante la investigación. Rapero, graffitero, rebelde, irreverente ante la autoridad. Su padre fue arrestado en E.U.A., esta situación detona un odio de Vroma ante el sistema de migración estadounidense al gobierno americano.
Héctor Francisco Servín Romero y Rumio García Pereyra
(Fotografía 3. Por Francisco Servín. “Vroma dándose un toque con el Poblano en Under”, Ciudad Juárez. 2017.)
(Fotografía 4 por Francisco Servín. “El Poblano compartiendo un porro con Vroma en el Under”, Ciudad Juárez.)
Un relato de esa tarde por parte de “Vroma”:8
“Me dicen en ¡a calle Vroma, con “V\ tengo 24 años, carnal, ya mero
cumplo los 25... sigo vivo, es lo bueno. Bueno aquí es un hotel aban-
donado que creo que me habían dicho que del “Greñas”, un pinche narco bien pesado y creo que no la armó y quedaron aquí las tapias y descubrimos que aquí podíamos pintar y pistear, pasarla chida sin que nos moleste la policía.
Para mí es un pinche estilo de vida, pero igual conoces bandera chida en todos lados, pero lo del estigma que te digo es porque me puedo subir a la ruta recién fumado un “joint” todo apestoso y luego todas las señoras voltean a ver como si dijera... no sé... la mirada esa fea... la de la abuelita esa que dice “mmm... Otra vez están quemando”. Para mí eso es un estigma. Te marca... igual ninguna pinche vecina me habla, igual no hay problema, pero pues... respeto. Yo respeto. Igual yo, digo si voy caminando por el parque y veo niños pues lo apago el gallo, intento de respetar todo eso.
No es relacionarlo al narco... bueno, simón, los narcos pueden comprar sus armas por esto, eso una vez me lo dijo un policía, “qué no ves que por esto compran sus armas para matar a nosotros y a la gente...”, un rollo bien culero, pero igual y sí, pero es la realidad. Es Juárez, para mí Juárez fue fundado por lo ilegal. Para mi ahorita la policía esta como que están muy fuertes en sus prejuicios. Te ven culero, te ven como un delincuente nomás por fumar, wey... es como que está mal. No me hace sentir mal, pero igual son los pinches estigmas que siempre van a estar.
Pinche chota, me para y le pregunto por qué. Y me dice que me veo sospechoso. ¡No mame! Y el wey que va en la troca con las rolas bien chacas dándose un córner, y yo ahí nomás parado por los pinche danés, pero pues igual uno vive como quiere y a la verga, wey, la neta.”, (Vroma, conversación personal, 2017).
A partir de una postura epistémica que considera que la fotografía es para todos y también tiene que estar en la calle y contraponer estas visiones idealistas de la publicidad. La fotografía puede filtrar la censura en los medios y en los espacios públicos. Es un medio para poder representarse, para reconocer al otro, darle voz y reapropiarse del espacio público. De la fotografía documental Cartier Bresson (2017) afirma que “La anarquía es una
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ética” (p. 12). Es un acto rebelde de observar donde los demás no se atreven a ver.
Las intervenciones....
Once intervenciones fotográficas en el espacio público para documentar el estigma social. En este trabajo solo se documentan dos: El poblano y Los ojos del marihuano.
“El Poblano”
En esta intervención se instala la imagen en diferentes espacios de Ciudad Juárez para que la fotografía sea deteriorada, por el tiempo, el clima y el transeúnte. El objetivo es diseñar un diálogo visual para observar el estigma. Para el fotógrafo la imagen deteriorada es lo que importa ya que es donde culmina la obra en su retórica visual.
La intervención urbana es ver la manera en el transcurrir del tiempo, se deterioran las piezas fotográficas. En la intervención es de interés el deterioro y la escena efímera en la calle para completar el diálogo visual de la obra. Se buscó lo efímero por ser contestatario e ir contra la perpetuidad de la fotografía. Se piensa en la memoria y en cómo ésta también puede ser efímera, porque se desmorona con el tiempo hasta el olvido.
Ante el rechazo de algunas personas, el proyecto se pensó en poner fotografías en gran formato en la ciudad para que fueran desgarradas por efecto del tiempo y del transeúnte que quisiera romper fotografía “del otro”, es un juego visual para darle sentido a la intervención. La estética del “rip”,9 el desgarrar, trae consigo significados estéticos.
La intervención consistió en pegar tres posters del Poblano en diferentes espacios de la ciudad como parte de la experimen-
tación. Estas fotografías se utilizaron para intentar crear una reacción. Se representa a este personaje del imaginario social que da un cierto miedo a la sociedad por ser “el marihuano” estereotipado. Esta imagen es capturada en su expresión negativa con el retrato del Poblano.
Las primeras imágenes utilizadas fueron ordenadas por secciones y como resultado se obtuvieron cuatro filas de nueve hileras para un total de 36 posters tamaño tabloide para crear la imagen tipo rompecabezas. Se utilizó adherente (engrudo) para pegar la imagen. Después se mejoró la técnica al poder imprimir la imagen en plotter, en tamaño de 1.75 metros de alto por 2.45 metros de ancho.
La primera fotografía en la intervención se colocó en la Calle Altamirano, zona centro de Ciudad Juárez (fotografía 5, intervención 1) la imagen fue adherida en un muro de una funeraria abandonada en la zona centro de la ciudad.
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(fotografía 5, Intervención 1)
A la izquierda (fotografía 5) se observa la fotografía de la funeraria mientras que camina una mujer. En la fotografía de la derecha el sol, la lluvia y el viento fragmentaron la imagen fotográfica.
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Se eligió este lugar por el abandono de la construcción, acu-mulamiento de basura, y el proceso de destrucción que le ha infringido la mano del hombre. El lugar fue quemado por extorsio-nadores en la zona del centro de Ciudad Juárez. Las intervenciones se ubicaron en estos lugares por las características descrita y además por el deambular cotidiano de la gente por esas calles de la ciudad, el propósito que se buscó fue la interrelación entre la fotografía y el receptor. Sin embargo, las acciones de la naturaleza fueron la casusa principal del deterioro de la imagen fotográfica (fotografía 6).
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El marihuano y su estigma en Ciudad Juárez. Una lectura fotográfica
(fotografía 6, Intervención 1)
La segunda intervención fue la de colocar la imagen fotográfica de El Poblano en un muro del Hotel Santa Fe, lugar abandonado que se encuentra frente al mercado Juárez en la Avenida 16 de septiembre. La pieza mostró su deterioro por acción de la naturaleza, pero también fue intervenida por grafiteros, el hotel fue reactivado como punto de arte urbano después de esta intervención (Fotografía 7), después de un año la pared es limpiada.
(Fotografía 7. Intervención 2. Por Francisco Servín)
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Héctor Francisco Servín Romero y Rutilio García Pereyra
(Fotografía 8. Intervención 3. Por Francisco Servín)
La tercera intervención (fotografía 8) se instaló en la Avenida Paseo Triunfo de la República esguina con Avenida de las Amé-ricas. En la fotografía se observa el retrato de El Poblano. En las (fotografías 9 y 10) el póster se desmoronó y desapercibido por la gente.
El póster durante un mes se mantuvo en su lugar sin ser arrancado hasta gue un día amaneció tirado en pedazos en la calle, esto evidencia posiblemente gue alguien se sintió ofendido o amenazado arrancándola del espacio público de un día para otro para evitar gue sea visto, reconocido, representado.
(Fotografía 9. Por Francisco Servín. Ciudad Juárez, 2018. El retrato del Poblano sobre la Avenida Triunfo de la república)
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El marihuano y su estigma en Ciudad Juárez. Una lectura fotográfica
(Fotografía 10. Por Francisco Servín. Ciudad Juárez, 2018)
En la imagen anterior vernos el rostro de El Poblano que muestra parte de el rostro, no obstante, se aprecia la acción de fumar el porro.
“Los ojos del marihuano”
La segunda exposición (que en realidad fue la novena de la sene) es la que se ha denominado “Los ojos pachecos” que surgió durante la investigación. Los participantes no querían que se les fotografiara fumando un porro por tenían miedo por temor a revelar su identidad. Para no revelar la identidad del participante, el acto fotográfico en su enfoque fue en el encuadre de los ojos que origina el cliché: “para conocer alguien lo haces a través de la mirada”, “los ojos como puertas al alma” y todos esos significados de la mirada y que la gente rornantiza. Aquí son ojos rnanhuanos anónimos, personas que se esconden y evidencian la discriminación social de la cual son víctimas.
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Se instalan los ojos de personas en diferentes puntos de la ciudad jugando con el propósito de generar procesos de significación para que el receptor se pregunte: ¿qué hay detrás de ellos?
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(Fotografía 11. Intervención 9. Por Francisco Servín)
“Una experiencia mala, pues que amigos les prohíban juntarse conmigo o que nos intenten alejar entre los compás, siendo que no me obligan a fumar ni yo los obligo a ellos”
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El marihuano y su estigma en Ciudad Juárez. Una lectura fotográfica
(Fotografía 12. Intervención 10)
“...Si me io dice un amigo, pues hasta me da risa y ie digo “sí soy”, así como muy cínico. Pero si me io dice alguien que no conozco o que tengo poco de conocer, me siento mal, siento que ya tienen una idea negativa de mí. Como que piensan que no hago mucho de mi vida, como si dejara de hacer cosas por estar marihuano”
En la fotografía inmediata superior se observan unos ojos pachecos. Se colocaron en muros del Under por el Pronaf. Los ojos en el Under representan al marihuano anónimo en los “no lugares” La imagen fotográfica comparte un texto que evita la polisemia de la imagen. En la parte inferior de los ojos existe un reloj ligado a la palabra “and” y un horno, esto de manera visual hacía referencia al juego de la “jerga pacheca”, esta acompaña la frase “Wake and Bake” que se traduce como “despertar y prenderse”.
El Under no es solo un sitio de reunión de consumidores de marihuana también alberga una galería en las sombras, en el olvido colectivo, un abandono a la memoria. Hay negación de la sociedad para esos lugares, para la gente que pinta graffiti, la gente vaga, son objeto de descrédito. Al igual que el trabajo fotográfico
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de cualquier autor, refleja su esencia como persona la cual queda impregnada en su estilo peculiar de hacer su fotografía.
A MANERA DE CIERRE
¿Cómo puede la fotografía documental incidir en la percepción del estigma del marihuano mediante una intervención urbana?
La fotografía como documento visual es herramienta metodológica para comprender temas de interés de la sociología y la antropología. Este tipo de trabajo que consiste en la intervención urbana propicia la creatividad. La idea de trabajar la fotografía de una manera diferente integra un conjunto de recopilaciones de relatos personales que permiten observar al “otro” y su memoria para intentar rescatarla.
Producir obra fotográfica puede ser un proceso complicado. En la fotografía hay que recordar que: “La creatividad es un proceso desordenado, las etapas no se suelen seguir de manera lineal o en una secuencia lógica, sino de la forma que responde mejor a nuestro estilo de trabajo” (Simmons, 2015, p.16).
En estas intervenciones se experimentó la práctica fotográfica en el espacio público. Se experimentó a partir de ver la fotografía como parte del sujeto. Como fotógrafo documental la estética prosaica ayuda a capturar la fotografía en contextos cotidianos múltiples y hace ver otros mundos que los demás no se atreven a mirar por considerarlos no dignos, por creerlos temas “feos”, “de mal gusto”, mundos prosaicos, obscenos, sin embargo, estas cotidianidades permiten ver a las personas en su esencia íntima, honesta, sin poses.
Aquí destaca la otredad. La fotografía trata de capturar la imagen de la persona desacreditada que desemboca en el estigma, en este sentido “la poética de la otredad y bajo la premisa posmoderna se avive el construir la “historia” a través de “los otros”, las minorías, las subculturas, o las etnias, los usualmente acallados, los vencidos, los colonizados, los marginados” (Mínguez, 2018, comunicación personal).
La otredad es resultado de un malentendido del concepto de identidad. El otro al referirse al consumidor de cannabis devela quién es en realidad “el marihuano” en México, observardo desde adentro. Falcón (2008) muestra que “el ajeno” es un fenómeno que se da desde el inicio de las primeras tribus para poder sobrevivir, identificando a posibles enemigos.
Actualmente se le quiere responsabilizar al consumidor de drogas de la violencia que experimenta el país por la guerra en contra las drogas. Esta guerra identifica y separa por clases sociales pues se pretende señalar que son los pobres los: violentos, cholos, sicarios y criminales.
La fotografía interactúa con el estigma y con “la poética de la otredad y bajo la premisa posmoderna se avive el construir la “historia” a través de “los otros”, las minorías, las subculturas, o las etnias, los usualmente acallados, los vencidos, los colonizados, los marginados” (Flores, 1999; citado por Mínguez, 2018, taller de creación MEPCAD).
Finalmente se concluye que el fotoreportaje se rescatan relatos y se da voz y se observa su mundo, son también textos visuales que reafirman que este grupo social existe y tiene que ser visibili-zado. Después de todo la legislación sobre el cannabis en México viene este 30 de abril del 2020.
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Centrar nuestra mirada en lo que es considerado bello nos pone frente a un problema, en palabras de la misma Katia Mandoki, desarrollamos el Síndrome Pánglos: solo tratar con lo bueno y hermoso de las cosas, es decir se ocupa sólo del arte y lo bello, teniendo como referente lo “bello occidental europeo” como “lo bello universal” (Mandoki, 2008). Este síndrome muestra un problema etnocentrista al negar lo “Otro” por considerarlo no bello y relacionarlo al pobre mientras al blanco se le piensa como bello, leal, exitoso, etc.
Mandoki, la define como “sensibilidad o condición de abertura, permeabilidad, o porosidad del sujeto al contexto que está inmerso, en tanto expuesto a la vida” (2008, P-67)
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IBP: La investigación basada en la práctica existe como género metodológico desde los inicios de la década de los noventa y ha sido un fenómeno creciente desde entonces, siendo cada vez más común en las instituciones de enseñanza superior; este modelo ha crecido principalmente en las artes y las humanidades (Carrillo Quiroga, 2015).
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Para fines de este trabajo, únicamente hará referencia a dos.
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Imagen negativa: Atributo desacreditador (Goffman, 2006). Todos aquellos atributos desacreditadores que los anglos y el español han elaborado sobre el mexicano se ven dentro del “marihuano”.
Imaginario social: Conjunto de las representaciones que un grupo social o un individuo construyen sobre el mundo. Son representaciones que estos tienen del mundo y de sus valores (Goffman, 2006).
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Una persona en situación de calle, adicto a la heroína. Un fantasma de la sociedad que pasea sin rumbo la urbe y que en ocasiones se llega a refugiar en estas tapias las
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Video del relato de Vroma: https://www.youtube.com/watch'?v=SlkIPOq0048&t=3s 468 Chihuahua Hoy, año i8, Núm. i8 (enero-diciembre, 2020)
Estética del rip: Al hablar de estética dentro del arte nos referimos a la percepción de lo que encontramos bello. El “rip”, es la palabra en ingles que nos hace referencia a la acción de ser desgarrado. En este sentido podemos decir que se busca que la intervención urbana llevada a cabo sea desgarrada y con esto darle un sentido estético el cual le da una connotación de “bello” dentro de una estética prosaica que aplicamos a la imagen, le da una fuerza dentro del discurso visual que se lleva a cabo, el deterioro, la memoria, la representación en el espacio público, la falta de reconocimiento del otro, etc...
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